Así fue la primera cabalgata de los Reyes Magos de Valladolid

Valladolid no tuvo cabalgata de Reyes hasta el año 1929. Y no la organizó el Ayuntamiento ni ninguna otra institución pública, sino que respondió a la iniciativa de un actor de teatro muy famoso en su época, el valenciano Enrique Rambal. Hasta ese momento, la fiesta de los Reyes Magos consistía en el reparto de juguetes a niños pobres en el interior del Consistorio, costumbre iniciada en 1899 y acompañada de la exhibición de un enorme «Árbol de Noel» en el Salón de sesiones. Pero, aunque ya por entonces en otras provincias españolas se celebraban vistosas cabalgatas de Reyes, los vallisoletanos aún tendrían que esperar treinta años para asistir a un espectáculo similar.

La noticia se conoció a finales de 1928. El valenciano Enrique Rambal, actor teatral de enorme éxito en ese momento y muy admirado en Valladolid, lanzó la idea de organizar una cabalgata de Reyes Magos para repartir juguetes a los niños pobres y enfermos. Secundaron su iniciativa los periódicos locales, la Asociación de la Prensa y el empresario del teatro Lope de Vega, Anselmo Allúe Morer. Rambal se comprometió a ceder todos los elementos decorativos de manera desinteresada.

Enseguida se abrió una suscripción popular para recaudar dinero y juguetes. El éxito fue inmediato. Desde el primer día, los vallisoletanos se volcaron en la organización de su cabalgata. Ayuntamiento y Diputación aportaron 500 pesetas cada uno, el arzobispo y la Asociación de la Prensa hicieron otro tanto con 100 pesetas, el gobernador entregó otras 50 y cientos de personas acudieron hasta el 5 de enero de 1929, día de la celebración, a los dos periódicos locales, El Norte de Castilla y Diario Regional, para hacer su aportación. Fueron en total 2.903 pesetas las entregadas en suscripción popular.

Dinero y, por supuesto, juguetes: El Norte de Castilla publicó a diario la recogida de «muñequitas blondas de China», triciclos, caballitos de cartón, «escopetas detonantes», cochecitos, teatritos, linternas mágicas, «cocinas con batería» y otros artículos que entusiasmaban a los niños de la ciudad. Todo estaba preparado en vísperas de la primera gran cabalgata, amenizada por las bandas de trompetas de Caballería y Artillería. Acompañando a los tres Reyes Magos a caballo saldrían seis elefantes (artificiales), «esclavos, hebreos, soldados romanos, centuriones, estandartes y servidores de los Reyes», seis palanquines con juguetes y un camión tirado por ocho mulas lujosamente enjaezadas, cedido por el «transportador del teatro Lope de Vega» José Gutiérrez, con más juguetes.

Los alrededores del teatro y la calle María de Molina estaban atestados de gente aquel 5 de enero de 1929. El disparo de «bombas reales», efectuado a las cinco y media de la tarde, fue el pistoletazo de salida. Miles de vallisoletanos esperaban a los Reyes Magos en la Plaza Mayor, a donde llegaron desde la calle de Santiago. Un juego de luces eléctricas en el edificio consistorial y la música de la banda de Isabel II les dieron la bienvenida. En el interior del Ayuntamiento aguardaban, nerviosos, niños de las escuelas acompañados por sus profesores. La entrada de Sus Majestades de Oriente fue seguida de aplausos y alborozo. En el primer reparto de juguetes participaron el alcalde, varios concejales, artistas de la compañía de Rambal y «bellas damas y señoritas» de la ciudad.

La siguiente parada, con su correspondiente reparto, la hicieron en el Hospital Provincial, primero en la sala de niñas y luego en la de niños. Se dirigieron después al Pabellón Antituberculoso y a la Casa de Beneficencia, donde los niños los recibieron entonando «un bonito canto alusivo al acto que les habían enseñado las Hermanas de la Caridad». La cabalgata discurrió por las calles de Chancillería, San Martín y Corredera, plaza de San Pablo, travesía de la carretera de Santander y paseo de las Moreras hasta llegar al Hospicio Provincial, donde los Reyes Magos fueron recibidos por el presidente de la Diputación, algunos diputados, el director del establecimiento y el capellán.

El trayecto de regreso hasta el teatro Lope de Vega lo hicieron por las calles de Expósitos, San Ignacio, San Benito, Rinconada, Jesús, Pasión y María de Molina. En total, repartieron juguetes a cerca de 4.000 niños. «El espectáculo de la cabalgata de Reyes, nuevo en Valladolid, mereció grandes elogios por su vistosidad y simpatía a los organizadores, el notable actor Enrique Rambal, empresa Allúe del teatro Lope de Vega y Asociación de la Prensa», celebraba El Norte de Castilla. Esta primera cabalgata de Reyes no tendría, sin embargo, continuidad, pues los vallisoletanos hubieron de esperar hasta enero de 1935 para asistir a otra parecida, organizada en esta ocasión por la emisora de radio local.

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