Borrar
Uniformes de diferentes servicios de la guardia municipal en 1912. EL NORTE
Policía municipal de Valladolid: poco sueldo y mucha responsabilidad
El Cronista

Policía municipal de Valladolid: poco sueldo y mucha responsabilidad

Tres pesetas diarias cobraban los guardias en 1912 por trece horas de trabajo, denunciaba este periódico en un amplio reportaje

Martes, 16 de agosto 2022, 00:13

No solo cobraban poco para la cantidad de tareas que les estaban encomendadas, sino que eran objeto de mofa y escarnio entre los ciudadanos. Un reportaje publicado por El Norte de Castilla hace 110 años denunciaba con detalle la precaria situación laboral de los guardias municipales, cuyo salario medio ascendía a tres pesetas diarias y era, por tanto, insuficiente para cubrir con solvencia todas sus necesidades. La denuncia era oportuna habida cuenta de que el Ayuntamiento había aprobado un nuevo reglamento para este cuerpo municipal, que venía a sustituir al anacrónico de 1894.

«Es muy frecuente ver en obras teatrales el tipo del guardia municipal, que en estos casos siempre es gallego, como origen de chistes, y se cree que el prototipo de la clase son aquellos guardias que salen en 'La verbena de la Paloma' y que no hacen más trabajo que una vuelta a la manzana, y otra vuelta y otra. El pueblo tiene para estos modestos y utilísimos representantes de la autoridad calificativos algo irónicos y molestos, que siempre están injustificados. A estos guardias se les exige un trabajo mayor del que se supone, aunque ya es bastante estar horas y horas en la calle, paseando sin cesar por la vereda», comentaba el periodista.

Y es que, en efecto, al guardia municipal se le exigía, aparte de preservar el orden y procurar la obediencia a las ordenanzas municipales, «prestar auxilio en casos de accidente, auxiliar a las fuerzas de Seguridad y Policía, cobrar arbitrios, acompañar a individuos a los establecimientos benéficos, evacuar las consultas de forasteros y convecinos... un cúmulo de obligaciones y no pocas responsabilidades». Creada en diciembre de 1856 a partir del Cuerpo de Celadores de Policía Urbana y Alguaciles, la Policía Municipal comenzó a funcionar dos años más tarde y tuvo su primera sede en el número 36 de la Calle Boariza, que hoy equivale al número 5 de la calle Doctrinos. Su primer Reglamento data de 1866, en 1893 se unificó con el Cuerpo de Serenos y, cinco años después, adoptó definitivamente el nombre de «Guardia Municipal».

A la altura de agosto de 1912 seguía vigente el Reglamento de 1894, que establecía una plantilla compuesta por un jefe, cargo que ocupaba Emiliano Martín, segundo teniente de la reserva de la Guardia Civil que antes había sido inspector de Vigilancia en Irún, Valencia y Madrid; dos subjefes, Eleuterio Arroba y Gregorio Gómez; 8 cabos; 60 guardias diurnos y otros tantos nocturnos; 4 suplentes de día y 7 de noche; 1 cabo de la sección montada y 4 guardias de la misma. Dicho reglamento establecía, además, que los guardias no podían pernoctar «en cantinas, tabernas, bodegones y otros establecimientos públicos a no ser que en ellos se promueva cuestión».

Aquel guardia de hace 110 años vestía «enfundado un amplio capotón, calado el ros hasta las cejas y cubiertas sus manos con las cenicientas chirotecas (en latín se designa con este sonoro nombre a los guantes), o revestido con el drilesco traje veraniego». Calzaban botas de tres suelas y en verano cambiaban el ros por «una gorra de plato de blanco piqué». Además, no era inusual verles los domingos fumando puros «de a 0,15», señalaba el periodista, que también apuntaba cómo «los chicuelos les designan en las calles y plazuelas con el monosilábico remoquete de ¡El-Ja!».

El grueso del cuerpo policial cobraba tres pesetas al día por 13 horas de trabajo. Un sueldo ínfimo, denunciaba el periodista: «Con estas tres pesetas el modesto guardia tiene que atender a los gastos de su casa, en muchos casos a los de una familia no pequeña». En efecto, la distribución del gasto diario ponía en evidencia la parquedad del sueldo: como la casa costaba 50 céntimos al día y la comida 2 pesetas, al guardia solo le quedaban 50 céntimos para vestir, pagar la luz, el carbón y afrontar otros gastos.

La calle de Miguel Íscar a principios del siglo XX, con un guardia municipal junto a un carruaje. ARCHIVO MUNICIPAL

De ahí que muchos, incluido este periódico, acogiesen con satisfacción el nuevo reglamento aprobado ese mismo año de 1912 por el Ayuntamiento, el cual, además de incrementar las gratificaciones, convertía a los guardias en empleados municipales de plantilla, establecía tres secciones (servicio de día, vigilancia nocturna y guardia montada), eliminaba el uso de armas salvo en casos especiales, «llevando como insignia de autoridad un bastón con bellota de cuero», y detallaba los requisitos para ingresar en el cuerpo: ser mayor de 23 años y menor de 40, «de constitución robusta y buena salud, sin defecto físico» y con una estatura mínima de 1,67 metros.

Además, el aspirante debía ser natural o vecino del término y «acreditar, mediante examen, conocimientos elementales de instrucción primaria, reglamento de policía, ordenanzas municipales y otras», además de ser «modelo de honradez, disciplina y conducta social». Los jefes y subjefes serían elegidos por el alcalde. Finalmente, el guardia sería separado del servicio a los 65 años, pasando a dedicarse «a otras vacantes como porteros, guardias de jardines, etc.».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla Policía municipal de Valladolid: poco sueldo y mucha responsabilidad