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Una polémica escultura para homenajear al cine en ValladolidLa escultura «Escenario para una película», del escultor norteamericano Dennis Oppenheim, instalada en el Paseo Zorrilla, ya había tomado forma, y el autor declaró a El Norte de Castilla que «El arte es una provocación y hay gente que cree que eso es innecesario». Era consciente de que su obra –que se ha popularizado con el nombre de «Homenaje al cine»- iba a ser polémica.
En realidad, la escultura –que se estaba levantando frente al antiguo cine La Rubia, no tuvo inauguración oficial. El día 8 de diciembre de 1998 el alcalde León de la Riva y el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan José Lucas, acompañados de un buen número de autoridades, tras inaugurar la llamada «Glorieta de la Comunidad», frente al Lava, se desplazaron hasta la rotonda donde se había instalado la obra de Oppenheim, charlaron con él, y a efectos prácticos la escultura se dio por inaugurada.
Sin duda, esa escultura levantó polémica en la ciudad… Y aún se siguen escuchando y leyendo comentarios extremadamente críticos, activados desde que hace unas semanas una nueva asociación vecinal nacida en La Rubia ha adoptado la escultura como su imagen.
Rebobinamos y vamos al año 1997 -16 de octubre-: iba muy avanzada la prolongación que el ayuntamiento estaba llevando a cabo en el Paseo Zorrilla y que incluía varias glorietas para facilitar la organización del tráfico con las calles colindantes.
Ese día el ayuntamiento manifestó que en una glorieta se pondría «una obra del escultor Dennis Oppenheim que trataría de reflejar la vinculación de la ciudad con el cine», y que sería la primera de ese autor en una vía pública en España. En el anuncio, el alcalde León de la Riva destacó que se trataba de uno de los diez escultores más destacados del mundo.
La idea de instalar una obra de Oppenheim partió del escultor Cristóbal Gabarrón, que le comunicó al norteamericano que en Valladolid estaban interesados en recrear una escultura con el tema del cine.
Para llevar a cabo la obra, se le solicitaron cinco maquetas, para de entre ellas seleccionar la definitiva.
El escultor, presente en la comunicación de la noticia, comentó que realizar una escultura pública es una de las cosas más difíciles de ejecutar, pues está sometida a la opinión de todo el mundo, porque no se puede borrar, y si se hace una mala, «da pesadillas durante toda la vida».
La remodelación del Paseo Zorrilla a la que se refería el alcalde León de la Riva, fue una obra muy controvertida, pues eliminó unos jardines tradicionales y frondosos de la Rubia, y aunque se pusieron más árboles de los que se estaban arrancando, la disposición longitudinal del jardín y rodeado de vías de tráfico, no satisfacía a buena parte del vecindario ni a algunos partidos políticos de la oposición municipal, ni a asociaciones ecologistas.
En mayo de 1998 de entre las cinco maquetas presentadas por Oppenheim, se eligió la que él titulaba «Escenario para una película». El propio escultor la definió como un plató de cine con la fachada de un edificio y rieles de iluminación, y sobre una esquina de la estructura aparece una casa colgada, que según el artista es una sugerencia de que algo va a ocurrir, algo así como la preparación de una escena de cine que el espectador puede montarse a su gusto y según su imaginación o su estado de ánimo, y añadió que es una obra que «premeditadamente en la forma y en el fono está en el aire, inacabada. Es el resultado de una estructura extremadamente visual y misteriosa que propone, que dice algo», insistió Oppenheim.
La obra tendrá 9 metros de altura, fuertes materiales acrílicos traslucidos de colores, así como iluminación industrial, lo que la imprimirá un carácter cambiante según el lugar desde donde se observe y la luz que haya en cada momento.
El ayuntamiento informó que la obra, incluidos materiales, honorarios del escultor y gastos de instalación, ascendería a 20 millones de pesetas. Los trabajos precisarían de cinco trabajadores en el estudio de Nueva York y otros cinco montadores tres días en Valladolid. Durante esos tres días, Oppenheim estuvo en la ciudad organizando la instalación paso a paso. Los vecinos de la Rubia que seguían los trabajos de cerca, recuerdan que el escultor se movía continuamente alrededor de la obra y ordenaba modificaciones acerca del orden y lugar de colocación de los paneles.
Oppenheim, escucharía –más o menos comprensibles- los comentarios favorables y desfavorables que la gente hacía en la cafetería de la esquina de la calle Mota, donde el escultor tomaba café sin dejar de ver cómo progresaba el trabajo de los montadores que subidos a una grúa iban armando la estructura y colocando los paneles en la glorieta.
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Era consciente de que su obra no sería entendida por una parte del público, y así lo manifestó a la prensa: «En mi país –EE.UU- dicen que con las esculturas estas contribuyendo a crear problemas, porque provocas, cuestionas, sugieres y hay gente a la que eso no le gusta». «Dará que hablar» dijo el escultor.
La escultora Ana Jiménez, el 20 de diciembre, pocos días después de concluida la instalación declaró que la obra de Oppeheim era magnífica y que la semana de Cine de Valladolid «se ve reflejada en esta obra alegre y airosa».
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