Palacio de los Vitoria, en la esquina de la calle Librería con Santa Cruz. Rodrigo Ucero
Valladolid, piedra sobre piedra

El palacio vallisoletano con el que Luis de Vitoria aspiraba a la nobleza

El edificio que hoy alberga el Colegio Jesús y María, en la esquina de la calle Librería con la plaza Santa Cruz, fue a principios del siglo XVII una de las principales casas de la ciudad

Sonia Quintana

Valladolid

Martes, 26 de julio 2022, 00:02

Hijo del rico mercader Agustín de Vitoria –quien acompañó a Teresa de Jesús en su camino de Valladolid a Palencia–, Luis de Vitoria, personaje relevante en la vida de la ciudad, adquirió a principios del siglo XVII en la calle de la Librería, frente a ... la Universidad, unos terrenos pertenecientes al Cabildo Catedralicio para levantar su casa. Tesorero perpetuo de las Alcabalas (impuesto más importante del Antiguo Régimen de España que gravaba el comercio) y Rentas Reales, Luis de Vitoria, poseedor de una gran fortuna, adquirió en 1603 aquellos terrenos en los que había «siete portales de unas casas humildes y viejas que estaban distribuidas en torno al corral conocido como de Obregón». Todas fueron demolidas. «La pulicia desta corte nos apremiaron para que labrasemos y reedificasemos».

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Aquel mismo año Luis de Vitoria se casó en segundas nupcias con Catalina de Verdesoto y Palacios. De su primer matrimonio con Luisa Antonia de San Pedro (fallecida al año y medio de la boda) nació una hija: Luisa Antonia. Del segundo matrimonio nacieron dos hijos: fray Gaspar de Vitoria, dominico en Santa Cruz de Segovia; y Antonia de Vitoria, monja en el Convento de San Quirce de Valladolid. A ambos lados del balcón principal del edificio –hoy parte del Colegio Jesús y María– se conservan los dos escudos de la familia. A la izquierda, según se mira desde la calle, el del apellido Vitoria: «Enmarcado con guirnaldas y coronado con yelmo. Castillo dorado con la puerta azul puesto sobre aguas y en campo verde a cada lado dos medias lunas, una sobre otra, y las puntas hacia abajo». A la derecha, Verdesoto: «Enmarcado con guirnaldas y coronado con yelmo. Dos lobos pasantes de sable puestos en palo. Nueve bezantes (figuras redondas)».

Estancias desconocidas

Considerado uno de los últimos ejemplos de la arquitectura doméstica del Renacimiento vallisoletano, su propietario, con aspiraciones de nobleza, mandó levantar, a golpe de chequera, una de las mayores y principales casas de aquella época en la ciudad. Tras sucesivas herencias, el palacio pasó a ser propiedad de Joaquín Altamirano, regidor de Zamora, que la consiguió mediante litigio a la familia de los Vitoria. Fermín López Isunza Altamirano fue nombrado en 1790 marqués de Valdegema. El tercer marqués de Valdegema, José López de Altamirano Lezo, habitaba todavía en la casa en 1854. Fue su hijo, Ramón López de Altamirano Tineo, quien la vendió el 31 de marzo de 1883 a Francisca Capdevilla Vilella, miembro de la comunidad de Hermanas Carmelitas de la Caridad. A partir de entonces, y hasta nuestros días, el uso del palacio fue como colegio.

Construido con tres plantas, en la actualidad tiene una cuarta, construida sobre todo el edificio, y una quinta, solo sobre la crujía de la plaza de Santa Cruz. La fachada principal es la que da a la calle Librería, donde se encuentra el balcón y la gran puerta que da al zaguán, cancelada desde principios del siglo xx y reabierta en 2006. El patio central, de dos pisos, tiene galerías en los cuatro lados.

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Se atribuyen sus trazas al arquitecto vallisoletano Pedro de Mazuecos, 'el Mozo'. A principios del siglo XXI se descubrieron durante unas obras en el semisótano unas estancias desconocidas y ocultas a la vista, dos escaleras, seis portadas de sillería labrada y cinco claraboyas. Entre el material de escombro se encontró el suelo y la solera de la antigua capilla que se restauró para ponerlo de nuevo en uso.

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