Entierro de Pío del Río Hortega. El Norte

El Cronista | Historias de aquí

Qué ocurrió después de la muerte de Pío del Río Hortega

El traslado a España tras el fallecimiento del eminente histólogo y científico contó con iniciativas y con un proceso complejo

Jesús Anta

Valladolid

Jueves, 30 de mayo 2024, 07:00

«Bienvenido a esta tierra nuestra que tantos años os ha esperado», dijo una niña en Portillo delante del féretro que portaba los restos de Pío del Río Hortega camino de Valladolid. Eran las 11 horas de la mañana del día 13 de octubre de ... 1986.

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Pío del Río Hortega está enterrado en el Panteón de Personas Ilustres del Cementerio del Carmen de Valladolid. Embalsamado, y amortajado con el traje académico de la Universidad de Oxford, donde había sido elegido Doctor Honoris Causa, y prendida al traje, una insignia de la II República Española que llevaba en la cartera desde hacía quince años.

Nacido en Portillo, el eminente histólogo y científico, dos veces candidato al Nobel, falleció de cáncer el día 1 de junio de 1945 a los 63 años de edad, tras una dolorosa agonía, según contó su íntimo amigo el doctor Gutiérrez Perrín. Seguido de una multitud, fue enterrado en el panteón particular del Doctor Justino Iribarren, en el cementerio Chacarita de Buenos Aires, ciudad en la que residía desde 1940.

Río Hortega en plena actividad investigadora.

César Aguirre Viani y J. Javier Jiménez Carmena, en su libro «Pío del Río Hortega», relatan que el Gobierno de España, conocedor de la fase terminal del científico le hizo llegar la misiva de que estaba dispuesto a enviar un avión y trasladarle a España. Pero Pío advierte de que es una oferta que conllevaría la manipulación política de su persona, y declina la invitación, prefiriendo morir en Argentina, que consideraba su segunda patria.

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Desde su fallecimiento no faltaron iniciativas para que su cadáver fuera repatriado a España. En un artículo del doctor Rafael Vega que publicó El Norte de Castilla el 19 de febrero de 1967, se relata que hacía pocos meses se habían reunido el doctor Villacián, el arzobispo García Goldáraz, el eminente neuropsiquiatra, Alberca Lorente, y él mismo, para proponer que en el castillo de Portillo, que poco tiempo antes había donado Río Hortega a la Universidad, se construyera un sepulcro para depositar en él los restos del científico. Mas, el proyecto no se sustanció en nada concreto.

Un traslado complejo

En 1973 el profesor de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Valladolid, Santiago Benito-Arranz, en nombre de la Asociación Nacional de Neurosiquiatría, escribe al alcalde de Valladolid, Antolín de Santiago Juárez, pidiéndole que se trasladaran los restos de Pío del Río a la ciudad y que el traslado se hiciera en el marco del XII Congreso Nacional de Neuropsiquiatría que se iba a celebrar en Valladolid en octubre de ese año. Recogida la propuesta por la Corporación Municipal, los ediles acordaron que fuera enterrado en el Panteón de Personas Ilustres. Sin embargo, aquel buen deseo tampoco tuvo el resultado práctico deseado.

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Comitiva el día del entierro.

El alcalde de Valladolid Tomás Rodríguez Bolaños, en 1985 da los primeros pasos para repatriar los restos de Río Hortega, y a tal fin, en junio de ese año, envía una carta al ministro de Asuntos Exteriores solicitando que le indique qué tramites deben seguirse para traerlos a Valladolid. Y también se dirige a la Cruz Roja Internacional para que sea la entidad que realice el traslado, en caso de llevarse a cabo.

El 29 de abril de 1986, mediante una carta de Carlos del Río, en nombre de la familia, autoriza al Ayuntamiento para que realice cuantas gestiones y trámites sean necesarios. Una vez obtenida la autorización de la familia, el pleno municipal del 3 de julio aprueba por unanimidad traer a Valladolid los restos del científico. A partir de entonces se suceden numerosas gestiones para materializar el deseo de la ciudad. Gestiones en las que fue clave la Embajada Española en Buenos Aires.

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Imagen del busto de Río Hortega.

Pocos días antes de recibir el féretro, el catedrático de la Facultad de Medicina de Valladolid, César Aguirre Viani, que fue un destacado impulsor de la traída de los restos de Río Hortega desde hacía unos años, presentó su libro sobre el científico e indicó que sería un error si se pensara en el Pío político (un declarado hombre de izquierdas), y no en que «se va a traer a Valladolid el cuerpo de un histólogo de valor excepcional».

Un recibimiento que movió masas

El protocolo del traslado y el recibimiento en España se preparó para que la sociedad fuera consciente de la importancia del evento: sería recibido en Madrid por el ministro de Justicia, Fernando Ledesma, y el Ministerio de Sanidad le concedería a título póstumo la Cruz de la Orden Civil de Sanidad. La práctica totalidad de la prensa española dio noticia del traslado, que coincidió con un viaje de Bolaños a Buenos Aires del 2 al 12 de octubre de 1986 para asistir a un congreso sobre municipalismo y medio ambiente. Desde que llegara el féretro al aeropuerto de Barajas el lunes 13 de octubre a las 6 de la mañana, fueron varios los homenajes que se brindaron a Pío del Río.

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En Madrid, en la Residencia de Estudiantes del Consejo Superior de Investigaciones Científicas se hizo la recepción oficial de los restos mortales. El acto fue presidido por el ministro de Justicia, Fernando Ledesma, en nombre del Gobierno español. Le acompañaban el ministro de Educación José Maravall y otras autoridades de Madrid y la Comunidad Autónoma. Entre los asistentes estaba el premio Nobel Severo Ochoa.

En su camino a Valladolid, el cortejo, en todo momento acompañado por la Guardia Civil, paró en Portillo para que sus paisanos despidieran el féretro. Ya en Valladolid, el patio del palacio de Santa Cruz fue el lugar de recibimiento de la ciudad, donde la banda de música del Gobierno Militar interpretó marchas fúnebres antes de ser conducido al cementerio del Carmen, y enterrado en el Panteón de Personas Ilustres al medio día de aquel 13 de octubre de 1986.

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Recibimiento en el patio del palacio de Santa Cruz

Los gastos de exhumación y traslado a España ascendieron a 1.966 dólares, según cuentas de la Embajada de España en Buenos Aires. Fue trasladado en un ataúd de roble con herraje y bronce que guardaba la caja emplomada original.

La próxima semana

Jesús Anta revisa la historia de Radio Castilla Valladolid, que arrancó sus emisiones en la ciudad en 1934 llevando hasta los transistores la voz de Ana Eugenia Viliesid. su primera locutora. El autor narra los momentos estelares desde el nacimiento, hace 90 años de la que ahora es Cadena SER Valladolid.

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