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Imagen de la biblioteca de verano en los jardines de la Rubia. AMVA
El éxito de las bibliotecas públicas de Valladolid y cómo callaron a los escépticos

El Cronista | Historias de aquí

El éxito de las bibliotecas públicas de Valladolid y cómo callaron a los escépticos

La inauguración de la primera llegó abonada por críticas: desde el peligro de que hubiera libros inapropiados para los niños a la idea de que no habría lectores 'jornaleros' porque estos preferían las tabernas a la lectura

Jesús Anta

Valladolid

Jueves, 4 de abril 2024, 00:23

Una pequeña caseta de obra, en un recoleto rincón, que llevaba la firma del arquitecto Emilio Baeza Eguiluz. Entre otros destacados edificios, el Círculo de Recreo de la calle Duque de la Victoria, también fue diseñado por Emilio Baeza.

Esta biblioteca se construyó bajo el mandato del alcalde Federico Santander, pero el que propuso su construcción fue el entonces cronista de Valladolid Francisco Mendizábal. El cronista, archivero de la Real Chancillería –de la que llegaría a ser su director-, se había fijado en lo que se hacía en otras poblaciones, como Madrid, Barcelona o Sevilla.

Su inauguración vino precedida de comentarios críticos entre lectores de la prensa vallisoletana: que si había peligro de que cayeran libros inapropiados en manos de la infancia, que si era gastar dinero porque los obreros y sus hijos no acudirían a la biblioteca, que si los jornaleros preferían ir a las tabernas y, como mucho, leer periódicos socialistas o pornográficos… y no faltó el ilustrado que propuso que las bibliotecas se abrieran en los tres teatros, pues eran lugares más apropiados y que contribuirían a incentivar cultas tertulias de moralidad contenida.

Las dos primeras semanas de la iniciativa fueron un éxito, con 267 préstamos de un fondo de 300 libros

Se inauguró con un fondo de unos 300 libros adecuados para todas las edades y que fueran moralmente correctos. Paradójicamente, la biblioteca no la inauguró Federico Santander, pues había dimitido de alcalde el día anterior.

Las crónicas hablan de que los usuarios eran de diversas clases sociales. Aquel ambiente de recogida lectura ofrecía «un espectáculo educador y simpático: los bancos llenos de muchachos, señoritas y hombres de trabajo» leyendo atentamente diversas obras.

Anuncio de 1922 en el Diario Regional, estado actual de la biblioteca del Campo Grande de 1922 y panel informativo. AMVA
Imagen principal - Anuncio de 1922 en el Diario Regional, estado actual de la biblioteca del Campo Grande de 1922 y panel informativo.
Imagen secundaria 1 - Anuncio de 1922 en el Diario Regional, estado actual de la biblioteca del Campo Grande de 1922 y panel informativo.
Imagen secundaria 2 - Anuncio de 1922 en el Diario Regional, estado actual de la biblioteca del Campo Grande de 1922 y panel informativo.

La prensa se hizo eco de esta pionera iniciativa y dio noticia prolija de cómo discurrieron sus primeros días. El Norte de Castilla informaba de que el 18 de abril –es decir algo más de dos semanas de que estuviera funcionando-, se habían anotado 267 préstamos y que todos los libros, salvo el que se prestó a una muchacha, habían sido devueltos. De la muchacha, el encargado de la biblioteca pensaba que había sido simplemente un olvido.

Uno de los saltos cualitativos en la política de hacer accesible los libros a la ciudadanía se produce en 1972. Año en el que se instalaron en diversos puntos de la ciudad seis nuevas bibliotecas municipales, además de las del Poniente, Campo Grande, y la de la Casa Consistorial, que venían funcionando desde hacía unos años. Se trataba de casetas de madera similares a las que se instalaban en la Feria del Libro, y que solo se abrirían los meses de verano.

El domingo 18 de junio se inauguraron oficialmente en los barrios de la Rubia, Delicias, Vadillos, Pajarillos, la Victoria y XXV Años de Paz. Se abrieron con libros adquiridos por el ayuntamiento por un valor de 120.000 pesetas, más una donación de 5.000 volúmenes enviados por el Ministerio de Información y Turismo, y la Biblioteca Nacional de España.

En noviembre, el ayuntamiento hizo balance de la experiencia e informó que durante los tres meses que estuvieron abiertas, se registraron 37.024 lectores infantiles y 4.384 lectores adultos. Y anunció que esta era la base del proyecto municipal de construir varias casas de cultura en cuatro o cinco barrios de la ciudad.

El ayuntamiento salido de las primeras elecciones democráticas de 1979 estableció como prioridad crear bibliotecas estables en los barrios. Para ello, el alcalde socialista Tomás Rodríguez Bolaños nombró a la concejala de UCD, Victorina Alonso-Cortés para que acometiera esa tarea.

Punto de préstamo del Barrio de Belén en los años 80, biblioteca de Canterac y biblioteca de los Vadillos. AMVA
Imagen principal - Punto de préstamo del Barrio de Belén en los años 80, biblioteca de Canterac y biblioteca de los Vadillos.
Imagen secundaria 1 - Punto de préstamo del Barrio de Belén en los años 80, biblioteca de Canterac y biblioteca de los Vadillos.
Imagen secundaria 2 - Punto de préstamo del Barrio de Belén en los años 80, biblioteca de Canterac y biblioteca de los Vadillos.

Por otro lado, los balances de usuarios de bibliotecas seguían arrojando una alta demanda de libros por parte de la población infantil y juvenil, y más bien baja por parte de la población adulta. Así, en el balance que hace la concejala a finales de 1981 daba la cifra de 40.950 libros prestados a lectores infantiles y 1.182 a personas adultas, y que la biblioteca más concurrida había sido la de la plaza de los Vadillos.

En el verano de 1982 se abrieron las bibliotecas de verano en el Campo Grande junto a la fuente de la fama, la Victoria junto al colegio Gonzalo de Córdoba, Pajarillos en la calle Villabáñez, Rondilla en calle cardenal Torquemada, en XXV años de Paz, en los jardines de la Rubia y en la plaza de los Vadillos, todas con casetas de madera. Más las de plaza del Poniente, y una nueva en Canterac, que disponían de caseta de obra, lo que en su caso, y por su tamaño, le permitía llevar a cabo actividades en el interior del recinto.

En 1983 se produce un nuevo paso sustancial en el programa de bibliotecas -que ya no llevaba Victorina Alonso Cortés, dado que había dimitido en enero de 1982-pues además de las ya consabidas de verano (nueve ese año), se organizó una 'Red de Puntos de Préstamo', en locales abiertos en barrios (en algunos casos en las llamadas Aulas de Cultura que venían funcionando desde hacía una década). La Red fue creciendo en los años siguientes hasta que en 1987 había Puntos de Préstamo en diez barrios: Belén, España, Girón, la Overuela, las Flores, Poblado de Endasa, Puente Duero, Rondilla, San Isidro y San Pedro Regalado. Estas bibliotecas amparadas por el ayuntamiento las gestionaban las asociaciones vecinales. Ese mismo año también comenzaron a funcionar de forma estable una en el Mercado Central de Pajarillos y otra en la Casa de Cultura de Delicias.

La llegada de los centros cívicos

En los años noventa, las bibliotecas de verano se abrieron en las piscinas municipales de Canterac, Juan de Austria y poblado de Endasa, además de las de Campo Grande, la Ribera de Castilla y San Isidro, y el programa pasó a llamarse Bibliotecas en la Naturaleza.

La sucesiva construcción de centros cívicos y la incorporación en 1995 de la biblioteca Francisco Javier Martín Abril, en la antigua Casa de Socorro de la calle López Gómez, terminó por hacer innecesarias las singulares bibliotecas de verano, salvo la del Campo Grande, que aún se mantuvo hasta la segunda década del siglo XXI y que se instalaba junto al curioso edificio que tiene el Servicio de Parques y Jardines cerca del lago. Esta biblioteca de verano desapareció una vez que se abrió la biblioteca estable detrás de la Oficina de Turismo.

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