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Benito Abril González (San Pedro de Latarce, 1883) se fue a Cuba en los años veinte buscando fortuna. «Se enteró por un vecino de que a mi abuela no le estaba llegando el dinero que enviaba y decidió volverse», cuenta Maricarmen Abril Vázquez, nieta del matrimonio formado por Benito Abril y Jacinta Pérez. Tras el regreso a España de Benito, la pareja dejó su San Pedro de Latarce natal y se trasladó a la capital vallisoletana. A mediados de los años treinta Benito figuraba en los listados de obreros de la Oficina Local de Colocación Obrera de Valladolid y a principios de los cuarenta ya tenía su puesto de frutas y verduras a la puerta del entonces nuevo edificio de Hacienda de la Plaza de Madrid (el inmueble se inauguró en 1933). «La venta en la calle es lo más bonito que hay», señala Jesús Abril Vázquez, nieto de los fundadores de Frutas Abril, quien mantuvo su puesto hasta su jubilación, hace cuatro años, en el mercado de La Marquesina de la Plaza de España.
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Sonia Quintana
Sonia Quintana
Benito y Jacinta tuvieron seis hijos: Herminia, Virgilio, Eutiquio, Manuela, Amor e Isabel. Los tres mayores siempre echaron una mano a sus padres en el puesto pero finalmente fueron Herminia (y su marido Honorato Ordax) y Eutiquio quienes dieron el relevo a sus padres. De la Plaza de Madrid se trasladaron a los alrededores del antiguo Mercado del Campillo –en lo que hoy es la plaza de España–. El periplo continuó por la calle Dos de Mayo, alrededor de la fuente del Caño Argales, de nuevo Dos de Mayo, alrededor del entonces nuevo Mercado del Campillo –ya en la calle Panaderos–, calle Muro y finalmente en La Marquesina de la Plaza de España, donde Jesús se jubiló en 2018, poniendo fin al puesto familiar de esta saga de fruteros.
En los años cincuenta la familia Abril tuvo dos puestos de frutas y hortalizas: el primitivo, que tras la muerte de Benito quedó en manos de su mujer, su hija Herminia y su yerno; y uno que cogió al lado su hijo Eutiquio Abril Pérez (San Pedro de Latarce, 1923), tras casarse con Carmen Vázquez. «Por las tardes, cuando terminaban de recoger los puestos, se iban nuestro abuelo y nuestro padre con una bicicleta y un remolque por los pueblos de alrededor a vender la fruta y la verdura que no habían vendido por la mañana», recuerdan Jesús, Maricarmen y María Ángeles Abril, hijos de Eutiquio y Carmen.
Jesús Abril Vázquez (Valladolid, 1952) empezó en el oficio con 13 años repartiendo los pedidos de sus padres en bicicleta y acabó teniendo su propio puesto, en el que otra de sus hermanas, Conchi, estuvo también trabajando un tiempo. De su medio siglo de profesión guarda muchas anécdotas. «A mi padre y a mí nos robaron el camión lleno la víspera del día de la lotería de Navidad de 1980. La Guardia Civil encontró la mercancía tirada en una gravera de La Mudarra. A día de hoy sigo sin noticias del camión. Nunca apareció. Ni me han llamado», bromea Jesús al mencionarlo.
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