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José Martí y Monsó: pintor, profesor e impulsor del turismo en Valladolid

Gracias a un convenio entre el Ayuntamiento y la Escuela de Arte de Valladolid, se va a restaurar el modesto panteón de José Martí y Monsó, enterrado en el Cementerio Municipal del Carmen. Ójala sea el primer paso para rescatar del olvido a personas que han tenido un papel relevante en la vida vallisoletana.

El pintor, profesor, académico e investigador José Martí y Monsó, da nombre a una céntrica plaza vallisoletana que prácticamente todo el mundo la conoce como plaza de la Comedia o plaza de Coca.

Nació en Valencia en 1840, y con quince años se trasladó a Madrid para ingresar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde tuvo a Federico Madrazo como uno de sus profesores. Monsó y Madrazo, que fue director del Museo del Prado y de la propia Real Academia de San Fernando, trabaron una relación de mutua simpatía de por vida.

La llegada de José a Valladolid fue a raíz de que en mayo de 1863 ganara la plaza de profesor de Dibujo, Figura, Paisaje y Acuarela en la Escuela de Bellas Artes, en la que ejerció hasta su fallecimiento, en 1912.

Como buena parte de los pintores de aquella época mostró predilección por plasmar en lienzos de gran tamaño pasajes de la historia: 'Noé maldiciendo a Canaan', 'Tercer Concilio de Toledo', o 'El Motín de Esquilache', entre otros. Y con ellos participó en varias exposiciones Nacionales, alcanzando gran reconocimiento, materializado en medallas y menciones honoríficas.

Mas, sobre todo, destacó en el dibujo y preconizaba que había que estudiar y conocer la Naturaleza para ser un buen pintor o escultor.

Instalado en Valladolid, compaginó su trabajo como pintor con la de profesor de la Escuela de Bellas Artes de la que llegó a ser su director a partir de 1871 hasta el final de sus días. Acaso esta dedicación sea la gran obra de su vida: consiguió que el Ministerio elevara la Escuela a la categoría Superior, lo que la prestigió hasta el punto de tener años lectivos con centenares de alumnos en una u otra especialidad. Además, motivó el ingreso de mujeres con inquietudes artísticas.

José fue concuñado del arquitecto Teodosio Torres López (el Instituto Zorrilla o el Hospital Provincial llevan su firma, entre otros importantes edificios), pues ambos estaban casados con dos hermanas Mendigutía: Teodosio con Rafaela, y José con Elvira. Quiso la casualidad que Rafaela fuera una alumna destacada de la Escuela, en la que coincidió con quien terminó siendo una de las más importantes pintoras españolas: Marcelina Poncela. Aquel parentesco dio pie los domingos a enjundiosas tertulias de tresillo en torno al arte, las cosas de la ciudad o los asuntos de Academia en el piso que José y Elvira tenían en el número 8 de la calle Calixto Fernández de la Torre (por aquel entonces calle Nueva).

Como maestro, formó a pintores vallisoletanos que alcanzaron gran relieve, como la citada Marcelina Poncela, Anselmo de Miguel Nieto, Aurelio García Lesmes o Eduardo García Benito.

Le concedieron la Gran Cruz de Isabel la Católica; fue elegido Académico correspondiente de San Fernando; perteneció a la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción de Valladolid; nombrado Conservador-Restaurador del entonces llamado Museo Arqueológico, luego convertido en Museo Provincial de Bellas Artes, del que fue su director, y del que salieron muchas obras para formar el Museo Nacional de Escultura en 1933.

El entusiasmo por el patrimonio y su difusión le llevó en 1910 a promover, junto con el marqués de la Vega Inclán (Comisario Regio de Turismo), una oficina de turismo, con el propósito de dar el salto de «solo hablar a hacer». José Martí era también el alma de la Sociedad Castellana de Excursiones, que editaba una reputada revista con artículos de los mejores conocedores de la historia y el patrimonio, amén de organizar excursiones para visitar pueblos y ciudades de Valladolid y Castilla. Valladolid entonces era una ciudad sin pulso turístico, y para sacarlo de esa atonía se pensó incluso en construir un tranvía eléctrico a Simancas, entonces considerado un destino histórico, patrimonial y cultural de primer orden. La propuesta llegó a plantearse en Madrid mediante una comisión mandatada desde Valladolid. La comisión se reunió con diputados y senadores, e incluso con ministros, que brindaron una excelente acogida a la propuesta pues al parecer incluso los números cuadraban… sin embargo no llegó a ponerse en marcha. Aquello abatió un tanto al entusiasta Martí que tras tan amarga decepción llegó a escribir que dudaba de que volviera a haber otro ambiente tan favorable para lograr lo que se había pretendido, pero que de volver a concitarse, a él lo tendrían a su lado.

Martí y Monsó dejó dos obras importantes: el primer «Catálogo provisional del Museo de Pintura y Escultura de Valladolid» pero, sobre todo su 'Estudios históricos-artísticos relativos principalmente a Valladolid'. Este libro es el resultado de sus numerosos viajes por Valladolid y España, y lo editó por primera vez en 1898, corriendo él con todos los gastos. Tuvo una excelente acogida entre los libreros madrileños y unos cuantos del extranjero. La obra se convirtió en obra de referencia en el mundo del arte, de la historia y de la cultura, en el que funde de una forma extraordinaria el dibujo, la fotografía y la literatura.

Falleció en diciembre de 1912 preparando una conferencia sobre el escultor Alonso González Berruguete que le había pedido el Ateneo de Madrid. Murió, además, sin haberse podido jubilar, pues a pesar de llevar cincuenta años de servicio y cumplidos los setenta y dos, necesitaba los ingresos de su sueldo de catedrático, pues tal como había sido la filosofía de su vida, no quería vivir del dinero de su esposa, perteneciente a una acaudalada saga familiar.

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