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El industrial y comerciante cántabro, afincado en Valladolid, Fidel Fernández Recio-Mantilla -propietario de una harinera en Valdestillas- adquirió en 1890, en subasta pública, por 266.105 pesetas, los terrenos sobre los que hasta entonces estuvo el Hospital de la Resurrección, antes antigua mancebía ... de la ciudad. Las obras del edificio -encargado por Fernández Recio-Mantilla, «hombre emprendedor, de holgado capital y de excelentes condiciones como caballero, como industrial y como comerciante», según publicaciones de la época- finalizaron el 31 de diciembre de 1892. Encargado al arquitecto vitoriano Julio Saracíbar, su diseño obligó a abrir una nueva calle, la de Mantilla; por lo que la construcción ocupó toda la manzana. Las obras fueron dirigidas por el vallisoletano Victoriano González, actuando como contratistas Romualdo Martín y Juan Camel.
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Sonia Quintana
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El proyecto integraba cinco casas en una unidad, levantadas en una misma manzana, que limitaba con las calles de Miguel Íscar, Marina Escobar, Acera de Recoletos y otra particular (la actual calle Mantilla). Hierro en la armadura, labor de forja en muchos detalles decorativos y balcones, revestimiento de piedra artificial para el ladrillo de algunos paños de la fachada... El uso de materiales fue sumamente innovador. Los mármoles de las escaleras y pavimentos fueran traídos de Barcelona, las chimeneas de la localidad francesa de Bangères de Bigorre,y las columnas de hierro de las plantas bajas, de Bilbao. la participación de la industria vallisoletana fue por parte de las casas Gabilondo y Claudio Cilleruelo.
La fachada estaba repleta de elementos ornamentales de tipo neoclásico, desde atlantes a bustos femeninos, pasando por elementos vegetales y medallones de personajes relacionados con la Historia de Valladolid, como el conde Ansúrez, Felipe II, el moro Ulit, Marina de Escobar o San Pedro Regalado. Dos torreones circulares rematados con cúpulas bulbosas embellecían las dos esquinas de mayor visibilidad. El interior contaba con grandes ventanales, baños, lavabos, lámparas... Casimiro González García-Valladolid destacó el piso principal, ocupado por Fidel Fernández Recio-Mantilla, destacando la rotonda o gabinete circular «con sorprendente decoración árabe» y el salón de recibir, «tapizado de raso con bellísimas y delicadas figuras representando pájaros rarísimos, flores y diferentes caprichos en cuyo interior se hallan pintados paisajes y marinas». Incluía asimismo un espectacular «gabinete pompeyano y un comedor con una preciosa chimenea monumental».
El edificio fue el primero de la ciudad que introdujo ascensor, movido por sistema hidráulico, iluminación exterior en las fachadas, cocheras individuales para cada vecino, calefacción de agua caliente, y un sistema propio de generación de electricidad. Disponía también de alcantarillado propio, que enlazaba con el de la red urbana. Fue inaugurado el 23 de febrero de 1895.
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