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Gil de Hontañón levantó sobre los dos pilares octogonales ya existentes un pórtico de piedra formado por dos cuerpos de planta cuadrada con grandes arcos. Ambos cuerpos fueron cubiertos interiormente con bóvedas de crucería. Entre 1577 y 1583 Juan de Ribero Rada añadió un tercer cuerpo, en cuyo frente principal se abrían un par de ventanas con arcos de medio punto para campanario. Coronaba la estructura un frontispicio para albergar la campana grande del reloj y un frontón triangular con óculo en el centro. El cuerpo central de la torre estaba rematado por un chapitel piramidal. Otros chapiteles de menor tamaño se alzaban sobre cada cubo octogonal. Dicha estructura recordaba, según los cronistas de la época, al desaparecido Alcázar medieval sobre cuyo solar se levantaba el monasterio benedictino.

La noche del 4 de abril de 1605, con motivo del nacimiento del futuro Felipe IV, se instalaron luminarias en distintas zonas de la ciudad. La comunidad religiosa participó colocando algunas en la fachada del templo, con tan mala suerte que provocaron un incendio. Se destruyó el chapitel principal derribando en su caída las dos bóvedas góticas de Gil de Hontañón, que fueron sustituidas por dos bóvedas baídas, pintadas las pechinas de la inferior con imágenes de San Leandro, San Ildefonso, San Gregorio y San Anselmo, descubiertas bajo un revoque posterior. La restauración de su fachada, en 2001, aportó otra sorpresa: la aparición de las armas del rey José I Bonaparte, rey de España entre 1808 y 1813. «Tales armas pueden encontrarse en monedas y en documentos oficiales correspondientes a su reinado, pero su supervivencia en una fachada puede considerarse como excepcional y única», asegura Rafael Domínguez Casas, profesor de Arte de la Universidad de Valladolid y experto en heráldica y emblemática, en su estudio 'Escudo de Felipe III con las armas de José Napoleón I en el Monasterio de San Benito el Real de Valladolid'. Hasta entonces había permanecido oculto durante casi dos siglos.

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Sobre el escudo real de la portada hubo un retablo de piedra de tres cuerpos y tres calles con escenas en relieve, del que en la actualidad solo sobrevive el soporte inferior moldurado, sostenido por cuatro ménsulas barrocas. Las armas de Felipe III fueron picadas y sobre la superficie lisa resultante se pintaron las armas reales de José Napoleón I Bonaparte. Del tiempo de Felipe III se conserva la superficie del escudo y el collar del Toisón de Oro.

El templo, sin crucero, se organiza en tres naves de gran altura. Las fachadas laterales se articulan mediante contrafuertes. En 1571 se asentó la reja, obra de Tomás Celma, que abarca las tres naves y divide transversalmente la iglesia en dos. La reja es lo único que quedó en el templo tras la desamortización de Mendizábal en 1835, cuando el monasterio se transformó en cuartel y la iglesia quedó cerrada al culto hasta 1892. Desde 1897 es la Orden del Carmen Descalzo la que se hace cargo de la iglesia.