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En 2023 «el más grandioso (pasaje) de cuantos conocemos en España» cumplirá 138 años. «No le hay igual en otra capital de España y es bastante mejor que otros muchos con que cuentan en el extranjero», decía el cronista de la época, en alusión, entre ... otras, a la galería milanesa Vittorio Emanuele II, a la Saint Hubert, en Bruselas y a las Galerías Colbert de París. Aunque su inauguración oficial no tuvo lugar hasta el 24 de septiembre de 1886, el Pasaje Gutiérrez comenzó a ser parte de la historia de Valladolid un año antes: la fecha está labrada en la reja de la entrada principal, por la calle Fray Luis de León. 1885 puede leerse en unas cifras de evidentes rasgos modernistas. «Es más elegante y más espacioso que el magnífico con que cuenta Zaragoza, no hay ni en Madrid ni en Barcelona ni en Sevilla ninguno que con él pueda compararse», continuaba la crónica publicada en El Norte de Castilla al día siguiente de su inauguración.
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Diseñado por el arquitecto vitoriano Jerónimo Ortiz de Urbina, a instancias del acaudalado empresario de origen cántabro Eusebio Gutiérrez (se dedicaba a la compra de terrenos y a la construcción, tenía dos fábricas de harina, en Tudela y cerca de Villagarcía de Campos, además de una ferretería en la calle de Cantarranas, una fábrica de resinas y otra de producción de aceites y jabones), del que recibe su nombre, el Pasaje Gutiérrez fue declarado Bien de Interés Cultural con categoría de monumento histórico-artístico en 1998. La razón social Gutiérrez y Urrutia construyó el grupo de cuatro casas, con el pasadizo que atraviesa las plantas bajas, con la finalidad de instalar comercios. Pero «el murmullo de las conversaciones de los paseantes y la música de los conciertos que allí se dieron se marchitaron con la misma rapidez», recogían las crónicas de principios del siglo XX.
El año del centenario de su inauguración lo celebró con la noticia de su restauración, tras ceder sus propietarios la propiedad de uso del paseo al Ayuntamiento, a cambio de su rehabilitación. Pero ésta no se hizo efectiva hasta finales de 1987. Fueron los arquitectos Ángel Luis Fernández y Fernando Inglés, al frente de un equipo de alumnos de la Escuela de Arquitectura, los encargados de redactar el proyecto de rehabilitación.
La actual cubierta acristalada, con vidrio de la fábrica de cristales de La Granja, Segovia, no es la original, que estaba decorada con yeserías. El grupo escultórico formado por dos niños que sostienen un reloj, en el balcón próximo a la entrada desde Fray Luis de León, es del taller parisino de Jules Visseaux, y representan a los protagonistas de la novela 'Paul et Virginie', de Jacques-Henri Bernardin de Saint-Pierre. Otro de los elementos más reconocibles del Pasaje es el Mercurio (dios del Comercio) que preside la plaza central; copia de la obra de Juan de Bolonia. En el pedestal figura la inscripción de la fundición francesa Val d'Osne (Sociedad de Altos Hornos y Fundiciones de Arte del Val d'Osne). La escultura se eleva desde el suelo por un mascarón (el dios Eolo) que sopla bajo uno de sus pies. En los ángulos de la rotonda se levantan cuatro figuras de terracota que representan las cuatro estaciones del año: otoño (con una copa en la mano), verano (ramo de espigas), primavera (con flores sobre una bandeja) y el invierno (con frutos, una corona de acebo y un jarrón brasero de estilo romano a sus pies). Las pinturas del techo son obra del artista palentino Salvador Seijas Garnacho. Cinco composiciones al fresco que representan las alegorías del Comercio, la Industria, la Primavera, la Agricultura, y Apolo y las Bellas Artes.
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