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Corría el año 1911 cuando Vicente Calabaza Pérez (Peleas de Arriba, Zamora, 1871) mandó levantar en el número 11 de la calle Alonso Pesquera, esquina con Fidel Recio, un edificio para ubicar su fábrica y la vivienda familiar. El 19 de enero de ese mismo año había nacido su primer hijo, Vicente, el mayor de los ocho hijos que tuvo con su mujer, Carlota Gutiérrez Polanco (Los Corrales de Buelna, Cantabria, 1880). Un par de años antes, este empresario disolvió la razón social Rodríguez y Calabaza, dueña de la fábrica de mosaicos La Esperanza, quedándose únicamente él al frente del negocio. «Mi abuelo se fue a Uruguay a principios del siglo XX a hacer fortuna, como tantos en aquella época, y a su regreso se instaló en Valladolid», recuerda su nieto José Luis Calabaza.
Fue el padre de José Luis, Vicente Calabaza Gutiérrez (Valladolid, 1911) quien, ya al frente del negocio, decidió dar un giro al nombre comercial 'La Esperanza. Gran fábrica de mosaicos y piedra artificial de Vicente Calabaza' por Almacenes Calabaza, comercio vallisoletano con más de cien años de historia. «Escaleras, balaustradas, tubería de cemento, mostradores, mesas, bañeras, lavabos, lavaderos, fregaderas, pesebres, sepulturas, cementos, cal de Zumaya, azulejos...», rezaban los anuncios de los años veinte en El Norte de Castilla.
Edificio modernista
Hasta que el edificio de Alonso Pesquera estuvo terminado, Vicente Calabaza regentaba su negocio en un local de la calle Labradores (entonces Ruiz Zorrilla, por el político soriano Manuel Ruiz Zorrilla). Su nieto José Luis Calabaza Llano trasladó la tienda al número 17 de la calle Santuario, tras vender su padre a un grupo inmobiliario en el año 2005 el icónico inmueble modernista, esquina con Fidel Recio, hoy restaurado pero sin uso, cuya fachada está incluida en el Catálogo de Bienes Protegidos de la capital. «La crisis de la construcción a finales de los años noventa hizo que el endeudamiento fuera insostenible y a mi padre no le quedó otra opción que vender», señala José Luis Calabaza.
Vicente Calabaza Gutiérrez, el hijo mayor del fundador, contrajo matrimonio con Esperanza Llano Partearroyo. Su único hermano varón Eliseo –eran seis mujeres y dos hombres– falleció en la Guerra Civil, así que Vicente fue quien dio el relevo a su padre. «Cuando mi padre se casó construyeron en el solar de la fábrica una casa para que viviera allí con mi madre. Y allí vivimos nosotros. Mi padre y mis dos tías solteras vivieron en el edificio principal hasta que se vendió», rememora la tercera generación de este negocio centenario que hoy sigue vivo en otras manos en el número 6 de la calle Portillo de Balboa, reconvertido antes del traspaso por José Luis Calabaza en una empresa de venta de materiales de construcción y reformas. «La crisis del 2008 también nos hizo mucho daño», recapitula el nieto del fundador.
Otros comercios históricos de Valladolid
Vicente y Esperanza tuvieron cinco hijos: Mari, Vicente, Conchita, Masu y José Luis. Fue el pequeño el que cogió el testigo de su padre en la empresa familiar donde estuvo hasta su jubilación en 2014. «Mis hijos se han querido dedicar a otras cosas».
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