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Valentín Gómez Gutiérrez, lagunero, escogió el barrio de Las Delicias de la capital para abrir su primer obrador de panadería. Corría el año 1895. En los primeros años del siguiente siglo el negocio se trasladó al número 36 de la Carretera de Segovia (hoy Avenida), donde permaneció hasta 1994; año en que se inauguró un nuevo obrador en el número 21 de la calle Pirita, en el Polígono San Cristóbal, donde en la actualidad trabaja la quinta generación de la familia Gómez al frente de El Fiel. Además del obrador Valentín llegó a tener 14 despachos de pan en la ciudad, de los que hoy su biznieto Javier y sus cuatro tataranietos –Raúl, César, Ruth y Roberto– mantienen seis. «El más antiguo que todavía está abierto es el de la calle San Antonio de Padua, junto a la Plaza San Miguel», cuenta Javier Gómez Soaldea, cuarta generación de un negocio que este 2022 cumple 127 años.
A Valentín le dio el relevo su único hijo: Ángel Gómez Martín. «Ángel se fue a 'hacer las Américas'. No estuvo mucho tiempo pero, además de un mono y un loro, se trajo de allí varias ideas para el negocio, por ejemplo, lo que hoy es el puré de patata de sobre», cuenta Raúl Gómez. No fue fácil convencer a su padre. «Probad nuestros cereales panificados para sopa. Avena, habas, guisantes, muelas, maíz, patatas, alubias, lentejas. Hervir esta cantidad con agua, leche o caldo», reza un sobre de El Fiel de los años cuarenta. «Aquello no prosperó y casi se arruina», recuerda su biznieto.
Casado con Nicasia Esteban Lobete, de la localidad burgalesa de San Martín de Rubiales, el matrimonio tuvo cuatro hijos: Manuel, María, Felipa y Teodoro. Fue Teodoro (Valladolid, 1911), quien se hizo cargo del negocio. Con el nombre registrado desde 1929, fue el fundador quien se lo puso. «En los mercados había unas casetas en las que un guardia municipal pesaba el pan, que tenía que tener un peso justo. Algo muy difícil porque según el tiempo de cocción el peso varía. Nuestro pan siempre pensaba lo mismo, así que se le ocurrió utilizar la idea de fidelidad al peso exacto para apodar su panadería», cuenta su biznieto Javier. Y así, hasta hoy. Los Gómez siguen al pie de la letra la receta original de su tatarabuelo.
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Teodoro se casó con Benita Soaldea Rincón, con la que tuvo tres hijos: María Teresa, José Luis y Javier. Todos, con Benita a la cabeza, dedicados en cuerpo y alma a El Fiel. Hoy son los hijos de José Luis y Javier los que llevan las riendas de un negocio que, en 1994, se amplió con pastelería. «Hacemos los dulces que se hacían siempre en casa. Los croissants son lo más demandado».
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