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Año 1909, en plena «época de oro» de la Escuela. En la primera fila empezando por la izquierda están los profesores Luciano Sánchez Santarén, Ángel Díaz y Sánchez, José Martí y Monsó (director), González G. Valladolid y Salvador Seijas. El Norte de Castilla, foto de Terol
Historia: las huellas en la ciudad de la Escuela de Arte de Valladolid

Las huellas en la ciudad de la Escuela de Arte de Valladolid

Historias de aquí ·

En sus aulas han recibido formación muchos de los más destacados artistas vallisoletanos, como los pintores Eduardo Benito, Marcelina Poncela o Aurelio García Lesmes, o el escultor zamorano Baltasar Lobo, una de las referencias internacionales del arte del siglo XX

Jesús Anta

Valladolid

Jueves, 15 de septiembre 2022, 19:50

Valladolid puede presumir de contar con una institución educativa que acumula mucho prestigio en su dilatada historia: la que tradicionalmente se conoce como la Escuela de Arte y que abre su nueva sede en el barrio de La Rondilla. Su nombre oficial es el de Escuela de Arte y Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales, y hunde sus raíces ni más ni menos que en la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción, creada en 1779.

En la escuela, que primigeniamente se llamaba de Bellas Artes, han recibido formación muchos de los más destacados artistas vallisoletanos. Los pintores Eduardo Benito, Marcelina Poncela o Aurelio García Lesmes o el escultor zamorano Baltasar Lobo, una de las referencias internacionales del arte del siglo XX, son una pequeñísima muestra de alumnos de esta institución que luego han adquirido una notable proyección artística.

Fachada del edificio de la Escuela en la calle Leopoldo. Cano.

Las materias que se impartían, muy diversas y con un programa educativo muy abierto, han permitido que profesionales que no tenían como meta la creación artística sí pasaran por sus aulas para formarse en alguna disciplina: algunos arquitectos han adiestrado en la Escuela su mano de dibujante.

Mas si destacan alumnos, no menos lo hacen un buen número de profesores, algunos de los cuales antes fueron alumnos de la misma, como la escultora contemporánea Ana Jiménez, autora de la Fuente de los niños –popularmente conocida como 'La bola del mundo'- de la plaza de España, o la de 'La bella Candia', la niña que se mece en un columpio en la plaza Ribera de Castilla, en el barrio de la Rondilla. Y si de profesores seguimos hablando, sin duda debe citarse a Ángel Díaz Sánchez; algunas de sus esculturas pueden contemplarse en el Museo de la Universidad de la plaza de Santa Cruz. Suyas son las alegorías de la Industria y la Agricultura cuyas figuras presiden la fachada de la Estación del Norte. O Ramón Núñez Fernández –que fue director de la Escuela-, autor del Sagrado Corazón que corona la torre de la Catedral desde 1923.

En la imagen de arriba, 'Los mosquitos al vino', de Ángel Díaz Sánchez. Obra premiada en la Exposición Nacional de 1904. Fue creada en escayola, pero en 1995 el profesor de la Escuela, Carlos López, con ayuda del alumnado, la fundió en bronce, y una copia de la misma se exhibe en el Museo del Vino de Peñafiel. Abajo, a la izquierda, Alegorías de la Industria y la Agricultura, flanqueando el escudo de Valladolid, que coronan la fachada de la Estación del Norte, obra del escultor Ángel Díaz, y a la derecha, la bella Candia, la niña que se mece en un columpio en la plaza Ribera de Castilla, en el barrio de la Rondilla, obra de Ana Jiménez. El Norte / Alberto Mingueza
Imagen principal - En la imagen de arriba, 'Los mosquitos al vino', de Ángel Díaz Sánchez. Obra premiada en la Exposición Nacional de 1904. Fue creada en escayola, pero en 1995 el profesor de la Escuela, Carlos López, con ayuda del alumnado, la fundió en bronce, y una copia de la misma se exhibe en el Museo del Vino de Peñafiel. Abajo, a la izquierda, Alegorías de la Industria y la Agricultura, flanqueando el escudo de Valladolid, que coronan la fachada de la Estación del Norte, obra del escultor Ángel Díaz, y a la derecha, la bella Candia, la niña que se mece en un columpio en la plaza Ribera de Castilla, en el barrio de la Rondilla, obra de Ana Jiménez.
Imagen secundaria 1 - En la imagen de arriba, 'Los mosquitos al vino', de Ángel Díaz Sánchez. Obra premiada en la Exposición Nacional de 1904. Fue creada en escayola, pero en 1995 el profesor de la Escuela, Carlos López, con ayuda del alumnado, la fundió en bronce, y una copia de la misma se exhibe en el Museo del Vino de Peñafiel. Abajo, a la izquierda, Alegorías de la Industria y la Agricultura, flanqueando el escudo de Valladolid, que coronan la fachada de la Estación del Norte, obra del escultor Ángel Díaz, y a la derecha, la bella Candia, la niña que se mece en un columpio en la plaza Ribera de Castilla, en el barrio de la Rondilla, obra de Ana Jiménez.
Imagen secundaria 2 - En la imagen de arriba, 'Los mosquitos al vino', de Ángel Díaz Sánchez. Obra premiada en la Exposición Nacional de 1904. Fue creada en escayola, pero en 1995 el profesor de la Escuela, Carlos López, con ayuda del alumnado, la fundió en bronce, y una copia de la misma se exhibe en el Museo del Vino de Peñafiel. Abajo, a la izquierda, Alegorías de la Industria y la Agricultura, flanqueando el escudo de Valladolid, que coronan la fachada de la Estación del Norte, obra del escultor Ángel Díaz, y a la derecha, la bella Candia, la niña que se mece en un columpio en la plaza Ribera de Castilla, en el barrio de la Rondilla, obra de Ana Jiménez.

Sin duda uno de los principales protagonistas de la historia de la Escuela es José Martí y Monsó. Valenciano de nacimiento, en 1863 recala en Valladolid al ganar una cátedra en la Escuela de Artes y Oficios, a la que estuvo ligado todo el resto de su vida. Fue su director desde 1871 hasta su fallecimiento, en 1912, con setenta y dos años cumplidos. Dio brillo y fama a la Escuela, hasta el punto de que consiguió que el Ministerio la elevara a la categoría de Superior y se considerara de las mejores de España. Además, fue impulsor del ingreso en la Escuela de mujeres con inquietudes artísticas.

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La materia educativa y los nombres de la Escuela, como las demás de España, han tenido numerosos cambios, pues si bien ahora está centrada en el arte y la restauración y conservación, hubo años en que en Valladolid también se impartían estudios para formar profesionales de la artesanía y oficios industriales, sobre todo a raíz que de mediado el siglo XIX, la producción industrial adquiriera gran importancia: talleres de ferrocarriles, industrias de la dársena del Canal de Castilla, etc.

Clase de modelado, en una imagen de El Norte de Castilla, el 21 de diciembre de 1935. Foto Cacho

En el año 1881, se crearon las escuelas de Artes y Oficios, que se refundieron con las existentes de Bellas Artes, cuyas enseñanzas tenían carácter práctico y gratuito, y se impartían con horario nocturno para que los obreros pudieran asistir a las clases para que adquirieran un oficio o perfeccionaran el que ya tuvieren. En el curso 1906-1907 llegó a tener cerca de 1.500 alumnos. En una nueva reorganización llevada a cabo en 1910 se separaron las escuelas de artes de las escuelas industriales.

La Escuela, que ahora va a recalar en la calle Mirabel, antes estuvo en el colegio de Santa Cruz, y desde el curso 1939-1940 en la calle Leopoldo Cano en una vieja casa de viviendas que en 1959 se derribó, y sobre suyo solar se levantó el edificio que ahora abandona. Durante las obras, la Escuela se instaló en la de Peritos Industriales.

Imagen del nuevo edificio, en el barrio de La Rondilla.

La nueva sede de la Escuela se debe a uno de los estudios más prestigiosos de Valladolid: González Arquitectos se llama desde hace unos pocos años. Un estudio que se ha asentado sobre la solvencia del arquitecto Primitivo González. González Arquitectos tiene obra en numerosas poblaciones, incluido, por supuesto, Valladolid: los Juzgados de la calle de las Angustias o el Centro Cívico y el auditorio de Laguna de Duero son dos ejemplos.

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