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Fachada de la iglesia vallisoletana de San Martín vista desde el pavimento. Rodrigo Ucero

Los misterios que esconden los suelos de Valladolid

La ciudad, al detalle ·

¿Por qué la calle de la Platería cuenta con baldosas de diferentes colores o a qué se debe el triángulo en el pavimento de la calle Jesús? La ciudad no solo relata su historia en los edificios: observar el piso de las calles puede llegar a desvelar interesantes enigmas urbanísticos

Antonio Giraldo

Valladolid

Miércoles, 14 de septiembre 2022, 08:02

¿Os acordáis cuando de pequeños nos decían eso de que por favor mirásemos al suelo al caminar si es que alguna vez nos tropezábamos con un adoquín o pisábamos algún desafortunado excremento de mascota? Tiene su razón fundamentada: casi todo lo interesante siempre está por encima de nosotros. Ese edificio del siglo XVIII con el escudo de piedra en la entrada, ese nido de golondrina sobre la cornisa de nuestro portal, esa cara de cabreo de nuestra madre o padre después de haber pisado ese excremento...

Ciertamente, lo difícil es ir mirando al suelo. En Madrid incluso dicen eso «de Madrid al cielo» (quizá con fe en que, aunque de alguna forma todos acabaremos más bien en el suelo o bajo él, aspiramos a llegar al cielo incluso construyendo rascacielos). Pero ¿qué pasa con ese suelo, el del adoquín suelto? ¿es realmente tan poco interesante?

Si preguntamos a gente ajena a la rama profesional qué es para ellos el urbanismo, seguramente la mayoría responda que edificios, calles, jardines, arquitectura, burocracia... Pero en urbanismo existe una materia que es más importante que cualquier otra y está por todas partes: el suelo.

El suelo, por decirlo rápido, lo es todo. Las personas nacen y mueren, los edificios se construyen y se caen, las historias se cuentan y se olvidan, pero lo que pisamos con los pies es, al menos hasta que el cambio climático siga haciendo sus estragos, inamovible.

Entre vallisoletanos es bien sabida la historia de 'la Venecia de Castilla', a la que yo mismo dediqué un artículo en esta sección de ciudad al detalle. Hablamos de aquellos ya lejanos años en los que la Esgueva atravesaba el centro de la capital pucelana dividido en tres ramales (aunque, siendo un poco autoindulgentes, no eran de ese corte romántico como en la capital del Véneto, sino poco más que lugares donde verter aguas residuales) que finalmente desembocaban en aquel entonces desconocido y dado de espalda río Pisuerga. ¡Menos mal que pasaba!

Hoy de todo eso ya solo quedan unas cuantas canalizaciones e historias de viejos puentes casi romanos enterrados en parkings subterráneos y viejas bóvedas de ladrillo. Pero ojo a ese adoquín suelto del suelo, porque si dais un paseo por la calle Santiago igual os tropezáis con uno que de repente no es del clásico color grisáceo oscuro que tiene toda la calle. A la altura del número 26, de repente, los adoquines cambian abruptamente de forma y color formando un tramo pétreo que secciona la calle durante unos cinco metros. ¿Qué es todo eso? Tomando por un momento el plano de Valladolid realizado por Ventura Seco en 1738 encontramos la respuesta: se trata de una silueta que dibuja el lugar exacto por donde antaño pasaba el ramal sur de la Esgueva. Y si queréis fascinaros más, también podéis localizar un tercer color de adoquín, uno entre ocre y dorado formando un rectángulo cruzando de alguna forma ese viejo río. Y es exactamente lo que estáis pensando: la silueta impresa del lugar que ocupó un viejo puente que cientos de ciudadanos pasaban cada día hasta que el alcalde Miguel Íscar decidiera terminar con la historia de riadas y suciedad que la Esgueva causaba. Es solo una recreación sobre el pavimento, pero el puente original no anda muy lejos porque todavía existe. A varios metros bajo el suelo, eso sí.

Adoquines que marcan el lugar donde hubo un puente en la calle Santiago. R. Ucero

Si sois frecuentes paseantes del centro vallisoletano quizá hayáis visto otro caso similar… Me refiero al número 8 de la calle de la Platería, más o menos. ¿Os habéis fijado en ese pequeño tramo de cinco metros donde la baldosa gris presente en toda la calle cambia a una de un color negro más oscuro y algo más pulida y brillante? Así es, estáis cruzando el espacio físico que durante miles de años cruzó el segundo ramal de la Esgueva. Claro, no había entonces edificios, sino que era un paso continuo que atravesaba por la plaza del Val hasta su desembocadura por la Rosaleda.

¿Y no os habéis planteado por qué llamamos a esa plazuela 'del Val'? Si buscamos en la RAE el significado de ese término solo devuelve un resultado: la palabra valle. ¿El valle de la Esgueva, quizás? Justo detrás de las casas de la calle Platería se abrían entonces unas traseras hacia esa vaguada. Y por eso la plaza actualmente es un culo de saco, porque es el resultado de haber enterrado un río y haber construido sobre él. ¿Os habéis también parado a observar un poco más detenidamente la modesta fuente que hay allí ahora? ¿Y os habéis fijado dónde está exactamente? Está justo en el mismo tramo de pavimento negro que atraviesa Platería, y que continúa atravesando toda la plaza. Es más, es que la propia fuente es un rectángulo simulando ser el propio cauce del río sobre el que exactamente está. Desde luego que es como para ir mirando al suelo y a veces caerse para atrás del peso de la historia.

Pero no todos esos rastros pétreos que puedes encontrarte cuentan lo mismo. Hace escasos años, como muchos sabréis, el Ayuntamiento de Valladolid decidió sacar de la Plaza Mayor el poco tráfico que quedaba en ella, que eran el paso de buses por la acera de San Francisco y los dos accesos al aparcamiento subterráneo. Fueron estos accesos lo que propició una obra para retraerlos a las dos calles colindantes a la propia Casa Consistorial mediante dos túneles de modo que no quedaran en superficie en medio de la plaza. De este modo se reformaron esas dos calles, Manzana y Jesús. Es en esta segunda calle donde después de esta obra apareció en el suelo una especie de triángulo que aparentemente rompe con el diseño del resto de la calle. ¿Qué podía ser? Si mal no recuerdo hubo hasta algún concejal de la oposición a la corporación municipal que enseguida manifestó públicamente una queja por ese supuesto descuido o mal diseño.

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Pero nada de eso. La calle de Jesús es una calle relativamente nueva, y lo es porque hasta 1908, año en que se inaugura la actual casa consistorial sustituyendo a la insustituible y espléndida vieja casa consistorial herreriana que había llegado desde el siglo XVI, no seguía exactamente el mismo trazado de ahora. Y es que la construcción del nuevo ayuntamiento requisó de más espacio del que tenía el anterior edificio y hubo que hacer algunas demoliciones en edificios colindantes. La mala fortuna, quizá, hizo que justo en esa calle se situara la Iglesia de Nuestro Padre Jesús Nazareno, un edificio del siglo XVII que con el viejo trazado de la calle Jesús lindaba bien, pero no con el nuevo, pues quedaba justo en el medio.

Templo de Nuestro Padre Jesús Nazareno y, en baldosín claro, su antiguo trazado. R. Ucero

Entonces se planteó la demolición total de la iglesia –cosa que hubiera sido un infortunio en una ciudad donde por desgracia nos sobran– para finalmente acabar siendo demolida 'solo' parcialmente. Y es que lo que se hizo fue recortarla. Se demolió justo la fachada delantera y la sección de la nave central que quedaba en el nuevo trazado para posteriormente construir una nueva fachada retranqueada a la nueva alineación. Eso sí, esta fachada nueva se edificó en el material de moda en la época, de ladrillo. El mismo que luce el actual ayuntamiento, levantado simultáneamente.

Llegado 2018 se tomó la decisión de realizar un fantástico quiebro de diseño en ese pavimento de la calle Jesús para señalar exactamente la vieja alineación de la Iglesia, justo en la parcela que ocupaba hasta principios del siglo XX. Historia del urbanismo pura y dura. Aquel concejal parece que se adelantó a la colocación de la placa de bronce que cuenta esto allí mismo, en el suelo, y claro está que no conocía tampoco esta historia.

No muy lejos de ahí existe otro rastro pétreo en el suelo mucho más sutil y mucho menos relevante, pero también habla de historia. Aunque un poco más reciente.

Estoy ahora mismo en San Benito, una de las mejores plazas vallisoletanas. Llena de edificios de altísimo valor como el viejo Monasterio de San Benito el Real, la iglesia homónima, o el Mercado del Val. Casi todos los pucelanos coincidirán en señalar esos edificios como los mejores exponentes de la plaza dejando de lado precisamente al que quiero traer a este texto, al edificio que ocupa la sede de la VIVA (Sociedad Municipal de Suelo y Vivienda de Valladolid). Si preguntamos por él quizá los comentarios vayan en otra dirección… y es que este edificio no tiene mucho que ver [¿o sí?] con sus colindantes. Es un edificio contemporáneo de líneas rectas y forma trapezoidal. Para muchos «un atentado», o eso dijeron del pobre hace ya unos lustros cuando se inauguró allá por 2006, que vino a sustituir a una vieja casa de viviendas que fue demolida por estado de ruina en 1995, dejando durante casi una década un solar, eso sí, con unas vistas envidiables.

Precisamente esas vistas fue lo que llevó al arquitecto vallisoletano Javier Blanco, cuando se le encargó hacer una nueva construcción para esa parcela, a considerar una propuesta muy interesante: el nuevo edificio no ocuparía la totalidad de la parcela, sino que se levantaría aproximadamente sobre el 60% de ella, cediendo ese otro 40% a la plaza. Es decir, dejando el mínimo espacio necesario en el edificio levantado para albergar las oficinas. Si hubieran sido viviendas para la venta, me parece a mí que esta idea de ceder volumen 'altruistamente' no hubiera sido posible (ni rentable).

El quid de esta historia es que, aunque el nuevo edificio no ocupe toda la parcela, la parcela, por supuesto, sigue existiendo. Y la podemos ver perfectamente porque ese suelo que no se ocupó está señalado todo ello con baldosas negras. Ese trozo de suelo diferente junto a la sede de la VIVA es el perímetro que ocupaba la vieja edificación de 1995, así que hoy nos podemos hacer una idea de cómo entonces cerraba mucho más la perspectiva de la plaza que Javier Blanco quiso conservar. No está vacío, hay un tragaluz a nivel de calle por una cosa muy divertida: sobre la superficie no existe nada, solo esas baldosas ampliando la plaza, pero sí lo hay en el subsuelo porque claro, ¿por qué no iban a ocupar todo lo posible bajo tierra si están dentro de su propia parcela?

Y por hacerle un poco más de justicia a este pobre infravalorado edificio, la piedra que cubre su modernista (entiéndase como contemporánea) fachada es exactamente la misma que sostiene los muros de San Benito, cuya composición de ventanas también inspira la composición del edificio de la VIVA incluso en los cerramientos metálicos. Y, además, nos sigue señalando esa vieja alineación. ¿No es esto un motivo para darle una segunda oportunidad?

Si continuásemos con esta caminata quizá podríamos pasar por esas siluetas de piedra sobre el suelo de la vieja muralla del Alcazarejo, a pocos metros de la sede de la VIVA, o caminar hacia la plaza de San Miguel y averiguar en el pavimento por dónde pasaban los muros de la ya desaparecida Iglesia de San Miguel, por ejemplo. Pero, por ahora, me parece sensato dejaros los próximos a vosotros, lectores, pues muchos lugares quedan aún por descubrir.

Vivir en una ciudad milenaria que ha sido pisada por mucha gente antes que nosotros hace que estemos dejando huella sobre huella, piedra sobre piedra e historia sobre historia. Quizá no fuese tan mala idea de caminar mirando al suelo, al fin y al cabo, pues también es muy cierto ese otro dicho que muchos de nuestros padres y madres también decían: es mejor vivir con los pies en la tierra. Y caminado de esta forma también vemos el mundo que nos rodea, lo comprendemos y aprendemos de él.

Mucha suerte para todos si os toca el excremento, y ojo si es el adoquín suelto, que quizá puede esconder una historia de hace siglos.

Sobre el autor

  • Antonio Giraldo es geógrafo y urbanista. Es 'influenciador' en redes sociales, donde escribe sobre urbanismo y temas relacionados.

  • Consulta todos los artículos del autor en el siguiente enlace

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