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Donato, en el centro y su hijo Luis (izquierda) con un colaborador, en 1945. Vídeo de Rodrigo Ucero
Comercios históricos: Botería Donato Sanz Nieto

El último botero de La Seca

Donato Sanz Nieto fue la cuarta generación de una saga familiar dedicada al mundo del vino. Heredó de su padre el oficio de los 'donatos'. Su hijo Luis, 'el botero', ayudó en el negocio pero fue Donato quien, a sus 76 años, bajó la persiana de este tradicional comercio vallisoletano

Sonia Quintana

Valladolid

Lunes, 16 de enero 2023, 00:26

«Se hacen botas de todas las clases y tamaños. Especialidad en la pez. Se arriendan corambres». Donato Sanz Nieto (La Seca, 1890) fue botero y corambrista, oficio que aprendió de sus antepasados, una familia ligada al mundo del vino desde mediados del siglo XIX, conocida en La Seca como 'los donatos'. Donato fue el segundo de once hermanos y el que cogió el testigo de la botería familiar. En el Anuario del Comercio, de la Industria, de la Magistratura y de la Administración, de 1886, su autor, Carlos Bailly-Bailliere, ya citaba la botería de Donato Sanz e hijos como una de las cuatro que había en La Seca; junto a la de Fernando Alonso, Silverio Mollano y Faustino Rico. «En la época de mi abuelo ya solo estaba su botería. A nosotros en La Seca se nos sigue conociendo como los hijos de Luis, 'el botero'. Eso es lo que hemos heredado», cuentan orgullosos al unísono María Isabel y Luis Sanz Ayllón, nietos de Donato Sanz Nieto.

El padre de Donato, Roque Sanz Alonso, se quedó al frente del negocio familiar, que anteriormente había heredado su padre, Antonio; y éste de su padre, Donato; el que dio nombre a la conocida saga familiar de La Seca. Hoy la bodega de 'los donatos', que quedó en manos del tercero de los hijos de Roque, Segundo, es la más antigua de la Denominación de Origen Rueda. «Los Sanz son una familia muy grande», apostilla María Isabel. «En aquellos años el vino se comercializaba por arrobas y los pellejos se usaban para transportar el vino», recuerda Luis. Casado con Cecilia Lorenzo del Toral, Donato se quedó al frente de la botería y fue él quien, en 1966, con 76 años, bajó para siempre la persiana de este comercio tradicional.

«Nuestro abuelo empezó curtiendo pieles y de ahí luego fue haciendo más cosas», señalan María Isabel y Luis. «Mi padre estuvo trabajando con él unos años, hasta que se casó con mi madre, y luego tuvo un señor que iba a ayudarle un tiempo. Compraba el material en Burgos y luego lo trabajaba en su botería, debajo de los soportales de la Plaza Mayor», recuerda María Isabel. «En los últimos tiempos el negocio de la botería ya no era lo que había sido y se reinventó arreglando botas y acondicionando el espacio para tomar también un vino. A él le daba algo de dinero y la gente iba a chatear ahí», comentan sus nietos María Isabel y Luis.

Donato, en el centro y su hijo Luis (izquierda) con un colaborador, en 1945. Abajo, Luis y María Isabel, nietos de Donato.
Imagen principal - Donato, en el centro y su hijo Luis (izquierda) con un colaborador, en 1945. Abajo, Luis y María Isabel, nietos de Donato.
Imagen secundaria 1 - Donato, en el centro y su hijo Luis (izquierda) con un colaborador, en 1945. Abajo, Luis y María Isabel, nietos de Donato.
Imagen secundaria 2 - Donato, en el centro y su hijo Luis (izquierda) con un colaborador, en 1945. Abajo, Luis y María Isabel, nietos de Donato.

Donato y Cecilia tuvieron cinco hijos: Tomasa, María Luz, Herminia, Luis y Teodoro. «El primer hijo varón es el que, por tradición, se quedaba a ayudar en el negocio familiar; por eso mi padre estuvo un tiempo en la botería con mi abuelo. Después decidió dedicarse a la labranza y la ganadería. Pero tenía conocimientos y hasta muy tarde siempre hacía cositas en casa que le pedía la gente!, cuenta María Isabel. Ninguno de los cuatro hijos de Luis Sanz Lorenzo (La Seca, 1924) e Isabel Ayllón Mena siguieron la tradición. »Con mi padre se acabó«, sentencian los hermanos Sanz Ayllón, que conservan muchos recuerdos de su abuelo en la botería de La Seca.

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