Asentados en la Abadía de Retuerta desde 1143 -su primer enclave en España- los religiosos de la orden de canónigos premostratenses llegaron a la capital, de forma casi clandestina, en el siglo XVII. En 1627 abandonaron la abadía de Santa Cruz, en Ribas (Palencia), y ... se mudaron a Valladolid. Sin pedir autorización se instalaron en unas casas situadas en las Cuatro Calles (hoy Empecinado y Padilla). Tras varios pleitos, en octubre de 1630, los premostratenses firmaron su sumisión jurisdiccional y económica y, dos años más tarde, se trasladaron al que iba a ser su emplazamiento definitivo, en la calle Teresa Gil. Entre 1630 y 1659 fueron adquiriendo diversas casas y solares contiguos a diversos propietarios y en el siglo XVIII empezaron la construcción de las dependencias conventuales, sobre cuyo solar, tras su derribo en 1916, se levantó el icónico edificio de ladrillo de la Escuela Normal, hoy colegio público Antonio García Quintana.
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Sonia Quintana
El primer maestro de obras del convento fue Francisco Bajo quien, siguiendo las trazas de Francisco de Praves -arquitecto del duque de Lerma y Maestro Mayor de Obras de Felipe IV- comenzó la construcción del monasterio: celdas, librería, iglesia, coro refectorio, oficinas... y claustro (cuadrado, con cinco arcos por crujía sobre pilares con pilastras adosadas), que tuvo como modelo el del Monasterio de Prado. Tras la muerte de Bajo los religiosos contrataron a los maestros de cantería Juan de Répide y Bartolomé del Castillo. A mediados de 1600 se levantó también una caballeriza y durante el siglo XVIII se construyó la nueva iglesia, dedicada a Nuestra Señora de los Afligidos, y cuyo arquitecto fue Manuel Serrano. La inauguración del templo tuvo lugar el 25 de abril de 1795.
La fachada del templo, ligeramente retranqueada respecto a la línea de la calle Teresa Gil, era de ladrillo y de forma semicircular. El interior, de una sola nave en forma de cruz latina y «con capillas de arco a los costados divididas por columnas», tal y como la describió el historiador vallisoletano Casimiro González García-Valladolid. Tenía tres entradas. «La central envuelta en complicado marco, de líneas curvas y quebrantadas», dejó escrito el historiador de Arte, académico y catedrático de la Universidad de Valladolid Juan José Martín González quien, junto con la fachada de San Juan de Letrán la consideró «lo más barroco de Valladolid».
El edificio permaneció en pie, aunque dedicado a otros fines, hasta el siglo XX. Durante la ocupación francesa se destinó la iglesia de San Norberto para hospital y almacén de materiales de construcción. En el convento convivieron los religiosos con los oficiales franceses. Adquirido por el Ayuntamiento de Valladolid para colocar en él el Cuartel de Milicia Nacional de todas armas, extinguida ésta, fue Escuela Normal de Maestros y escuela pública de párvulos, además de la primera Casa de Socorro que hubo en Valladolid. Antes fue depósito de bombas y otras dependencias municipales, en cuyo interior se guardaron las figuras principales del monumento a Colón, antes de ser instalado junto al Campo Grande; o la estatua del Conde Ansúrez, entre otras. En él tuvieron además lugar algunos concursos y exposiciones en las ferias de diferentes años.
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