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Ubicada en el cruce de la calle Encarnación con San Julián (hoy San Ignacio), detrás del primitivo Alcázar (sobre el que hoy se levanta el Monasterio de San Benito con su iglesia) estuvo una de las primeras parroquias de Valladolid: la iglesia de San ... Julián y Santa Basilisa. Levantada durante el reinado de Fernando I de León, 'el Magno', en el siglo XI, permaneció en pie cerca de ocho siglos; hasta 1777, año en que se derribó. Hoy sobre su solar se levanta un bloque de viviendas particulares.
Edificada por los primeros repobladores astures, al igual que su vecina, la también desaparecida Iglesia de San Miguel (dedicada en su origen a San Pelayo y considerada la primera parroquia de Valladolid), la iglesia de San Julián y Santa Basilisa tenía una capilla destinada a los reyes. Según Antolínez y Canesi hacía la función, además, de capilla palatina. En la época del conde Ansúrez fue patrono Alfonso García de Torres, guarda mayor del rey Alfonso VI de León, 'el Bravo', hijo de Fernando I. Sus descendientes siguieron la tradición y, trescientos años más tarde, en tiempos del rey Juan II de Castilla, otro Alfonso García de Torres, también guarda mayor del rey, se ocupó del patronazgo. En el siglo XVI se hizo cargo del patronazgo la Cofradía de Nuestra Señora de la Paz y, en 1720, se instaló allí la Cofradía de San Aniano. Después se instituyó en ella la congregación de la Buena Muerte y Corazón de Jesús.
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Sonia Quintana
Rodeada por un atrio, según el dibujo que Ventura Pérez realizó de ella a mediados del siglo XVIII para enriquecer la 'Historia de Valladolid' que Juan Antolínez de Burgos había escrito en el primer cuarto del siglo XVII, la fachada era de ladrillo. Rematada con espadaña y frontón, tenía una ventana de medio punto a media altura. La puerta era un portal con columnas toscanas. Sufrió continuas reformas a lo largo de los siglos. Se cambió la orientación debido a los cambios urbanísticos de la zona, trasladándose la capilla mayor a la antigua zona de los pies y viceversa. Se abrió la puerta principal a la actual calle de San Ignacio y la de la calle Encarnación se cerró en 1739. En 1740, el párroco, junto con el licenciado Diego Alonso, decidió hacerla más grande y en el mes de julio de aquel año comenzó el derribo. A los problemas económicos se unió la muerte del párroco y las obras quedaron interrumpidas.
En 1775 se trasladaron los objetos de culto a la Iglesia de San Ignacio y, en 1777, se derribó el edificio en su totalidad. Entre las imágenes trasladadas estaban las figuras del matrimonio de santos, muy venerados a partir del siglo VIII. «El 11 de Noviembre de 1775 pasaron a la iglesia de San Ignacio, a las cinco de la tarde, (...) encima del tabernáculo pusieron a los dos santos San Julián y Santa Basilisa», dejó escrito Ventura Pérez. Hoy las esculturas de esta pareja de santos pueden verse en la Iglesia de San Miguel y San Julián (antes parroquia de San Miguel, San Julián y Santa Basilisa).
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