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Valladolid, piedra sobre piedra

El convento vallisoletano de Santa Clara: el de los grandes privilegios

El primitivo monasterio nació en las casas de una influyente dama vallisoletana del siglo XIII llamada doña Sol

Sonia Quintana

Valladolid

Martes, 20 de septiembre 2022, 00:05

La Orden de las Hermanas Pobres de Santa Clara, conocidas como Clarisas, se establecieron en Valladolid en el siglo XIII en las casas de una influyente dama vallisoletana llamada doña Sol. En aquella vivienda nació el primitivo convento de Santa Clara de Asís, localizado en ... la zona de extramuros de la entonces villa; uno de los más antiguos de la ciudad. En 1246 el Papa Inocencio IV promulgó la bula 'Agni sponsa nobilis', en la que reafirmaba el poder de la iglesia y su origen divino, por la que permitió que la comunidad femenina de Valladolid construyese iglesia y monasterio. El de Valladolid se supone creado un año después, en 1247, por una compañera de Santa Clara, bajo la advocación de Todos los Santos; luego cambiaría por la de la santa fundadora de las clarisas.

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Santa Clara fue la primera y única mujer en escribir una regla de vida religiosa para mujeres. Luchó por la vocación de pobreza de su comunidad, negándose a recibir bienes que acomodasen su vida. En 1216 consiguió que Inocencio III les otorgase el 'privilegio de la pobreza'. Tradicionalmente se la representa –como puede verse sobre la puerta de la entrada de la iglesia vallisoletana– con el hábito de las clarisas (sayal marrón –con el tradicional cordón de tres nudos de cuyo cinturón sale un rosario– y velo negro). Sus atributos son la custodia y el báculo.

A la bula papal de Inocencio IV le siguieron otros privilegios otorgados por monarcas castellanos, nobleza y miembros del clero que facilitaron su instalación definitiva en la capital del Pisuerga. Innumerables han sido las personalidades protectoras de este convento a lo largo de los siglos. En el XV, Juan Arias del Villar, obispo de Oviedo y Segovia y presidente de la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid, facilitó los fondos para reedificar el convento y, en 1485 se levantó la portería y la iglesia gótica, cuyo cuerpo principal se mantiene en la actualidad.

Construida totalmente en piedra y sin ninguna decoración, la iglesia es de una sola nave de grandes dimensiones, con coro alto y bajo. A mediados del siglo XVIII el edificio amenazaba ruina y fue reformado de nuevo, conservando la forma que se le dio en el siglo XV. Según Canesi, la iglesia fue demolida «desde los cimientos», aunque se respetó su estructura y se reutilizaron gran parte de sus materiales. Aquellos obras finalizaron en 1742.

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Doce años antes, en 1730, se acordó la realización del retablo mayor con el escultor vallisoletano Pedro de Correas, que lo terminó en 1732. En el lado de la epístola se encuentran cuatro pinturas sobre tabla de Antonio Vázquez. En la capilla mayor se puede ver el conjunto funerario del siglo XVI de la familia Boniseni, con esculturas yacentes de alabastro, quien adquirió el patronato de la capilla en 1525. La sillería del coro bajo está presidida por una escultura de la Inmaculada, de Gregorio Fernández; un crucifijo gótico del XVI y un calvario gótico del XIII. La iglesia primitiva, que ahora sirve de coro bajo, alberga dos capillas: una fundada por Inés de Guzmán condesa de Trastámara, y la otra por Alfonso de Castilla, hijo natural del rey Pedro I de Castilla, 'el Cruel' o 'el Justo'.

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