El cronista | Callejeando por Valladolid
Colón, la calle que alberga «la cuarta carabela»El cronista | Callejeando por Valladolid
Colón, la calle que alberga «la cuarta carabela»La calle de Colón es el resultado de la modernización urbana del Valladolid medieval. Se formó uniendo dos calles que discurrían en paralelo separadas por una hilera de casas. Eran calles estrechas, tanto que una de ellas se llamaba Angosta, y aunque la otra tenía ... el nombre de Ancha de la Magdalena, no lo era tanto a tenor del plano de Ventura Seco de 1738.
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Ambas nacían en la desaparecida plaza del Duque (detrás del Colegio de Santa Cruz) y desembocaban delante de la iglesia de la Magdalena
Las casas que las separaban se derribaron en 1889 y nació una nueva calle que el Ayuntamiento bautizó como Colón, en honor del ilustre personaje que, según la tradición, murió en una casa donde en el siglo XX se construyó el Museo de Colón.
Comienza la calle en la esquina que forma con la de Juan Mambrilla, donde está el convento de las Salesas. Una esquina a la que asoma una ampliación que llevó a cabo el convento en 1902, y que ofrece una curiosa arquitectura entre ecléctica y regionalista. El autor de esta ampliación es el arquitecto Luis Ferrero y Tomás, que firma los planos en 1902.
Otro arquitecto notable de Valladolid es Teodosio Torres, que pocos años después hizo la tapia del convento que, partiendo de esta esquina, continua por la calle de Colón.
Colón se cruza con la calle Cárcel de la Corona, nombre que viene del siglo XVI pues en este lugar estuvo el presidio de los clérigos sujetos a la jurisdicción eclesiástica. Y las otras dos calles, como Estudios y Facultad de Medicina, es evidente que sus nombres están relacionados con la Universidad.
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El bloque de casas del número 18, que tiene 54 viviendas, se construyó en 1954 sobre dos solares que cedió el Ayuntamiento a la Obra Sindical del Hogar.
Desde luego, si hay dos referencias destacadas en la calle estas son el Museo de Colón y la iglesia de la Magdalena.
La Casa Museo de Colón se inauguró en mayo de 1968, y en 2006 se hizo una importante ampliación.
Pocas veces una inauguración como aquella del 22 de mayo de 1968 tuvo tanto espacio en la prensa vallisoletana. El Norte de Castilla dedicó seis páginas del periódico del día siguiente: «Será para siempre una cuarta carabela que surcará la mar infinita de Castilla», exclamó Gregorio Marañón Moya en su discurso, y Jaime Alba alabó el museo, que según él era «El homenaje de Valladolid a los pueblos libres y soberanos que forman la familia Hispánica». El alcalde, en un discurso previo a la inauguración oficial, dijo que «Valladolid tenía contraída una deuda con la memoria de una de las más insignes figuras de la historia mundial, que precisamente va a reparar, aunque sea en parte, dentro de unos momentos».
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Su construcción se hizo sobre el solar en el que había una casona que la tradición considera el lugar de fallecimiento del almirante, sin que en absoluto sea cierto, pues falleció en el convento de San Francisco (cuya fachada daba a la plaza Mayor).
La construcción imita la tipología de una casa de aire palaciego que al parecer había adquirido su hijo, Diego de Colón, en la isla de Santo Domingo.
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La ampliación de 2006 se llevó a cabo en el marco del V centenario del Descubrimiento, sobre una parte del convento de las Salesas cedida al Ayuntamiento. Al nuevo edificio se le dio aspecto de proa de barco.
El interior del Museo simula un barco, y con un sonido de mar de fondo, se va relatando, mediante paneles, audiovisuales, objetos y voces en off, la historia del descubrimiento, pero también los cambios tecnológicos que permitieron emprender viajes transatlánticos: brújulas, astrolabios, cartografía, la forma de los barcos, la disposición de las velas, etcétera.
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De la iglesia de la Magdalena poco se puede añadir a lo archisabido: el escudo de su fachada, considerado como el más grande de España tallado en piedra, que representa el escudo de armas de don Pedro de la Gasca (1485-1567), Virrey del Perú y que fue obispo de Palencia y Sigüenza, cuyo sepulcro en alabastro está en el centro de la nave de la iglesia. Y su origen, una ermita que estaba al cabo de la villa y donde comenzaba lo que se conoce como el prado de la Magdalena: lugar fresco en verano, regado por uno de los brazos de la Esgueva y profusamente arbolado, ahora reconvertido en uno de los parques de la ciudad más frecuentado y agradable.
Mas lo que acaso se conozca menos de esta iglesia, mandada construir en el siglo XVI por de la Gasca, es que guarda el recuerdo de un tal Sanctomé, capitán del ejército que luchó contra los soldados del obispo de Palencia, en uno de tantos encontronazos producidos durante muchos años porque la abadía de Valladolid quería independizarse de aquel obispado.
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Y, por supuesto, aunque solo asome una parte, es imprescindible señalar el Arco mudéjar de la Magdalena o del palacio de María de Molina. Es un edificio singular de Valladolid, donde los haya, por arquitectura e historia. Tan singular que de hecho, no hay consenso entre arqueólogos e historiadores, acerca de si fue parte del palacio de la gran reina María de Molina, o una de las puertas de la ciudad; o acaso las dos cosas: que una vez abandonado el palacio, fuera cedido al Concejo y este lo aprovechara cuando se hizo una nueva muralla a finales del siglo XIII. En cualquier caso, es incomprensible que no se haya buscado una solución para que pueda verse al completo desde la calle.
Frente a la iglesia, el número 3 de la calle es un bloque de viviendas contemporáneo construido sobre el solar que hasta los años 70 del siglo pasado ocupaba la llamada Casa de los Capellanes. Vinculada a la Magdalena, conserva del siglo XVI el portal de piedra y sendos escudos.
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Y aquí, el final de calle de Colón, comenzaba el famoso y otrora frecuentado Prado de la Magdalena, ahora reducido a un pequeño parque en torno a un lago que evoca el cauce del Esgueva que antaño lo atravesaba.
Jesús Anta recorrerá la calle Fuente el Sol, llamada antiguamente calle de las Arcas porque llevaba el agua hasta la fuente de la Plaza de San Bartolomé. Se trata de la calle principal del barrio de la Victoria, que le cruza completamente, y está llena de vida.
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