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El Norte
Valladolid desaparecido

El colegio de doncellas nobles de Valladolid

Situado en el paraje denominado 'Los Cuatro Arquillos', en el barrio de San Pedro, el edificio del conocido como Colegio de los Daza desapareció a finales del siglo XVII

Sonia Quintana

Valladolid

Miércoles, 22 de marzo 2023, 00:20

Situado en el paraje denominado 'Los Cuatro Arquillos', en el barrio de San Pedro, el Colegio de Doncellas Nobles de Nuestra Señora de la Asunción de Valladolid ha pasado a la Historia de la ciudad como Colegio de los Daza, apellido de su fundador, el ... segoviano Luis Daza. Abogado de la Real Chancillería de Valladolid, Luis Daza fue un reputado letrado del siglo XVI que contó entre sus clientes con los duques de Alba, de Feria, de Medina Sidonia, de Medinaceli o los condes de Benavente, entre otros. También defendió los intereses del almirante de Castilla y la Princesa de Éboli. Toda la aristocracia española de la época desfiló por su despacho.

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Nada que ver con los colegios para hijos de aristócratas, el de los Daza tampoco era un centro de enseñanza al uso. «No había profesorado más que de labores. No se enseñaba más que a cantar el oficio en el coro. Carecía e biblioteca, si se exceptúan los libros de música y coro y dos o tres libros más», recoge el historiador palentino Luis Fernández Martín, académico de la Real Academia de la Historia, en su estudio sobre esta institución vallisoletana, que surgió como idea de una obra pía de Luis Daza. El cotizado letrado dispuso en su testamento que con parte de su hacienda se instaurara en Valladolid un colegio de doncellas nobles. Primero pensó en crear un colegio universitario de letrados «a servicio de Dios», después un hospital de enfermos pobres y, finalmente, una casa de recogimiento para hombres o mujeres, que es lo que finalmente se hizo: una casa de recogimiento «de doncellas honradas pobres o mujeres viudas o cuando se ausentasen sus maridos o cuando ellas viniesen a Valladolid a pleitos».

El único hijo de Luis Daza, Miguel, fue el encargado de poner en marcha esta institución benéfico-social a la muerte de su padre, en 1586, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Asunción. Su padre había dejado un total de 8.000 ducados para esta obra pía que quería fundar. El edificio fue levantado en un solar que Miguel Daza compró detrás de las casas principales de su padre, en la calle de Relatores, esquina a la de la Huerta Perdida, hoy Democracia. Se fijó en 6 el número de colegialas. Debían de tener entre 14 y 25 años y ser tres naturales de Valladolid y otras tres, de Segovia; preferentemente parientes del fundador. No podían tener más de 200 ducados de hacienda «sin su cama, vestidos y joyas», ni sus padres ni sus abuelos podían ser «moros ni judíos ni penitenciados por el Santo Oficio» y ellas no podían haber tenido ni tener «oficio vil ni mecánico», ni haber servido a nadie. En 1593 Miguel Daza, patrono de la institución, dispuso, entre otras, la posibilidad de admitir colegialas que aportaran su dote y pagaran sus alimentos. La estancia máxima en el colegio se fijó en nueve años.

El uniforme de las colegialas era el hábito de San Hierónimo: una saya entera blanca con manga de punta, de grana o estameña y escapulario de tafetán leonado y una cinta de cuero ceñida. El tocado era una toca o beatilla prendida debajo de la barba con sobretoca encima cubierto todo el cabello. Las descendientes del fundador podían vivir allí sin el hábito pero no podía usar vestidos de colores ni de seda. Sus vestidos debían de ser de tafetán liso negro. El tocado sí era obligatorio para todas las residentes. Las ocupaciones de las moradoras se reducían a decir las horas en el coro a su tiempo y a coser y bordar. Se levantaban en verano a las seis y en invierno a las siete. A la comida oían leer vidas de santos.

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«Nunca gozó de edificios nobles que pudiesen desafiar el paso de los siglos. Tampoco tuvo patronos de grandes posibilidades económicas. La penuria económica generalizada en España a finales del siglo XVII determinaron su desaparición», señala el académico Fernández Martín en su escrito. En 1726 el obispo de Valladolid -tras perder la familia Daza la línea sucesoria pasó el patronato a manos del prelado de la diócesis- decretó la unión de este colegio con el de Niñas Huérfanas, situado fuera de la Puerta del Campo, cerca del Hospital de la Consolación. Antes de desaparecer, el edificio fue comprado por el Convento de los Santos MÁrtires Cosme y Damián y fue un tiempo Hospedería del convento de los Mártires de la Orden de los Basilios.

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