El nacimiento del Cinema Roxy: el más ambicioso y moderno de Valladolid
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El arquitecto Ramón Pérez Lozana ideó el segundo gran edificio de la ciudad, tras el Cine Coca, exclusivamente dedicado a ver películas | Respondía con modernidad a la demanda de salas que la industria del celuloide requería en las primeras décadas del siglo XX
El 4 de marzo de 1936 se inauguró el Cinema Roxy con la película 'Don Quintín el Amargao' del director Luis Marquina y guion de Ugarte y Buñuel. La cinta, sonora con música de Jacinto Guerrero, se proyectó con éxito ante un aforo de 1.150 espectadores, 650 en la sala de butacas y otros 500 también cómodamente sentados en el anfiteatro, los cuales la pudieron ver sobre su pantalla de siete metros de anchura. A partir de ese día, el Roxy fue el sexto cine de Valladolid y el más ambicioso y moderno de los construidos desde la primera proyección pública en la ciudad el 11 de septiembre de 1896; se consolidaba ya como una capital del celuloide.
Los hermanos José y Emilio de la Fuente habían encargado el proyecto al arquitecto ovetense Ramón Pérez Lozana después del éxito que tuvo la empresa cuatro años antes con el cine Lafuente, cuyo nombre resultaba de unir las dos últimas palabras del apellido de la familia y que fue proyectada por este mismo arquitecto en la calle Mantería.
Para Pérez Lozana era su tercer edificio destinado a proyectar películas después de que, en sus dos anteriores, Lafuente y Capitol, hubiera ensayado soluciones y diferentes estéticas para el nuevo tipo de salas surgido con el nacimiento de esta industria emergente. El proyecto lo firmó en abril de 1935, donde en sus planos se definía perfectamente el espacio para las proyecciones: era una caja rectangular con la sala de butacas en una ligera pendiente de caída para permitir una buena visibilidad en todas ellas y un techado en diente de sierra que facilitaba su correcta acústica. Sobre la platea se extendía el anfiteatro como una visera encima de las diez últimas filas de la sala de butacas. Para acceder al interior de la sala y al anfiteatro había que atravesar el porche de taquillas, cubierto al exterior por una pequeña marquesina, y el vestíbulo con bar y guardarropa. Sobre él, un segundo vestíbulo de acceso al anfiteatro servía de bar con la barra bajo las primeras filas del graderío, también como acceso a la sala de fumadores con ventanales de la fachada.
Este modo de salas era nuevo, surgido exclusivamente para ver películas, y aunque también las cintas de celuloide se proyectaban en teatros, ambos tipos de edificios diferían claramente en su forma.
Los cines no tenían escenario ni camerinos ni la sala tomaba la forma de una herradura. Tampoco había una serie de niveles de palcos al fondo. La novedad de los espacios diseñados exclusivamente para ver películas se utilizó por primera vez en Valladolid en 1930 para el cine Coca, proyectado por el arquitecto Joaquín Secall Domingo, al que siguieron los tres de Pérez Lozana: Capitol, Lafuente y Roxy. Y es que las otras dos primeras referencias como iniciales construcciones de cines en Valladolid fueron edificios de un uso mixto que servían tanto para espectáculos de actuaciones en directo como para proyecciones cinematográficas. Así, el Salón Pradera de 1910 y el Teatro-Cine Hispania de 1915 no prescindieron de un escenario ni del fondo de la sala en curva como tampoco de los distintos niveles de graderíos abrazando sus patios de butacas.
Para conocer el inicio de la forma que la arquitectura dio a estos cines tenemos que recordar el Cinema Scala, en la ciudad suiza de La Chaux-de-Fonds, pionero de este tipo arquitectónico en Europa. Fue construido en 1916 durante la Gran Guerra por el arquitecto suizo-francés Charles Édouard Jeanneret, quien tomaría en París, años más tarde, el nombre de Le Corbusier, el padre de la Arquitectura del Movimiento Moderno. La sala del cine Roxy, como la del Lafuente, retomaron su misma forma: sala de butacas con un anfiteatro en visera dentro de una caja ciega rectangular. De este modo ya se habían proyectado anteriormente cines en España, como algunos de Madrid: en 1931 el Cine-Teatro Fígaro, entre 1931 y 1933 el Cine Capitol e incluso con anterioridad, de 1928, se podría incluir al Cine Europa dentro de este mismo tipo. Edificios de manos de arquitectos que dieron referencia a la arquitectura moderna española como Felipe López Delgado, Luis Feduchi con Vicente Eced y Luis Gutiérrez Soto, empeñados como Ramón Pérez Lozana en hacer una arquitectura moderna distante de los cánones que marcaban los estilos historicistas, en estos casos para responder con modernidad a la demanda de salas que la industria del cine requería en las primeras décadas del siglo XX.
Volviendo al día en que se inauguró el Cinema Roxy, el 4 de marzo de 1936, unos meses antes del inicio de la Guerra Civil Española, sendas fotografías tomadas a medio día por el fotógrafo Gerbolés atestiguan tanto la calidad del espacio en el interior del cine, horas antes de su apertura al público, como la imagen de la fachada que entraría en la memoria arquitectónica y cinematográfica de la ciudad.
La fachada difería en varios temas respecto a la que Pérez Lozada dibujó en el proyecto once meses antes. El primero, y más anecdótico, era su nombre. El inicial, Tenaful, que se ve rotulado en el plano y que corresponde al anagrama del apellido de sus propietarios y de su primer cine -resultado de cambiar las letras de la palabra Lafuente para obtener un nuevo nombre- fue sustituido por el definitivo Roxy. Con él retomaban el nombre del empresario que construyó en 1913 el primer cine de Nueva York, S. L. Rothapfel, apodado Roxy.
Pero el Roxy vallisoletano tuvo que cambiar su nombre inaugural durante la guerra por la prohibición de emplear referencias anglosajonas, por lo que tuvo hubo que sustituirlo durante cuatro años por el de Cinema Radio. Tras el final de la Guerra Civil, el 17 de noviembre de 1941 recuperó el inicial Roxy no sin el permiso preceptivo de la autoridad militar competente. Así, el «cine de los cinco nombres», pasaría de llamarse Tenaful en el proyecto de 1935 a Roxy en 1936 para cambiar ese mismo año a Cinema Radio. En 1941 se llamó Roxy de nuevo y a esta lista habría añadir en 1996 Multicines Roxy, tras la reforma de los arquitectos Bentabol y Rodrigo. Actualmente, con la compra por el empresario Enrique Cerezo, se llama Casino Roxy, todo un récord para referirse a un mismo edificio.
Pero lo que creo que más puede interesarnos es explicar su lenguaje arquitectónico, resultante de los cambios en su proyecto de 1935 a lo que Gerbolés fotografió en 1936. El inicial predominio de bandas verticales agrupando los ventanales se sustituyó por la organización en bandas horizontales. También se cambió su proporción achaparrada por la de un cuadrado perfecto, aumentando una planta más. Sobre esta última el edificio se remataría mediante tres franjas horizontales.
Su composición carece de ornamentos, es limpia y elegante utilizando fundamentalmente como materiales el estuco y el vidrio decorativo en las ventanas. Era la estética que caracterizaba su época, la de las máquinas, el maquinismo de una modernidad puesto en evidencia asimismo en la forma de los dos ventanales circulares con referencia a los ojos de buey de los barcos. Estética que junto a la solución ya analizada de su organización de la sala y el anfiteatro le ha servido para entrar por derecho propio en el Registro Internacional de la Fundación Do.Co.Mo.Mo. Ibérico.
Para explicar este cambio hacia una mayor modernidad, la referencia principal estaría en el «estilo» arquitectónico del que está teñida esta fachada, surgido a partir de 1920 con carácter internacional y que tomó su nombre 'art déco' de la Exposición Universal de París de 1925 sobre las Artes Decorativas e Industrias Modernas («arts décoratifs et industriels modernes»). Estas ideas de modernidad influirían en todas las artes: moda, pintura, cinematografía… etcétera, así como en la arquitectura, donde se planteaba una etapa de transición sin rupturas entre los estilos historicistas y lo que sería la futura arquitectura moderna.
Aunque evidenciamos esta relación del cine Roxy con el 'art dèco', sin embargo, no sería del todo correcto incluirlo exclusivamente en este estilo arquitectónico, aunque sí se encuadra dentro de su influencia.
Siguiendo los trabajos de Nieves Fernández Villalobos, quien estudió en profundidad este edificio en el capítulo dedicado a este edificio en el libro 'Arquitectura de cine', en él coexiste la influencia del 'art déco' junto a permanencias racionalistas como la inclusión de estas bandas que recorren la cornisa. También se encuentran formas procedentes del cubismo en sus vidrieras diseñadas por la Unión de Artistas Vidrieros de Irún, incluso utilizando geometrías rigurosas cercanas a las experiencias del artista Josef Albers en la Bauhaus. Un resultado compatible en una modernidad alternativa que su arquitecto, Ramón Pérez Lozana, sumó con erudición para ofrecer un edificio que ha terminado incorporado a la memoria de la renovación en los inicios de la arquitectura del Movimiento Moderno.
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