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Bautizada como la calle Francos -debido al establecimiento de soldados franceses en esta zona de la ciudad tras la toma de Toledo en 1085-, esta artería de la capital, considerada la más antigua de Valladolid, acogió en el siglo XVII en su trazado hasta siete ... casas palaciegas. En el actual número 17 de la hoy denominada calle Juan Mambrilla -en los terrenos del actual Colegio Compañía de María 'La Enseñanza'- estuvo situada una de las viviendas más importantes de la ciudad: la casa del marqués de Revilla. El marqués, Antonio de la Vega, arcediano de la Catedral de Santo Domingo de la Calzada, no fue sin embargo su primer dueño. De la Vega adquirió el inmueble en 1548 por la cantidad de 5.300 ducados de oro a Alonso de Silva.
Su primer propietario conocido fue Luis Vázquez de Acuña y Osorio (1426-1495), obispo de Burgos; quien se lo dejó en herencia a Diego de Osorio, maestre escuela de la emperatriz Isabel. Éste se la vendió a Diego de Rivera, obispo de Segovia; a quien heredó su sobrino Alonso de Silva, último propietario antes de llegar a manos del marqués de Revilla, alférez mayor de Valladolid, quien se estableció en ella con su sobrina Ana, a quien más tarde cedería su propiedad.
Huerta con noria para regar
«El edificio principal no tenía excesivo tamaño pero el solar alcanzó unas dimensiones muy considerables, tanto por las construcciones aleatorias que se fueron añadiendo, como por la gran extensión de su jardín y huerta equipada con noria para su riego, hasta el punto de convertirse en una de las mayores propiedades privadas de la urbe», tal y como señaló Jesús Urrea en su discurso de ingreso a la Real Academia de Doctores de España. Precisamente para este jardín, en 1610, Diego de la Gasca, marido de la sobrina del marqués, contrató al cantero Juan de la Lastra para que construyera un estanque.
En el siglo XVII, siendo el inmueble propiedad de Melchor Gasca de la Vega (hijo del marido de la nieta de Ana, heredera de su abuela, que murió sin tener hijos), la casa presentaba un deterioro importante, que continuó agudizándose hasta principios del siglo XVIII, momento en el que el por entonces marqués de Revilla decidió arreglarla y mandó realizar en la fachada el frontispicio con la corona del marquesado, que se mantiene en la actualidad. Años después, en 1788, el desbordamiento de la Esgueva afectó notablemente a la casa palaciega, que tuvo que volver a ser restaurada.
En 1801, durante doce días, se alojaron en este palacio los reyes de Etruria, los infantes de España, Luis I y María Luisa; quienes hicieron parada en Valladolid en su viaje a Italia para ser coronados reyes del estado vasallo denominado Reino de Etruria, que comprendía el Ducado de Parma y el Gran Ducado de Toscana, creado aquel año por Napoleón Bonaparte.
En noviembre de 1808 la casa, siendo propiedad del V marqués de Revilla, fue saqueada por los soldados franceses. Soltero y sin descendencia, al morir, en 1829, la casa cerró y dejó de ser la residencia familiar de los marqueses. María Francisca de Paula, última propietaria miembro de la familia, lo alquiló. Primero, al obispo José Antonio de Rivadeneira, en 1831; y luego, al recaudador de contribuciones, en 1849. Finalmente, en 1851, se lo vendió al matrimonio Remírez de Longa por 75.000 reales. La casa pasó a ser conocida entonces como la residencia de los Longa.
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Sonia Quintana
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Solo 28 años después la familia Longa se deshizo del palacio vendiéndoselo, en 1879, a las religiosas de la Compañía de María que por aquel entonces acababan de instalarse en Valladolid. Fueron éstas las que a los largo de los años han realizado las mayores modificaciones del inmueble para adaptarlo a su uso actual. Del palacio original solo quedan en pie la portada principal, los seis relieves de la escalera, la galería posterior y las ocho columnas que estuvieron en el salón noble de la casa.
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