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«La ciudad de Valladolid quedó ayer sumida en el estupor y la indignación tras producirse el primer atentado terrorista en la historia reciente de la capital de Castilla y León. (...) El atentado ocurrió poco después de las 8:20 de la mañana, cuando un hombre y una mujer de unos 30 años, que esperaban en un bar colindante con el número 10 de la calle Turina, se acercaron por detrás al coronel y le dispararon dos veces en la cabeza y una en la cadera, causándole la muerte en el acto».
Era el 15 de junio de 1990. El terrorismo golpeaba con saña en nuestra ciudad en la persona del coronel de Infantería Manuel López Muñoz, de 61 años, abulense de nacimiento pero afincado desde hacía muchos años en Valladolid, donde desarrolló buena parte de su carrera militar. A López Muñoz, víctima de los llamados Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre, más conocidos como GRAPO, le va a homenajear el Ayuntamiento poniendo su nombre a la nueva plaza del edificio Puente Colgante, que se encuentra delimitada por las calles Puente Colgante y Juan Sebastián Elcano, la Avenida Reyes Católicos y el Paseo del Cid.
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Los GRAPO habían sido creados en 1975 como brazo armado del Partido Comunista Español Reconstituido (PCE-R), organización de ideología marxista-leninista que, tomando como modelo la lucha guerrillera, pretendía establecer un régimen comunista en España tras la muerte de Franco. Su actividad terrorista abarcó todo tipo de acciones, desde asesinatos con explosivos, secuestros, atentados contra locales institucionales, policiales, sedes de partidos y sindicatos, etc. A los GRAPO se atribuyen 87 asesinatos desde su primera víctima, un guardia civil en agosto de 1975, si bien se dieron a conocer a finales de 1976 con el secuestro de Antonio María de Oriol y Urquijo, presidente del Consejo del Estado y ex ministro de Justicia, y más aún con el atentado en la cafetería madrileña 'California 47', en mayo de 1979, que acabó con la vida de 8 personas y dejó más de 40 heridos.
El atentado de Valladolid fue perpetrado meses después del asesinato, también por los GRAPO, de José Ramón Muñoz, jefe de medicina interna en el Hospital Servet de Zaragoza (noviembre de 1989), y de una manera similar. En efecto, si a aquel le dispararon tres tiros a bocajarro, alcanzándole en el cuello, cabeza y hombro y acabando con su vida en apenas diez minutos, a López Muñoz le dispararon dos veces en la cabeza y una en la cadera quedando muerto en el acto. El día 20, la organización terrorista GRAPO asumía la autoría del atentado en un comunicado publicado en el diario 'Egin': decían haber actuado en represalia por el fallecimiento, veinte días antes y por huelga de hambre, de su compañero José Manuel Sevillano.
Nacido en Ávila el 21 de diciembre de 1928, López Muñoz había ingresado en el Ejército como soldado en 1949, para iniciar su carrera militar en la Academia de Zaragoza dos años después. Toda su vida castrense, sin embargo, transcurrió en Valladolid: primero en el Regimiento de Infantería de San Quintín y luego en la Capitanía de la VII Región Militar. También ejerció como ayudante de varios generales. En 1986 ascendió a coronel del Ejército de Tierra y un año después pasó a la reserva activa como secretario particular del gobernador militar de Valladolid, con sede en la antigua Capitanía General. Casado con María Teresa Represa del Prado y padre de cuatro hijos (uno de ellos, Manuel, fue delegado territorial de la Junta de Castilla y León en Soria entre 2011 y 2019), era también secretario de la Real Sociedad Hípica. Pertenecía, además, a una familia abulense muy conocida, pues uno de sus miembros, Fernando López Muñoz, fue alcalde de Ávila y otro -Pedro López Muñoz- presidió la Caja de Ahorros abulense. El 19 de julio de 2000 se le concedería la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo, y, cinco años después, el ascenso de empleo con carácter honorífico y a título póstumo.
Al día siguiente del asesinato, cerca de 3.000 personas asistieron al funeral, celebrado en la iglesia de San Pablo y en el que, a la salida, se profirieron gritos contra el gobierno de Felipe González. El coche fúnebre se dirigió luego a Ávila, donde se celebró el sepelio. Los asesinos habían alquilado un piso en la calle Pelota para perpetrar el asesinato. Vigilaban a diario al militar y lograron pasar desapercibidos entre los vecinos. Aquella mañana del 15 de junio de 1990, en torno a las ocho, bajaron a tomar un café al bar Estribos, situado muy cerca del portal donde residía López Muñoz, en el barrio del Cuatro de Marzo. Cuando lo vieron salir, dejaron apresuradamente la consumición y uno de ellos, Guillermo Vázquez Bautista, según sentencia probada, efectuó los disparos. Acto seguido, Olga Oliveira Alonso salió de la cafetería, dijo «ya está» y echó a correr.
El coronel quedó tendido en un charco de sangre. Nada más oírse las detonaciones, uno de los hijos bajó vistiéndose y se encontró con su padre muerto. Los terroristas huyeron por el Paseo de Zorrilla y aunque ese mismo día la policía montó un amplio dispositivo de controles en la capital y en las principales vías de salida de Valladolid, no pudieron dar con ellos. El 27 de noviembre eran detenidos en Madrid Fernando Silva Sande, María Jesús Romero Vega, Jesús Cela Seoane y los citados Olga Oliveira Alonso y Guillermo Vázquez Bautista, de los que, como consecuencia del asesinato, fueron condenados todos menos Cela Seoane.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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