Comercios históricos de Valladolid: Viveros Gimeno
Cuando los árboles llegaban a Valladolid desde Zaragoza
Comercios históricos de Valladolid: Viveros Gimeno
Cuando los árboles llegaban a Valladolid desde ZaragozaEn los años cincuenta del siglo XIX Pedro Lafuente y su esposa Miguela Villalba, labradores de Sabiñán, compran varias fincas de olivares, viñedos y cultivos que, junto con otras tierras heredadas, dedican al negocio de la arboricultura y floricultura, dando origen a «la casa más ... antigua de Aragón», tal y como, un siglo después, siguen publicitando el negocio sus sucesores. Al matrimonio le da el relevo su hija Dominica Lafuente Villalba, casada desde 1879 con Epifanio Gimeno Durán (Embid de la Ribera, 1858), quien hereda las fincas y el negocio familiar. Es su hijo Manuel Gimeno Lafuente (Sabiñán, Zaragoza, 1883) quien da continuidad al negocio de los viveros de plantas en Sabiñán, municipio perteneciente a la comarca de Calatayud, en la provincia de Zaragoza. Y es Manuel quien trae el negocio a la capital vallisoletana.
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Casado en 1910 con Teotiste Sanjuán Mené (Sabiñán, 1884), cuya familia se dedicaba al cultivo y venta de árboles frutales, Manuel Gimeno Lafuente decidió ampliar las ventas a nivel nacional y comenzó a viajar por distintos puntos de la geografía española. «Terminada la Guerra Civil vino a Castilla porque aquí había pocos árboles y pensó que sería un buen lugar para venderlos. Mi abuelo era muy buen comerciante. Se recorría las hermandades de labradores, iba a visitar a la gente que tenía fincas... Luego llamaba a su mujer y sus hijos por teléfono a Sabiñán y les daba los pedidos. Allí preparaban los paquetes con anea y broza, plástico no había entonces; los mandaban por ferrocarril a Valladolid y mi abuelo los recogía», cuenta Manuel Gimeno Casares, biznieto de Pedro Lafuente y Miguela Villalba, fundadores de los viveros familiares.
La vida de Manuel Gimeno Lafuente transcurre durante años entre su pueblo natal, donde vive su familia, y Valladolid, donde pasa trabajando los inviernos. «La época más adecuada para efectuar las plantaciones con buen éxito es desde primeros de noviembre hasta fines de febrero. Las plantaciones que hayan de hacerse en terreno secano, se hacen con preferencia en noviembre y diciembre, para que de este modo puedan beneficiarse de las humedades del invierno», reza uno de los catálogos de la empresa de aquella época. Albaricoqueros, acerolos, almendros, avellanos, cerezos, ciruelos, granados, higueras, manzanos, membrilleros, moreras, nogales, acacias, rosales, cipreses, adelfas, cedros, abetos... El listado de árboles y flores era interminable.
Pero el 22 de enero de 1942 un fatal accidente se cobró la vida de Manuel en Valladolid. «Se cayó por las escaleras en un café del centro de la ciudad y se desnucó. Estaba hospedado en el Hotel Madrid, como acostumbraba cuando estaba aquí. Y hasta Valladolid vinieron mi bisabuela y sus hijos para recoger el cadáver. Es en ese viaje a Valladolid cuando se conocen mis abuelos: Jesús Urbano Gimeno Sanjuan (Sabiñán, 1912) y María Luisa Casares Bocos (Valladolid, 1921). Mi abuela era hija de los dueños del Hotel Madrid«, cuenta Samuel GImeno.
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Sonia Quintana
Fue Jesús quien dio el relevo a su padre en Valladolid. «Mi abuelo vio entonces necesario abrir una 'sucursal' en Valladolid y alquiló a un señor llamado Nicéforo una parte de su finca para utilizarla como depósito de árboles. Ya entonces los árboles se traían hasta Valladolid en camión. La 'sucursal' no estuvo siempre en la misma finca; fue alquilando diferentes, hasta que compró una y allí se instaló definitivamente», recuerda Samuel Gimeno Pérez, copropietario hoy del negocio junto a su hermana Carmen. Casados en 1945, el matrimonio tuvo 11 hijos: Manuel, José Luis, Javier, María Jesús, Antonio, Fernando, Miguel Ángel, Carmen, María Luisa, María Rosa y María Isabel. Todos, en mayor o menor medida, permanecen vinculados al negocio familiar, que abre viveros también en Palencia y Salamanca.
En los años noventa del siglo pasado los hermanos deciden dividir el negocio familiar y es el primogénito, Jesús Manuel Gimeno Casares (Sabiñán, 1946), 'Manolito', quien se queda con el vivero situado en la carretera de Renedo, hoy Centro de Jardinería Viveros Gimeno. Casado con Carmina Pérez (Valladolid, 1950), el matrimonio tiene tres hijos: Diego, Carmen María y Samuel. Son los dos menores los que hoy dirigen el negocio familiar. «Todos tenemos hijos. Aunque todavía son muy pequeños, alguno ya muestra mucho interés por las plantas», añade Carmen Gimeno, hermana mayor de Samuel.
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