Valladolid

Los dueños de Cubero instan al Ayuntamiento a la conservación del Museo del Dulce

El Museo del Dulce de Cubero es uno de los grandes y discretos atractivos de la capital vallisoletana. Admirado por muchos pero también desconocido por otros tantos es un centro artístico que bien podría formar parte de la red museística de la ciudad aunque, al menos hasta la publicación de esta noticia, el cierre de las confiterías y la venta de sus locales abocarán a la clausura de este centro de arte en dulce integrado por una veintena de reproducciones a escala de los principales monumentos de la capital y provincia vallisoletana, también uno de tierras leonesas, confeccionados y realizador por Enrique Cubero Román.

La colección está expuesta al fondo de la confitería de la calle Pasión 7 desde hace casi tres décadas -27 de octubre de 1994- y está realizada siguiendo la metodología del pastillaje, es decir, mediante el uso de una aleación de azúcar tamizado, clara de huevo, gelatina y glucosa. Se trata de un material más difícil a la hora de trabajarlo, como explica el hijo y sucesor del autor de las obras, Enrique Cubero Torres, pero mucho más duradero frente a otras técnicas hechas con chocolate, mazapán o caramelo pero que el paso del tiempo las acaba apolillando, enranciando e incluso desmoronando. Todas las obras, asimismo, se conservan en vitrinas independientes de cristal para conseguir una conservación más óptima gracias al grado idóneo de humedad y protegidas de la polución del ambiente.

Pero Enrique Cubero padre transmitió esta inquietud artística y la dedicación a su profesión pastelera a su hijo hasta el punto de que, cuando la vorágine del día a día le permite, completa la obra con una colección de típicos palomares castellanos confeccionados con la misma técnica artística. En definitiva, un Museo del Dulce que llevó a Cubero a entrar en el Libro Guiness de los Records en el año 1996 gracias también a su trabajo mimético dado que se servía de planos originales para hacer los dibujos previos para, seguidamente, empezar a levantar paredes y ornamentos con esta fórmula del pastillaje que le permitía plasmar detalles como el propio color de las fachadas, puertas, rejería y la propia imitación al granito, el ladrillo, la piedra o las tejas destacando, por ejemplo, la filigrana de San Pablo o el Colegio de San Gregorio, así como Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna, el paso procesional de Gregorio Fernández.

Ahora, con el anuncio del cierre, la cuarta generación de Confiterías Cubero confía en la voluntad del Ayuntamiento de Valladolid para poner en valor este centro museístico de primer nivel y que vallisoletanos y visitantes puedan seguir disfrutando de estas auténticas obras de arte como hasta ahora, aunque en otro emplazamiento. No obstante, «hasta que llegue ese momento y esperando que esta petición no caiga en el olvido», como comenta Enrique Cubero al reconocer también que por momentos se han sentido «olvidados» por las administraciones, sus herederos lo salvaguardarán ante lo que consideran que aún siendo suyo es patrimonio vallisoletano, de la capital que está tan unida a la escultura de madera policromada del renacimiento y barroco con el Museo Nacional de Escultura que incluso contiene la colección del extinguido Museo Nacional de Reproducciones Artísticas realizadas en los siglos XIX y XX. Por lo pronto, hasta el 31 de mayo, seguirá expuesto en su habitual emplazamiento de la calle Pasión.