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«Lo único que intento es invertir en mi ciudad, devolverle parte de lo que me ha dado, pero ahora mismo lo único que tengo ... es la impresión de haber tirado un millón de euros a la basura por querer hacerlo», lamentaba Alberto Gutiérrez, el joven propietario del exitoso portal de viajes Civitatis, con sede social en Madrid, que hace cuatro años decidió comprar el ático del edificio Duque de Lerma, el techo acristalado de la ciudad en la que nació, con la intención de abrir un restaurante y apartamentos turísticos en sus 560 metros cuadrados de superficie útil. Pero aquel proyecto se topó con un sinfín de trabas legales fruto, sobre todo, de la situación de ilegalidad en la que aún hoy se encuentra el torreón de 23 plantas y 87 metros de altura. También los vecinos mostraron su oposición a la apertura del negocio.
«Ahora mismo el problema principal lo tienen los vecinos por la deuda que dejó en su día la constructora –deben 672.728 euros al Ayuntamiento– y la ausencia de distintas licencias –el edificio completo carecía de los permisos de obras y primera ocupación–, pero estoy convencido de que con un poco de buena voluntad por parte de todos se podrían solucionar las cosas y poder dar vida a este espacio único», apunta el empresario de 36 años, que se reunió con el alcalde, Óscar Puente, para mostrarle su firme voluntad «de invertir en nuestra ciudad no solo en el proyecto del Duque de Lerma sino también a través de patrocinios e, incluso, con la apertura de una oficina de Civitatis», resume el propietario de un portal que a día de hoy da empleo a 140 personas, trabaja en cientos de países y factura decenas de millones de euros.
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Pero para que una parte de este negocio recale en la ciudad natal de este informático de 36 años «es necesario que pueda comenzar con algo». Y ese algo, apunta Alberto Gutiérrez, es la reconversión en un negocio de hostelería de un ático por el que pagó en 2015, precisamente en julio, un millón de euros. «No puedo hacer nada con él y lo único que pido es que desbloqueen la situación y sean claros, al menos, a la hora de decidir si se puede o no se puede abrir el negocio para poder dar los siguientes pasos», insiste.
Su intención cuando adquirió el ático en 2015, que por entonces llevaba un par de años vacío a raíz del cierre del estudio de arquitectura que lo ocupó, era invertir otro medio millón de euros en la apertura del restaurante y de un pequeño negocio de cuatro o seis apartamentos turísticos. «Quiero hacer cosas en mi ciudad, pero también necesito que me ofrezcan un poco de ayuda, ya que ahora mismo ni siquiera sé lo que puedo hacer en este ático», reitera el empresario antes de incidir en que «ese sería su primer paso aquí».
El concejal de Urbanismo, Manuel Saravia, recordó que corresponde a los vecinos del Duque de Lerma «regularizar la situación del edificio» y aclaró que el Plan General de Ordenación Urbana sí contempla la posibilidad de que el ático pueda tener un «uso hostelero» siempre que se realizará una modificación del actual artículo 396 «con un estudio de detalle», pero con la obligatoriedad de que el restaurante contara con «acceso independientes a los comunes del edificio».
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