Juan José Asenjo (Unión Delicias) los llama los «cromos difíciles». Y lo explica. «Depende de la edad que tenga», dice. Y añade José Antonio Granado (Juventud Rondilla): «El grupo más fácil de dar de alta es de 10 años para abajo y cuando son mayores ... de edad. Cuando son entre 10 y 18 años, la situación se complica mucho porque piden muchísimas más cosas».
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Se exige una documentación para menores de 10 años, otra si es la primera inscripción de un jugador de entre 10 y 18 años como aficionado; otra si es como profesional; y luego cambia si son jugadores de entre 10 y 18 años que se transfieren de un país a otro, en virtud de si son aficionados, profesionales...
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Antonio G. Encinas
Asenjo relata el sinfín de papeles. «Podemos empezar por el NIE del padre, madre y niño. Pasaporte de los tres, certificado de nacimiento, contrato de trabajo del padre, certificado del paro de la madre si no trabaja, más nómina del padre. Certificado de escolaridad del niño de todos los años que lleva en España. Si no llega a los cinco años de residencia no puede demostrar que lleva cinco años escolarizado en España. Empadronamiento colectivo de todos los sitios donde haya estado viviendo, tanto el niño individualmente como colectivo de toda la familia. Si la madre no está en el paro, una declaración jurada en la que diga que no percibe ningún emolumento. Todo esto con una solicitud hecha por el club de cómo nos conoció, pues 'me presenté porque conocía a un vecino que ya jugaba', por ejemplo. Que no haya sido internacional en el país de origen ni haya jugado en ningún club».
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Benjamín Santos (Arces) explica que a efectos federativos tampoco tiene más facilidades un niño europeo que uno africano. «La FIFA contempla fronteras, incluso dentro de la UE. La inscripción de un niño francés o portugués, a efectos federativos, lo tenemos que considerar como extranjero». Y eso lleva de nuevo al origen de todo. A ese pirateo de antaño. «Para poder inscribir a un jugador extranjero lo primero que nos piden es que justifiquemos un sustento económico. Que los padres no se van a lucrar con la inscripción del niño, sino que tienen sus propios medios para poder vivir sin necesidad de que el niño juegue al fútbol. Todo esto viene de los años noventa, cuando clubes españoles profesionales comenzaron a contactar con niños extranjeros con ciertas dotes futbolísticas y a traerlos a España. Muchos no llegaron a continuar y hubo un tiempo en el que había niños abandonados porque como no podían seguir con la faceta deportiva se quedaban al margen», cuenta Santos.
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Esas artimañas se reflejaron en 2013 en una película española, 'Diamantes negros', que consiguió el premio del público en el Festival de Málaga con la historia de dos jóvenes de Mali traídos a España con la promesa de un sueño devenido en pesadilla.
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