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Luis quería ser cirujano de una plaza de toros ya de niño, antes incluso de decidir ser médico. Una curiosa pasión infantil para quien ni toreros ni ganaderos de lidia lo han rodeado. Eso sí, afición taurina en casa, mucha y «desde los 12 años, me encantaba; incluso quise ser torero». Así que el doctor Luis María Merino (Aranda de Duero (Burgos), 1982), cirujano General y de Digestivo del Clínico de Valladolid y que forma parte del equipo de la plaza –«muy completo y renovado»– desde hace ocho años es ahora el nuevo responsable del servicio médico de la plaza de toros de Valladolid tras la jubilación, después de 50 años, de Antonio María Mateo.
–¿Cómo se forma un cirujano en este tipo de urgencias? Porque la carrera no lo hace.
–Apenas hay pinceladas en la facultad. Pues te preparas como cirujano general y después muchos cursos y talleres paralelos al MIR y te formas en cirugías de urgencia y con la especialidad de la taurinas que se asemeja bastante a la de guerra.
–Usted es además reservista. Hay un claro paralelismo.
–Pues sí. Se asemeja porque son urgencias en un medio hostil. Las heridas que se producen son semejantes. Son politraumatizados; aunque tengan una sola herida pero con múltiples lesiones, como en los conflictos bélicos. Las heridas por cuernos tienen sus peculiariaddes, tienen infecciones asociadas y varias trayectorias producidas por los derrotes de la cabeza del animal. A ello se suman los traumatismos craneoencefálicos, cervicales, heridas... que pueden comprometer gravemente la vida. Para su tratamiento hacen falta profesionales, y no solo un cirujano sino también anestesista o intensivista.
–¿Hay medios adecuados en los festejos taurinos populares?
–Las deficiencias son enormes y el reglamento escasísimo. Solamente se exige que haya dos médicos generales, recién titulados sin el MIR, y un enfermero, todos sin formación en este tipo de eventos. Esta no es una cobertura adecuada. La atención sanitaria en los festejos taurinos populares es un desastre. El reglamento es clarísimamente deficiente y sin medios es difícil que se logren salvar vidas en cornadas o golpes graves.
–¿Hubieran sido evitables muertes en estas fiestas de pueblos?
–2015 fue uno de los años con mayor mortalidad en estos festejos, con 16 en España. Al año siguiente presenté en el Congreso Nacional de Cirugía Taurina una comunicación al respecto. Analizando todos los casos con la información que había, de los médicos y de los medios de comunicación, se podía concluir que varias muertes hubieran sido evitables. Los hospitales muchas veces, y Castilla y León es muy dispersa, están a una hora del evento. A veces mueren en la ambulancia porque no se les ha atendido adecuadamente 'in situ'.
–¿Qué intervención realizaría un cirujano con equipo?
–Pues similar al de la guerra. De hecho se usa la misma terminología: Control de daños. Hay que salvar la vía aérea, que pueda respirar y, si es necesario, anestesiar o al menos sedar y una cirugía para contener hemorragias y daños.
–¿Habría que cambiar el reglamento? ¿A quién correspondería?
–Habría que exigir mucho más. Claro que sería más caro, el triple, pero empresarios, ayuntamientos y ganaderos deberían valorar las prioridades y no es asumible que en 2022 la asistencia en estos eventos esté así; incluso en los de cortes que son en plazas de toros, el equipo exigido sea tan poco exigente. El reglamento está de manos del Estado y de la Junta.
–¿Cuál sería lo más adecuado?
–Pues además de medios materiales, profesionales adecuados y suficientes. Hemos puesto en marcha un proyecto. Nos estrenamos hace una semana en Carbajales de Alba (Zamora) en el que además de la ambulancia convencional no asistencial llevamos una UVI móvil, medicalizada y un puesto convertible en quirófano de emergencia. Este ayuntamiento ha sido pionero en ello. Y también un servicio médico avanzado. Nuestro proyecto incluye cirujano general, traumatólogo, cirujano vascular, anestesista, enfermero y celador. Sería importante que el reglamento se actualizara y lo exigiera.
–¿Ya no se exige sangre y hematólogo?
–Ya no es obligatorio, salvo que lo exija por contrato el torero como hace José Tomás. Es difícil de conseguir y de mantener. Solo disponemos de ella cuando lo exigen y se trae el grupo universal. En este sentido las grandes figuras del toreo tienen un papel fundamental, una responsabilidad. Ellos pueden reclamar que no haya condiciones tan precarias... plazas portátiles, condiciones obsoletas. Paquirri murió por falta de medios y la situación no ha cambiado tanto y Manolete porbablemente por una reacción transfusional. Le pusieron sangre de un guardia civil y de una persona desconocida. Entonces no había conocimiento sobre los grupos sanguíneos. Murió. Dijo: 'No veo' y falleció.
–Las plazas grandes, profesionales, como la de Valladolid, ¿sí están bien dotadas?
–Sí. Dispone de un quirófano completo. En medios y en profesionales. Permite hacer una cirugía de control de daños y luego se deriva al Clínico porque es el que tiene Vascular y porque el equipo está ligado a este hospital y da continuidad. Nunca se iguala los medios de un hospital que tiene radiología, laboratorios...
–Y ese traslado que hace la cuadrilla cogiendo al torero con urgencia en la plaza. ¿Puede ocasionar lesiones?
–Hay un cirujano mexicano, el doctor Rafael Vázquez Bayod que imparte formación sobre la movilización del politraumatizado en festejos taurinos dirigidas a los monosabios y cuadrillas. Preconiza el uso del collarín y la movilización preservando la columna vertebral. Alguna vez se ha dado en España;pero no está muy extendido aunque sería interesante aprender... Saben taponar como pueden una herida pero no inmovilizar.
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–¿Qué ha visto en su experiencia en estos festejos?
–De todo. En los populares y en los de cortes puede haber multitud de accidentes, golpes con traumatismos severos, cornadas potencialmente mortales, amputaciones... nos han llevado una pierna en una nevera, ya sin solución pero hay que contener la hemorragia. Además, en las fiestas de los pueblos suele haber mucho alcohol por el medio y un ambiente de amigos, familiares y aficionados que se ponen muy nerviosos y tú tienes que imponer la templanza. El 90% de las fiestas de toros son en zonas rurales y sin medios.
–¿Son buenos pacientes los toreros y los aficionados?
–Lo son y agradecidos. Los toreros son afortunados, en ningún otro ámbito laboral hay medios para dar respuesta a un accidente así. Claro que corren serio peligro. Ellos muestran gran granfianza en nosotros.
–El cirujano se enfrenta más de cerca a la muerte.
–Todavía no he tenido ningún fallecimiento;pero soy consciente de que es algo con lo que tendré que convivir tal vez. En cualquier momento. Pero este proyecto que hemos puesto en marcha puede salvar vidas. Hay casos inevitables, como el de Víctor Barrio en 2015, fue una cornada mortal;pero otros dependen de los recursos.
–Y sigue disfrutanto de la fiesta. ¿A qué torero admira más?
–Tengo mucha afición, en general;pero Manzanares me encanta.
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