Doce coches de terraza en la calle Conde de Ribadeo de Valladolid

Cuatro negocios hosteleros –Vayco, Sahara, Abstracto y Nakama– propusieron hace más de un año esta posibilidad al Ayuntamiento en una iniciativa conjunta. La covid les cerró sus bares y necesitaban aire libre para trabajar. Cuando se levantó la clausura, el hábito de los clientes había cambiado. «Nuestros locales son pequeños y la gente con todo este asunto, y ahora con el calor, prefiere estar fuera», argumenta Emilio Coca, propietario del mítico Sahara, donde las brasas están en marcha todo el día para asar sus pinchos morunos. Cuarenta y cinco grados de temperatura junto a la barra, apunta.

El despliegue, autorizado por el Consistorio hace una semana dentro las medidas municipales de apoyo al sector en la capital, ha quedado más que curioso. Casi 36 metros lineales con mesas y sillas, divididos en cuatro partes, una por bar, acotadas por unas vallas de madera y decoradas con plantas. Aperitivos y cenas donde antes descansaban carrocerías. Dice José Manuel Ramos, del Abstracto, que el año que han pasado en esta estrecha calle ha sido «muy duro». «Tenemos cinco empleados y hemos estado cerrados seis meses;la terraza es un respiro ahora que seguimos sin poder servir en la barra», explica.

En Conde de Ribadeo esta operación de expansión hostelera ha tenido buena acogida entre los residentes. Lejos de levantar las iras de los que a diario se ven obligados a encontrar un hueco para su automóvil, Pablo Scarfone, dueño del Vayco, destaca la buena reacción del vecindario. «En general, están encantados con cómo ha quedado la calle y el ambiente que hay; están respondiendo muy bien», explica este empresario, que ayer tenía reservadas para la cena las cinco mesas de su terraza. Los beneficios, según sostiene, también los han percibido los comercios contiguos, la carnicería de enfrente o la tienda de cuadros. Más movimiento, más potenciales compradores. La instalación en zona ORA ha permitido, además, liberar las aceras de los veladores, una mesas altas con sus taburetes que dificultaban el paso de los peatones por un canal que ya es estrecho y en una vía en la que vive mucha gente de edad avanzada.

La inversión por negocio se ha situado en los 3.000 euros de media para el montaje de la plataforma a ras de acera y el cierre del perímetro. A ello se han sumado los elementos decorativos y el mobiliario. Ha merecido la pena, según coinciden. Los cuatro hosteleros estiman un incremento de facturación respecto a la situación previa del 30%, un impulso a la recuperación que se necesitaba con urgencia.

¿Y esta nueva disposición de la calle a costa del tráfico, hasta cuándo? «No sabemos cuánto durará ahora que la situación mejora con la vacunación, pero ya le dijimos al Ayuntamiento que nosotros, si hay una posibilidad, estamos dispuestos a continuar con las terrazas pagando la tasa correspondiente», plantean al unísono. De momento, la explotan de forma gratuita.