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El 5 de abril de 2011 una nueva 'fuente' instalada en el cauce del río Pisuerga se hacía notar en la plaza del Milenio al soltar sus primeros chorros a 15 metros de altura. Era desde el puente de Isabel la Católica donde los ciudadanos conseguían una visión privilegiada del espectáculo, convirtiendo la zona en un auténtico mirador. El conocido géiser del Pisuerga estaba en marcha y había llegado para ser una parte más del atractivo turístico de la ciudad. Sin embargo, los planes de este cañón de agua se vieron truncados con una riada que arrasó su estructura en 2019. Abro hilo:
↓ Hace trece años se instalaba en plena ribera siendo considerada como la 'fuente' más alta de la capital. Con el permiso, en un principio rechazado y al fin concedido por la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD), el géiser brotaba en el Pisuerga a primera hora del mediodía del 5 de abril de 2011. Desde un primer momento el cañón ya llamó la atención de los piragüistas de la zona y de algunos curiosos que se aproximaban a las orillas del río con el fin de ver un paisaje con un atractivo diferente. Los obreros habían trabajado minuciosamente en los remates del pomposo escenario que, por aquel entonces, estaban revestidos de lonas que cubrían la entrada principal. Mientras, el puente presentaba un revestimiento de 'madera tecnológica' listo para estrenar en los pasos de peatones. En cuanto a la 'fuente' solo debía apagarse en caso de viento excesivo (y así lo hizo en numerosas ocasiones) aunque «había semanas y días aleatorios que se encontraba apagado», señala Javier Marqués, buzo de la asociación Ama Pisuerga, que desarrolló un papel crucial en la historia del géiser.
↓ Por lo general la plataforma de la 'fuente' «no estaba diseñada para ser retirada», explicaba en febrero de 2020 el por entonces director del Servicio de Parques y Jardines, Ángel Asensio. Aunque aún así cada año la base del géiser salía de las aguas del Pisuerga ante la previsión de crecidas del río además de para realizar labores de limpieza en el río. Fue en diciembre de 2019 cuando la decisión de no retirarlo marcó de por vida el futuro del cañón. Y es que la decisión tocaba temas económicos, pues sacar la plataforma del agua costaba cada año 5.000 euros, así lo expresaba Arsenio. Había que contratar una grúa y operarios– y puesto que en su momento se consideró que los anclajes eran suficientes, se decidió dejar la base en su lugar habitual los últimos dos inviernos. Una decisión que el propio Ayuntamiento reconoció en 2020 como «un error». El 22 de diciembre de ese mismo año el río Pisuerga experimentó una crecida súbita, tanto que en tan solo unas horas su caudal llegó a alcanzar una de sus mayores avenidas del siglo. «Ahí fue cuando desapareció», reconoce Marqués, que aparece en esta historia como principal buscador del géiser. El paradero de la plataforma era desconocido y, ahora, tocaba buscarla.
↓ La asociación Amigos del Pisuerga, a la que por aquel entonces pertenecía Javier Marqués como único buzo de la misma, propuso que este realizase una inmersión para conocer dónde se encontraba el géiser y resolver todas las incógnitas que se estaban barajando hasta el momento. Marqués, que ya contaba con 30 años de experiencia en el mundo del buceo, accedió a la petición y se puso manos a la obra. «Me preparé con un equipo de buceo profesional y sobre todo me dediqué a estudiar la batimetría y cómo iba a hacer la exploración submarina». En este caso, Marqués se decantó por una búsqueda en abanico y otra que realizó a mayores con una sonda.
↓ «En la búsqueda en abanico tiré un fondeo desde la parte donde iba a empezar a realizar la inmersión. Vas buceando con un carrete y cuando llegas al final vuelves y vas demorando la ruta un metro cada vez que vas y vienes. Y así me hice un barrido de 180 grados», afirma el buzo, que asegura que «desde el mirador de la Cúpula del Milenio hasta Puente Colgante no hay ni rastro del géiser». De aquella inmersión no se sacó mucho en claro, simplemente que la plataforma no se encontraba en su lugar y que «quizás acabó lejos si fue arrastrado con el flotador y este acabó soltándose», explicó el especialista en su primera salida. En aquellos noventa minutos de búsqueda también estuvo presente Luis Ángel Largo, presidente de la asociación Amigos del Pisuerga, que fue testigo de cómo tras la inmersión el buzo siguió la manguera que estaba unida al soporte del géiser (para que este impulsara el agua a quince metros de altura), y comprobó, que estaba suelta, con los cables cortados.
↓ Bastaron un par de semanas para que el buzo de la asociación volviera a sumergirse para traer nuevas noticias que diesen luz verde a la recuperación y posterior instalación del cañón con normalidad. «En total hice tres inmersiones, nos tiramos toda la mañana entera. Bajo el agua estaría fácilmente tres horas sumergido», relata. Y en cada inmersión, nada nuevo. «Cuando bajé a hacer el cambio de los amarres las aguas cubrían tres metros y medio y cuando dejé la búsqueda ya había solo tres. Esto quiere decir que hay dos metros de sedimentación, por lo que puede haber dos respuestas. Una, que el fondeo está enterrado y por ende el géiser también. Dos, que este ha salido rodando y por poder estar, podría haberse ido hasta Simancas». Marqués, que fue la única persona que bajó a investigar en las aguas del Pisuerga, reconoce que no cree que se realicen más inmersiones para buscar el géiser. «De estar, seguramente esté destrozado y no merece la pena buscarlo ni sacarlo», añade a la par que recuerda que tras las búsquedas «ni el sonar ni yo vimos nada».
↓ Ya han pasado cinco años desde el hundimiento y Javier Marqués, actual buzo y vicepresidente de la asociación Ama Pisuerga y Juan Antonio Crespo, presidente de la misma (ambos presentes en las inmersiones de búsqueda) se acercan con una embarcación hasta el punto donde estaba situada la famosa 'fuente'. El géiser no era solo un elemento que hacía más atractivo el espacio de la ribera. Este tenía una función, ayudaba a oxigenar las aguas del Pisuerga. «Había más vida acuática cuando funcionaba, ahora los peces bajan 18 metros cúbicos. Hay poco oxígeno porque es un río de estepa, es decir, no tiene velocidad», esclarece Crespo que se conoce las aguas del Pisuerga como la palma de su mano.
↓ Y es que la falta de oxígeno en el río se puede ver a simple vista. «Los peces están en la pesquera boqueando en el salto para poder respirar. Es un río estable y mesetario. Al no bajar tan rápido no tiene la oportunidad de oxigenarse tan fácilmente», apunta el presidente. Mientras tanto, Marqués sigue con la mirada puesta en el destino de aquel géiser que tanto buscó en 2019. « Crespo y yo creemos que un tronco se aproximó a raíz de la crecida y se enredó al fondo con las cadenas justo debajo del géiser», afirman. Al venir la riada el limo y la maleza enterró todo, así lo expresaban los dos especialistas cinco años después. Aunque tampoco están cerrados a barajar otras hipótesis. «La estructura también pudo irse lejos, de hecho, una parte era flotante (concretamente un aro en vacío). Si este se hubiese picado a raíz de la riada se hunde inmediatamente. Sin embargo, si esta sale a la superficie, su metro y medio de diámetro y dos metros de fondo no creo que hubiesen pasado desapercibidos a la vista de alguien», anuncia Crespo.
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↓ Lo que está claro es que la sedimentación que se ha formado tras la riada es lo que ha dificultado la visibilidad y la búsqueda del géiser desde entonces. El buzo recuerda una anécdota de cuando se cambió todo el sistema de amarres. «Cuando bajé me sorprendió que había dos metros menos de profundidad, es decir, la sedimentación iba de dos metros hacia arriba. El fondeo de 1.500 kilos con cuatro amarres sigue ahí enterrado pero del géiser no podemos decir lo mismo», concluye Marqués que aún seguía compartiendo anécdotas y preguntas con su compañero de embarcación. El bote de la asociación Ama Pisuerga deja atrás la antigua ubicación del géiser y parte hacia Puente Colgante. Marqués y Crespo tienen otros planes de búsqueda, una donde saben que van a conseguir un hallazgo de gran valor. «Durante una inmersión encontramos restos arqueológicos del siglo XVI del antiguo espolón que se fue al río. Ahora están expuestos en el museo de Fabio Nelli y esperamos continuar con ello», finaliza el buzo que siempre encuentra un nuevo hallazgo que puede cambiar la trama de la historia.
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