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«Cuando comenzamos la investigación nos encontramos con una auténtica película de terror». Habla Fernando Bonrostro, el arquitecto responsable de la reconstrucción de la cúpula ... de la Vera Cruz. Esta frase no hace referencia a lo que se encontraron el día en el que la linterna del templo se vino abajo, o cómo estaba el interior del templo días después del incidente. No, se refiere a lo que ya habían visto días antes del desplome. «Se pensaba que estaba en buen estado, pero la cúpula, como quien dice, estaba muerta». La alerta saltó durante la intervención que ya se realizaba en la iglesia desde semanas antes de que se produjera el incidente. «La actuación iba a ser un aliño, retejado, intervención eléctrica y poco más», lo define el arquitecto.
Fue en un momento de esta obra, mientras los operarios trabajaban sobre la cúpula y donde ya se había actuado por ejemplo sobre el orbe del templo -esa esfera que corona la estampa junto a la veleta-, cuando se detectaron los problemas y se cerró al público la iglesia 48 horas antes del derrumbe. «La zona de madera de apoyo a la linterna había perdido parte de su sección», explica el arquitecto, que este jueves ha intervenido en un coloquio con los alumnos del máster de Formación Permanente en Habilidades para la Gestión del Patrimonio Cultural de la Universidad de Valladolid y donde también ha defendido la importancia de la conservación preventiva de las edificaciones históricas.
Durante su intervención ha mostrado varias imágenes donde se observan grietas de varios centímetros y refuerzos de madera que no llegan a conectar la base de la cúpula con la linterna. Con la cúpula todavía en pie, esa era la estampa días antes de que se viniera abajo. «La linterna era de ladrillo macizo, que parece que es un elemento durable pero que no hace nada bien a la estructura». Así estaba antes, pero con la reconstrucción, la cúpula se ha aligerado en 16 toneladas. Tras el desastre, se abrió entonces un periodo de trámites y expedientes hasta que las obras arrancan de forma oficial el 5 de noviembre, ya con el proyecto definitivo de la mano. «En la intervención se intentan usar los mismos materiales que se habían utilizado. El resumen es que hemos hecho una intervención con técnicas modernas, pero con materiales tradicionales», explica Bonrostro. Eso y recuperar su aspecto original del siglo XVI.
De la intervención destaca el uso de una estructura metálica con forma de paraguas, que contaba con un apoyo con 32 radios de acero y sobre el que se comienzan a colocar ladrillos para ayudar a coger la curvatura de la zona inferior de la actual cúpula. «Con este sistema se hace una lengüeta de refuerzo, se fortalecen las estructuras más débiles y todo se recubre», simplifica el arquitecto. Esta parte de la obra se centraba en recuperar la parte de la cúpula inferior a la linterna, una estructura que no llegaría a Valladolid hasta el 27 de diciembre, en camión y desde Burgos, donde fue construida en la fábrica de Arte y Construcción.
La linterna, compacta y de madera, llegó a Valladolid con algunos cambios estéticos, como la presencia de ocho ventanas frente a las cuatro que tenía la cúpula original. Además, ganó en altura, siendo ligeramente más alta que su predecesora -solo la linterna mide más de cuatro metros-, más la pérdida de peso ya mencionada. La cubierta de la misma también se cambió y pasó a ser de teja a pizarra para ayudar a aligerar la pesadez que antes soportaba la estructura. «Además se recuperan algunos elementos de su origen y se corrige lo que ha perjudicado a su mantenimiento» Desde su llegada a la capital vallisoletana justo después de Navidad, y hasta su instalación, la linterna permaneció en las instalaciones de la empresa constructora, donde se realizaron diversas intervenciones sobre el material. «Se trabajo durante todas las navidades», incide el arquitecto.
Con todo hecho, a la estructura solo le faltaba coronar con la veleta y el orbe, que se recuperó tras el derrumbe -además se descubrió que tenía el impacto de una bala disparada desde la calle Platerías-, así como una estructura con forma de piña que ahora decora parte del interior de la cúpula. «Fue lo más complicado de toda la intervención. El orbe quedó bastante abollado tras el incidente y la veleta tuvo que hacerse nueva. Lo importante era recuperar las piezas originales lo máximo posible». La parte final de la reconstrucción se produjo el 21 de enero, cuando se colocó toda la estructura final desde arriba y con una grúa.
Bonrostro también ha hecho referencia a las otras intervenciones que se han realizado en la Vera Cruz en las últimas décadas, desde las que se realizaron en 1949 y cuya documentación encontraron en el archivo de la Cofradía Penitencial de la Santa Vera Cruz. Las últimas actuaciones en la iglesia datan de una rehabilitación estética en 1995 y las dos últimas, en 2014 y en 2017. La última, la de la recuperación de la cúpula, a tiempo para Semana Santa y que de forma simbólica finalizó el pasado fin de semana, cuando la Virgen de la Dolorosa volvió a la sede de la penitencial nueve meses después. El proceso de reconstrucción se ha hecho con una inversión conjunta de la iglesia, la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento de Valladolid de aproximadamente 400.000 euros.
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