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Las máquinas ultiman estos días la demolición de los antiguos talleres de Cinsa y de las naves aledañas en la esquina del paseo de San Isidro con la calle Algeciras para abrir un amplio espacio de 3.600 metros cuadrados en el que tendrán cabida ... un bloque de cinco alturas en forma de L con 34 viviendas y una plaza abierta a las dos calles con jardines y locales comerciales (ya vendidos) sobre un espacio de 1.600 metros. Será la sexta plazoleta abierta en los últimos años a costa del derribo de viejas naves industriales o la remodelación de patios interiores en el picón del barrio situado entre los paseos de San Isidro y San Vicente. Otro adiós, en definitiva, al urbanismo de mediados del siglo XX, que convirtió estas manzanas del barrio en un entramado de edificios de viviendas e industriales sin dejar apenas hueco para el esparcimiento.
La intervención, con un plazo de ejecución aproximado de dos años (con vistas al 2024), se desarrollará sobre un terreno industrial no exento de historia. Las naves, levantadas en torno a 1950, de las que apenas queda ya el recuerdo en forma de la última fachada de ladrillo, estuvieron ocupadas durante los últimos decenios por la empresa de construcciones industriales Cinsa, con entrada por el número 30 de San Isidro, cuyos operarios se mudaron en junio del año pasado a unas nuevas instalaciones en el polígono de El Carrascal (calle Hidrógeno). Por detrás, del lado de la calle Cartagena, otra amplia nave, ya demolida, se utilizó como aparcamientos en régimen de alquiler.
Todo ello es ya historia. Las máquinas están ahora a punto de demoler la última nave, que aún luce el logotipo de Cinsa, en la esquina de San Isidro con Algeciras. Cuando caiga la edificación y se retiren los escombros quedará un solar despejado de 3.600 metros cuadrados. A continuación, según prevén los promotores de la obra, comenzarán los trabajos de construcción de un bloque de cinco alturas con 34 viviendas y dos plantas subterráneas de garaje, bautizado como edificio Margharita, del que ya se han vendido el 90% de los pisos y los tres locales comerciales, con una superficie de 750 metros cuadrados, adquiridos por un único comprador, sin que se conozca aún su destino, según informaron fuentes de la Inmobiliaria CHR, que promueve el proyecto.
El espacio abierto en torno a la futura promoción será ocupado por la nueva plaza, con acceso desde el paseo de San Isidro y la calle Algeciras, en la que tendrán cabida un espacio ajardinado, arbolado y bancos sobre una superficie de 1.600 metros cuadrados. «Tenemos un horizonte aproximado de dos años y la idea es comenzar las obras cuanto antes con la mayoría de la promoción ya vendida», apuntan desde la inmobiliaria.
«Estas naves llevaban aquí toda la vida, y vivo en esta calle (Algeciras), desde hace más de cincuenta años, aunque han ido perdiendo su uso y en los últimos años se utilizaban como garaje», relata a pie de obra un vecino de un entorno que dentro de dos años cambiará su fisonomía con la apertura de la nueva plaza y la previsible llegada de nuevos negocios en los bajos comerciales.
Los antiguos talleres de Cinsa, ahora demolidos para dar paso a un bloque de viviendas y una plaza, ocupan su parte de historia del pasado industrial de esta zona de Delicias situada al borde del paseo de San Isidro. Las naves de ladrillo se construyeron en 1950 para acoger a una empresa de cereales (Bakeins) y apenas tres lustros después, en 1964, abrió allí la antecesora de Cinsa (Construcción Industriales), Prado Hermanos, que mantuvo su actividad allí hasta junio de 2021 (entonces se mudaron al polígono de El Carrascal). En las naves aledañas, del lado de la calle Cartagena, hubo una empresa de cartonaje, otra de aluminios y, en los últimos años, se utilizaron como garaje con plazas en alquiler.
Las labores de derribo comenzaron hace apenas un mes con la demolición de las naves del lateral de la calle Algeciras y alcanzan ahora al último picón, el que ocupaban las oficinas de Cinsa (antes Prado) y la última nave de ladrillo, del lado del paseo de San Isidro. La construcción de la futura promoción (Margharita) llevaba meses anunciada en las naves, ya vacías, y sus 34 viviendas y tres locales a la venta.
La futura plaza viene a dar continuidad a las intervenciones realizadas en el mismo sentido en los últimos veinte años, en los que se han abierto cuatro plazoletas en otras tantas manzanas contiguas situadas en hilera entre las calle Guipúzcoa (1), Jaén (2) y el paseo de San Isidro (1). La quinta, en la manzana que faltaba, se estrenará en dos años en el picón de las naves de Cinsa entre San Isidro y Algeciras. El nuevo modelo de urbanismo no se reduce a esta hilera de manzanas sino que alcanza a las colindantes, donde se abrió hace apenas un año otra plazoleta, de un espacio similar a la futura y a costa también de la demolición del denominado Edificio Cádiz, una mole de hormigón entre las calles Cádiz y Huelva, bautizada ahora como plaza de La Milagrosa, en la que tienen cabida un bloque de 54 viviendas (ya habitadas), un supermercado, tres bares y un parque infantil.
Este cambio de modelo urbanístico se remonta a finales de los años ochenta, cuando se abrió (en este mismo espacio del barrio) la plaza León Felipe, enclaustrada entre bloques de viviendas entre la calle Albacete y el paseo de Juan Carlos I. Las plazoletas que se construyeron con posterioridad, todas, salvo la de La Milagrosa, sin nombre propio, apostaron por la introducción de más arbolado, jardines y juegos infantiles como espacio de esparcimiento abierto a los vecinos.
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