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El 21 de febrero recibió la primera dosis de AstraZeneca al pertenecer al grupo de los sanitarios, y ahora Delia García Encinas, de 43 años ... y trabajadora en una farmacia de Medina del Campo, desconoce si en mayo le inocularán el segundo vial.
«Nos encontramos en un limbo, no sabemos nada; si nos pondrán la segunda dosis o nos inyectarán una vacuna de otra marca», comenta la joven, que no tiene ningún reparo en aceptar una segunda dosis de AstraZeneca.
La noticia de que sería inmunizada supuso un alivio para esta sanitaria que durante toda la pandemia ha estado en la primera línea. «Fue una alegría cuando me dijeron que nos vacunarían», comenta García Encinas. «Luego lo pasé fatal, pero tengo claro que hay que vacunarse». A los pocos segundos de ser inoculada sintió cómo varios dedos se le dormían –«Me dijo el médico que si el hormigueo me subía por el brazo acudiera de inmediato al hospital»–, después llegaron los vómitos, fiebre elevada, cansancio generalizado y «un agotamiento general que se me pasó a los dos días. Igual que llegó se fue».
Estos efectos también los experimentaron sus compañeras de trabajo, pero no su marido. Ahora se encuentra en perfecto estado y sigue haciendo su vida habitual, con sus entrenos con rutas en bicicleta y kilómetros corriendo.
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