Borrar
El dominico Carlos Díez, ante el monolito que recuerda a Montes y Martín Baró. Henar Sastre
«Le debo mi vida, aunque suene así de triste, a la muerte de los jesuitas en El Salvador»

«Le debo mi vida, aunque suene así de triste, a la muerte de los jesuitas en El Salvador»

Carlos Díez, uno de los primeros curas obreros de Valladolid, fue detenido y liberado dos semanas después de la matanza de Montes y Martín Baró

J. Sanz

Valladolid

Domingo, 17 de noviembre 2019, 21:08

«La verdad es que nunca sabías lo que te iba a pasar cuando llegaban los militares y te sacaban a la fuerza», recordaba el sábado Carlos Díez, un veterano dominico, ante el monolito dedicado a los jesuitas Segundo Montes e Ignacio Martín Baró, ... que fueron asesinados junto a seis personas más en San Salvador el 16 de noviembre de 1989 y a los que el religioso reconoce abiertamente que les debe su propia vida. No en vano, el cooperativista, que por entonces trabajaba en Nicaragua, pero que esos días se encontraba precisamente en San Salvador, fue apresado apenas quince días después de la matanza de los jesuitas en su residencia de la capilla de su orden en la capital salvadoreña acusado de colaborar con la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), en plena guerra civil contra el Gobierno. «Le debo mi vida, aunque suene así de triste, a la muerte de los jesuitas», reconocía el dominico antes de recordar cómo la matanza de la Universidad Centroamericana (UCA) movilizó a la comunidad internacional y evitó que tanto él como decenas de religiosos y periodistas detenidos en aquellos días pudieran contarlo. «Puedo contarlo treinta años después gracias a la presión internacional que siguió a que terrible crimen de 1989», confirma.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla «Le debo mi vida, aunque suene así de triste, a la muerte de los jesuitas en El Salvador»