Agosto, el mes 'azul' de playa, chiringuito hasta altas horas de la madrugada y fiestas en los pueblos deja las calles de las grandes ciudades vacías. Y más todavía si el termómetro se encamina hacia los 40 grados, como ha sucedido este miércoles en Valladolid. ... Pero son cientos los profesionales que siguen realizando sus tareas en la calle pese a las altas temperaturas. Albañiles, jardineros, agricultores, barrenderos, repartidores... Son algunas de las profesiones que se ven expuestas a la insolación y a las temperaturas extremas.
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Como explica uno de los barrenderos de Valladolid, «trabajar con este calor no es fácil», aunque señala que el Ayuntamiento les ha modificado los horarios. «Antes teníamos turno de tarde, ahora desde las 6:30 hasta las 14:30 horas». Un pequeño cambio que supone un «alivio». Para protegerse del calor, el método más rudimentario, la sombra. «Nos avisan de que en caso de encontrarnos algo mal, podemos parar o llamar al 112 si es muy grave y con el descanso no mejoramos. Lo mejor que podemos hacer es buscar las sombras, beber mucha agua y hacer las calles más soleadas a primera hora de la mañana».
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Los vendedores de la ONCE tampoco paran. En cualquier mes del año y ante cualquier climatología, continúan con sus quehaceres diarios. Para los vendedores que cuentan con quiosco resulta más sencillo cumplir con sus obligaciones laborales, ya que tienen climatización. Así lo afirma Charo Fernández, una de las trabajadoras. «Nos avisan de que tengamos cuidado con el calor y de que bebamos mucha agua», algo que corre por su cuenta, señala. Distinta es la situación de Chema Fernández, un vendedor de cupones sin un sitio fijo. Según explica, tienen un horario adaptado, en este caso de jornada partida hasta las 14:00 horas y desde las 18:00 hasta las 21:00 horas. «Ayuda a sobrellevar las mañanas, pero que durante las tardes se hace muy difícil, aunque no quieras te asfixias. Es necesario buscar la sombra, beber agua y, de vez en cuando, entrar en sitios refrigerados porque el propio cuerpo te pide parar».
Javier Gómez
'Captador' de una ONG
Muchas horas en la calle pasa también Javier Gómez, un 'captador' cuya función es informar a los viandantes sobre las funciones que realizan las distintas ONGs para intentar recabar su colaboración. «No tenemos secretos, agua, sombra y sombreros». Según afirma, las horas de la mañana son llevaderas, las tardes algo más complicadas. «Encima a la gente tampoco le hace gracia que les pares y son algo bordes, por lo que si se juntan las dos cosas tienes que parar a tomarte un respiro y después volver a empezar».
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Oswaldo Nava es repartidor de comida a domicilio. Cada mañana sale de su casa ataviado con su gran mochila y su bicicleta, que le ayuda a poder realizar el servicio a mayor velocidad. «Es imposible no parar a descansar, aunque quieras darte brío y cumplir con los horarios de entrega, muchas veces es imposible no buscar la sombra durante un par de minutos». Un hecho por el que comenta que algunos compañeros han recibido reprimendas debido a retrasos en las entregas. «La otra solución que existe, que más que una solución es un complemento, es pararse a comprar agua».
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Las obras tampoco paran en agosto y a pesar de la ola de calor, por lo que los trabajadores buscan ajustar sus horarios. Es el caso de José Ignacio Cubero, quien cambió su horario de trabajo desde las 8:00 hasta las 16:00 horas. «Así ya no solo evitamos las horas de calor, sino que encima tenemos la tarde libre y la podemos disfrutar, incluso tenemos tiempo de ir a la piscina». Nuevas horas de trabajo que suponen un alivio, ya que para combatir el calor solo cuentan con agua y sombreros. «La indumentaria se mantiene, es por reglamento, si traemos un pantalón corto y viene una inspección nos denuncian», comenta José Ignacio.
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Los quioscos de la ciudad cuentan con climatización, como destaca José María Redondo. «Pero aunque tengamos aire acondicionado no lo podemos usar mucho, porque es un espacio muy pequeño y no funciona bien. Tenemos dos cámaras que desprenden constantemente calor, así que tratamos de dejar la puerta abierta en busca de la corriente, beber mucha agua y aguantar como se pueda, no tenemos otra opción».
Cristian Núñez
Camarero
En esta época, lo habitual es ver las terrazas llenas. Ahí es donde entran los camareros, otro gremio de trabajadores que tienen que aguantar las altas temperaturas. Cristian Núñez relata que al contar con el contraste del interior del local, que se encuentra a unos 26 grados, el cuerpo se habitúa, por lo que se puede «sobrellevar». Su establecimiento se ubica en una zona comercial, como es la calle Manteria, que en las horas punta registra «mucho jaleo», pero en los picos de calor, entre las tres y las cuatro de la tarde, con las tiendas ya cerradas, el volumen de trabajo baja mucho. «A partir de las 16:30 horas es cuando se vuelve a activar todo, así que, aparte de contar con la climatización del local, trato de utilizar ropa fresca, pantalones cortos, polos y zapatos ligeros que me permitan ir rápido a los sitios».
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Un contraste de temperatura con el que también convive diariamente Arturo Álvarez, trabajador en una empresa de reparto. «En la furgoneta llevamos el aire siempre puesto, pero como hacemos más de cien entregas al final sometemos al cuerpo constantemente a cambios de temperatura. Por suerte. yp aguanto bien, pero sí tengo algún compañero que en las olas de calor aparece con la garganta tomada por estos constantes cambios».
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