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En las elecciones municipales de 2019, los votos derecha-izquierda se agruparon, dejando al margen formaciones con menos de un 1% de votos, en 82. ... 588 para la derecha (PP, Vox, Ciudadanos) y 82.772 para la izquierda (PSOE, VTLP, Podemos). El último concejal se adjudicó, con el sistema D'Hont, con 5.464 votos. Así que los 5.106 votos de Podemos no se convirtieron en edil. Vox se quedó a poco más de doscientos votos de sumar un segundo edil. Al PP le faltaron 306 votos para conseguir 10 en lugar de 9. La clave estuvo en la división del voto, que perjudicó al bloque de derechas, con la izquierda más agrupada en las dos primeras formaciones (PSOE y VTLP).
A esa igualdad de hace cuatro años se aferran PP y Vox para sus cálculos. A poco que consigan capitalizar a los descontentos con la gestión actual y recuperar -caso de los populares- esos votos que se fueron a Ciudadanos podrían dar los números para sumar.
Al otro lado, la calculadora del PSOE sitúa las opciones de Óscar Puente cerca de la mayoría absoluta. Partieron en 2015 de 38.789 votos. Valladolid Toma la Palabra logró 22.329 y Podemos, 16.598. En 2019 cayeron Podemos (perdió 11.000 apoyos) y VTLP, que se dejó otros cinco mil votos. El PSOE logró 60.107. Rebañó, por tanto, la pérdida de ambos y otros seis mil votos más. Eso supuso que desaparecieran cuatro concejales de las dos formaciones de izquierdas y el PSOE subiera 3, en un momento en el que el Ayuntamiento pasaba de tener 29 concejales a 27 por la pérdida de población.
Así, la mayoría absoluta se coloca a tiro de absorción.
Los de Óscar Puente aspiran a morder en esa parte del electorado. Sus cuentas pasan por sumar los 60.000 apoyos de 2019 a un tercio de los votos de Ciudadanos de entonces (7.000) y un tercio de los votos de VTLP y Podemos (7.000). Con eso se iría a 74.000 apoyos, lo que equivale a rozar la mayoría absoluta en función de lo que consiga reactivar Jesús Julio Carnero en el PP o de cómo sea el salto definitivo de Vox.
Estas son algunas de las claves:
El censo de Valladolid baja en cada cita con las urnas desde 1999. En 2023 se situará en 242.500 votantes. La abstención promedio, en lo que va de siglo, se sitúa en el 31%. La bajada del censo conlleva, además, que se mantienen los 27 concejales que se repartieron en 2019 -habían sido 29 desde el año 1979-. Si se cumple la media, en torno a 167.000-168.000 votos válidos serán los que decidan la composición del Pleno.
El PSOE confía en obtener uno de los 3 ediles que tenía Ciudadanos, al que sus rivales auguran un cero en concejales. Son aquellos votantes que no eligieron PP pero tampoco se sitúan en el extremo ideológico que supone Vox. El otro edil se lo adjudican al PP y uno más tiene que quedarse en el limbo. Es decir, que no caiga ni para un lado ni para otro. El motivo para creer que eso pueda pasar es UPyD. Valladolid es de esas ciudades en las que el centro aguanta mejor la decadencia. Hay quienes se retrotraen a la experiencia de UCD y CDS, pero UPyD es la más reciente. Mientras en 2015, en las municipales, este partido obtenía un 1,04% de los votos en España, en Valladolid logró un 1,64% y en Castilla y León, un 2,8%. Si Ciudadanos se comportara igual, y rozara un 2% de los votos válidos, podría irse por encima de los tres mil votos, lo que no sirve para sumar un edil pero sí para restar apoyos al PP, principalmente.
El PP se mantuvo durante cinco elecciones consecutivas por encima del 45% de votos válidos. En 2015 bajó al 36%. En 2019 se quedó en el 30%. El voto de derecha, hasta entonces agrupado, se disgregó con la irrupción de Ciudadanos y Vox. La derecha, de hecho, sumó más porcentaje de voto válido que en 2015, pero se quedó con 13 ediles (de 27) frente a los 14 (de 29) de entonces. La falta de candidato hasta el último momento, el desfile de nombres y la sensación de partido dividido en corrientes pueden desmotivar al votante popular. El PSOE apuesta por una caída en los apoyos al PP, cuyo suelo histórico en unas municipales en Valladolid se sitúa en el 28,6% del año 1987, cuando aún era AP. Eso, con el censo actual, equivaldría a bajar de los 50.000 votos y rondar los 46.000. En las autonómicas de febrero del año pasado, el PP sacó 48.259 votos en la capital.
Son las primeras elecciones en Castilla y León con la estela de Vox en el Ejecutivo autonómico. En febrero de 2022 sumaron 28.000 votos en la capital, un 17,76%. En las municipales de 2019 obtuvieron un 6,35% (10.695). El salto de Ciudadanos entre 2015 y 2019 fue de un 7,7% a un 12,6% del voto válido. Si Vox consigue una cifra similar a la de los naranjas en su cénit se situaría en los 21.000 votos. Unos 3 concejales. A partir de ahí, acercarse al 17,7% de las pasadas autonómicas sería un éxito, puesto que por encima del 15,5% sumaría, muy probablemente, otro edil más.
El socio minoritario en una coalición tiene las de perder en los comicios siguientes. Lo padecieron VTLP y Podemos en 2019, cuando entre ambas formaciones se dejaron un 10% de los votos válidos sumados en 2015. De 38.927 a 22.665. El PSOE pasó de un 23,28% de los votos válidos en 2015 a un 35,68% cuatro años después. Toma la Palabra se fundirá con Podemos para intentar anexionarse esos votantes situados a la izquierda del PSOE, esos 22.000 apoyos de 2019. Sería la forma de lograr ser decisivos una vez más. Lo que baje de 16.000 y vaya al PSOE puede suponer que VTLP deje de ser clave.
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