Cuatro mil familias subsisten gracias a los víveres de la Asociación San Vicente de Paúl
Asistencia social ·
La mayor unidad de reparto del Banco de Alimentos de la ciudad, que registró un incremento del 5% en el número de usuarios durante 2022, alerta de la escasez de leche y aceite
Hay días de reparto en los que la cola con los multicolores carritos (puestos en fila para marcar el turno desde bien temprano) da la vuelta a la manzana del local de la Asociación de San Vicente de Paúl, la principal unidad de distribución del ... Banco de Alimentos de Valladolid. A los más veteranos que esperan se les nota: van a cara descubierta y conversan en pequeños corrillos hasta que los voluntarios cantan su número. Les toca entrar y llenar la cesta con los productos básicos que les van a permitir subsistir un mes más. A los nuevos usuarios, también se les nota. En silencio, recurren a las gafas de sol y las mascarillas para afrontar el mal trago de verse en una de las colas de necesidad más concurrida de la capital. Nadie se imaginaría, de ver a todas estas personas moverse en otro contexto, que son los nuevos pobres.
Según los últimos datos que maneja la Asociación de San Vicente de Paúl, son 3.919 familias (9.022 beneficiarios) las que han subsistido el año pasado gracias a su reparto de alimentos: 144 toneladas de productos básicos. Respecto de 2021, se ha producido un incremento del 5% en el número de familias al borde de la pobreza que se han visto obligadas a acudir a este punto de entrega para ir tirando porque sus ingresos, generalmente, subsidios o pensiones, no les alcanzan. O pagan las facturas, o comen.
Indica Gregorio García Muñoz, tesorero de la Asociación y que ejerce de cabeza visible desde el fallecimiento de su presidente, que en los tres meses que va de año las cifras de beneficiarios atendidos en este punto se mantienen, aunque aclara que ello no significa que no haya más familias necesitadas en Valladolid como consecuencia de la crisis de la pandemia y la destrucción de empleo, sino que «nuestra capacidad organizativa para atender cada día de reparto no puede exceder de las 27 familias por día».
De hecho, los últimos datos recabados por el Banco de Alimentos correspondiente a la actividad de enero a marzo de 2023, avalan el aumento de personas con grandes dificultades económicas. La organización terminó el año 2022 con 10.698 familias atendidas en Valladolid y en este momento son 11.585, lo que supone un incremento del 10% en solo tres meses, informa el presidente, Jesús Mediavilla.
Son los CEAS municipales los que derivan a los usuarios a las distintas unidades de reparto de alimentos en función de su capacidad. En el caso de la de San Vicente, los beneficiarios van primero a Santuario, donde se les registra como usuarios y se les facilita un número de reparto con el que se dirigen al local de Pérez Galdós. En ese boleto también se incluye la fecha del siguiente mes y día de recogida. Siete voluntarios son los encargados de preparar las cestas de productos básicos para cada unidad familiar (en función del número de miembros y si hay niños) y los días de reparto son de lunes a jueves, de 10:00 a 11:00 horas.
Los voluntarios detectan un vuelco en el perfil del beneficiario: hay menos inmigrantes y familias con niños y más mayores solos
Yoli, de 59 años, hace la cola desde hace dos años, cuando se agudizó su fibromialgia. Sufre migrañas crónicas, está en tratamiento y completamente imposibilitada. Empezó a trabajar desde muy joven en Ibiza, como camarera de habitación en hoteles, y ese ha sido su medio de vida durante décadas, hasta que en 2018 todo se torció. El no poder trabajar la devastó anímicamente aunque, desde que recibe el apoyo de la Asociación (donde asiste también a las clases del taller de confección), asegura, se encuentra mejor. «Aquí siempre te reciben con buena cara, no te juzgan y te respetan. Estoy muy agradecida, hacen una labor encomiable», insiste. Con sus ahorros consumidos y la hipoteca del piso (de 400 euros mensuales) de la que le quedan muchos años por pagar, esta mujer es una de las 26 personas que pasaron el miércoles para llenar su carrito por San Vicente y es un ejemplo del cambio que se está viendo en el perfil de los beneficiarios.
Aunque en esta cola también había usuarios muy veteranos, como Juan, el cabeza de una familia que lleva 20 años recibiendo alimentos. «No nos alcanza la ayuda y nos vemos obligados a venir aquí, te ves muy apurado a final de mes. Y gracias a Dios ellos nos ayudan», explica. Recibe alimentos para él y su esposa. Son abuelos de cinco nietos, dice con orgullo. También ha notado el cambio. «Antes era más mi familia, mi gente, pero ahora también he visto por aquí a mis vecinos payos». indica antes de despedirse.
Gregorio García comenta, en este sentido, que cada vez llega más gente que vive sola a llenar su carrito. «Antes venían más inmigrantes y familias numerosas, pero ahora hay más 'nacionales', suele venir gente mayor y familias monoparentales». Llegan mujeres y hombres por igual, de todas las edades. El número de migrantes atendidos el pasado año están en torno al 30% y, una tendencia preocupantes que apunta, es que también ha bajado mucho el número de raciones infantiles, lo que denota la realidad social incuestionable del envejecimiento poblacional solamente se han contabilizado 250 niños aunque, puntualiza el portavoz, «esta es una cifra muy variable». Personas solas o parejas de cierta edad son mayoría.
Se buscan voluntarios
Desde la Asociación se hace un llamamiento a las personas que quieran colaborar como voluntarias en el reparto de alimentos. Renovar la cantera de solidarios es una de sus preocupaciones principales, pero también el aspecto económico que se necesita para mantener esta red de reparto. Hasta ahora, se nutre principalmente del Fondo Europeo de Ayuda a los Desfavorecidos y del Banco de Alimentos, lo que hace el 90% de la ayuda. Tan solo el 1% procede de donativos por campañas puntuales. La Sociedad San Vicente de Paúl tiene tres centros fundamentales de reparto de productos de primera necesidad y se concentra en este cometido, pues la donación y reparto de ropa de la que se ocupaba antes se dejó en manos de Cáritas. «Se trata de organizar, no duplicarnos y, si alguien hace una cosa bien, que lo siga haciendo», señala García.
Él, junto con otras seis personas, preparan las entregas de productos «personalizadas» para cada familia en el local de Pérez Galdós. Javier Moratinos, Asunción Hernando, Gloria Martín, Paloma González, Alejandro Rodríguez y Cándido Colías se ocupan de todo, desde descargar los camiones hasta de organizar los productos y comprobar su buen estado. Y no paran en esa hora dedicada al reparto. Cándido, de 74 años, que antes de jubilarse se dedicaba a la construcción, hace las veces de portavoz de sus compañeros solidarios. «Llevo aquí 13 años de voluntario», explica. Y dice que en la pandemia fue tremendo. «Había muchísima gente, llenábamos al día 36 carros. El año pasado bajó bastante, a nueve o diez, y ahora se ha disparado otra vez, nos movemos sobre los 26 o 27 diarios». Apostilla este voluntario que conoce «al 60%» de todas las personas que pasan cada mes por el dispensario.
Todo listo para el mercadillo solidario
A poca distancia del local de reparto, en el taller de costura de la Asociación, varias mujeres se afanan con mimo en tener listos coloridos delantales que formarán parte del tradicional mercadillo solidario programado para el 5 de mayo en la sede de la calle Santuario, 5. Por las manos de la profesora Carmen Martínez, que lleva 17 años al frente de este programa que permite dar salida laboral a las personas que acuden a formarse en las máquinas de costura, han pasado un millar de alumnos. Actualmente, dos de estas alumnas aventajadas ya están preparadas, subraya la monitora zamorana, para montar sus propios 'cosetodo' en casa.
Lo que también advierten los voluntarios es que el aprovisionamiento de productos ha bajado bastante porque hay menos donaciones y, de hecho, corroboran que en estos momentos hay escasez de café, leche y aceite. Auguran que todavía será peor cuando el fondo europeo suspenda la ayuda. Coinciden en que, además de las aportaciones económicas, es necesario renovar la cantera de personas solidarias en la Asociación y también de gente que asuma los cargos de responsabilidad, ante el envejecimiento de sus miembros.
«Necesitamos más gente comprometida, porque es verdad que mucha gente viene pero es difícil que se fidelice, especialmente la gente joven», se lamenta Gloria Martín mientras se dirige al taller de costura.
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