Valladolid

Al menos cuatro intentos de okupación en una semana en un bloque en ruina de Delicias

Entre el vecindario del entorno se ha instalado el miedo, la precaución. Lo acredita que ninguno de los residentes que están llamando estos días a las patrullas para alertar de las entradas ilegales y que se han reunido con este periódico está dispuesto a mostrar su rostro en las fotos o a facilitar su nombre para elaborar la información. «Somos gente normal y trabajadora, del barrio de toda la vida y esta situación nos genera mucha inseguridad, nos da la impresión que ellos tienen poco que perder», justifican con lógica.

Al parecer y según relatan, hay dos tipos de asaltos. Unos de carácter temporal, con entradas y salidas, principalmente en horario nocturno, y otros en los que la intención sería fijar un lugar donde residir. De hecho, este viernes por la mañana los afectados por esta situación aseguraban que hay una pareja que llevaría ya unos días dentro. Les ven moverse desde los edificios de enfrente.

Fuentes de la Policía Local desgranan los despliegues realizados desde la pasada semana en esta finca de planta baja más tres alturas. El día 15 de mayo acudieron en dos ocasiones, a las cinco de la mañana y las 10:45 horas. En la primera, desalojaron a cinco personas y horas más tarde, a tres. Un día después, una patrulla acudió a las 9:30 y sacó a otras tres individuos. El día 17 volvieron a registrarse dos acciones -4:48 y 16:00 horas- con un total de diez identificados, algunos de ellos reincidentes. Ya el día 18 se volvió a tomar los datos de filiación a otras cuatro personas, todas ya identificadas antes por haber entrado en Olmedo, 4.

Además, los efectivos han realizado «vigilancias preventivas» los días 19, 20 y 22 sin que en esas inspecciones se haya localizado a nadie a las horas en las que se ha girado visita. Lo que parece claro viendo esta secuencia es que el bloque, en un avanzadísimo estado de deterioro y apuntalado completamente en algunas de sus plantas, está en el foco de los okupas, bien sea como refugio temporal o como residencia.

«Todos estos días hay gente merodeando por aquí y en cuanto lo ven claro entran al edificio, incluso trepando hasta las ventanas del primer piso», explican. Se mueven con bolsas, llevan botellas... La gran mayoría de ellos son chavales jóvenes, aunque también han visto a gente de mediada edad e incluso con menores. Los residentes de la zona sospechan que se puede estar utilizando como un refugio para trapichear con droga, dado el continuo movimiento de personas que se registra durante las madrugadas.

Desde el gabinete de prensa del cuerpo municipal explican que esas actas se han trasladado a la Policía Nacional para que consten como prueba en el caso de que abra algún procedimiento judicial. Los agentes locales, eso sí, han instado a la propiedad para que tapie debidamente todos los accesos posibles al inmueble y proceda a cortar los suministros que aún permanezcan en servicio. De momento, lo único que ha hecho el dueño es sustituir la puerta principal, que fue reventada en una de las entradas ilegales, por un tablón del madera que se sujeta con dos puntales apoyados en un escalón del interior del portal. «Esto con dos patadas se va abajo», lamentan los afectados.

Los vecinos aseguran que el bloque no cuenta con agua después de que se cortara hace ya más de un año tras las filtraciones de aguas fecales que afectaron al edificio del número dos, cuyos trasteros se inundaron en varias ocasiones. En el caso de la electricidad, afirman, sin embargo, que estos días se ha visto «luz de bombillas» en algunas de las plantas mientras que en otras los okupas se ayudan con las linternas de sus móviles para desplazarse por el interior.

La petición en esta céntrica zona de Delicias es contundente. «Que lo derriben de una vez y nos evitamos problemas todos, incluso los que entran, porque esto va a acabar en desgracia, el edificio está para caerse», señalan. Fue en marzo de 2023 cuando la Junta de Gobierno del Ayuntamiento aprobó el acuerdo para demoler el inmueble, una decisión que recibió el aplauso de los vecinos afectados tras años y años de problemas. En ese documento se destacaba que el coste total de las obras a realizar para mantener las condiciones de seguridad, salubridad y ornato del inmueble supondrían una inversión de 475.254 euros, lo que representaba el 62,3% del valor de reposición de la construcción (762.399 euros) por lo que excedía del límite del deber legal de conservación y se procedía a declarar su ruina.

A la propiedad se le deba un plazo de tres meses para presentar la licencia de derribo. En caso de no hacerlo, el Ayuntamiento anunciaba que lo ejecutaría de manera subsidiaria o se ordenaría su inclusión en el Registro de Inmuebles en Venta Forzosa, lo que bloquea la posibilidad para que su propietario pueda realizar operaciones en la finca. Este periódico se ha puesto en contacto con la Concejalía de Urbanismo para conocer en qué estado se encuentra esta tramitación. De momento, no hay respuesta.