Solo 22 de los 225 municipios de la provincia registraron el año pasado un saldo natural positivo. Fueron los pueblos en los que nacieron más personas de las que murieron. Si de ellos dependiera exclusivamente (sin atender a migraciones, a personas llegadas de otros puntos), sus padrones podrían crecer. En cabeza se sitúa Arroyo de la Encomienda, donde nacieron 225 bebés y murieron 47 personas. Un saldo positivo de 178 personas. A continuación se sitúan La Cistérniga (con 34), Aldeamayor (33), Zaratán (15) y Renedo (13).
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Los municipios del entorno de la capital son los que concentran el mayor número de localidades con esta bonanza demográfica. Allí están también Cigales (11), Fuensaldaña (10), Santovenia (9), Villanubla (9), Boecillo (8) o Cabezón de Pisuerga (4).
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Además, otros pueblos que celebraron más nacimientos que entierros fueron Langayo y San Miguel del Pino (con un saldo positivo de dos perosnas) y Bocos de Duero, Monasterio de Vega, Moral de la Reina, La Pedraja de Portillo, Piñel de Arriba, Torrecilla de la Abadesa, Trigueros del Valle, Urones de Castroponce y La Zarza (con uno más en cada una de estas localidades).
En el lado opuesto, las mayores pérdidas absolutas se dieron en grandes municipios, como Valladolid (-1.715), Medina del Campo (-89), Medina de Rioseco (-39) o Tordesillas (-24). Después, con unos números rojos de 23 habitantes están Mayorga y Portillo.
Hubo además 38 casos en los que durante 2022 se dio un equilibrio absoluto entre nacimientos y muertes. El más llamativo es el de Tudela de Duero, con 57 en cada uno de los fenómenos demográficos. En el resto de localidades, era más sencillo de lograr, ya que el pueblo no vivió ni un solo alumbramiento y ni un solo funeral. Ocurrió en Barruelo del Valle, en Berrueces, en Camporredondo, Corrales de Duero, Gatón de Campos, Muriel. Pozuelo de la Orden, Villanueva de la Condesa o Villalba de la Loma.
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En todo caso (incluso en los municipios con mejores cifras de natalidad), el número de nacimientos registrados en 2022 está por debajo de lo que ocurría en la provincia una década atrás.
Una comparación entre varios de los municipios vallisoletanos permite ver cómo ha evolucionado la natalidad a lo largo de este siglo. En la capital se percibe un retroceso desde el año 2007. La crisis del ladrillo expulsó a muchas familias jóvenes la alfoz, en busca de precios de la vivienda más asequible. Y eso provocó, por ejemplo, el espectacular crecimiento de la natalidad que se vivió en Arroyo de la Encomienda a partir de entonces (con hasta 350 nacimientos en 2012). Un fenómeno similar se da en Aldeamayor de San Martín o Zaratán (dos de los municipios con mayor porcentaje de población infantil de la provincia). En ambos casos se da un comportamiento similar, con un crecimiento hasta 2012 y 2013 y, desde entonces, un retroces. Esa forma de campana se registra también en La Cistérniga o Medina del Campo.
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