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Juan Carlos Pérez (Torrelobatón, 1978) prácticamente nació con una paleta y una llana bajo el brazo. Desde muy pequeño se pasaba las horas muertas viendo ... girar la hormigonera y aprendió antes a poner ladrillos, que a dar patadas a un balón. Es hijo y nieto de albañil y siempre supo que seguiría los pasos de los suyos.
Lo consiguió a los 17 años, cuando entró a formar parte de la empresa familiar, a las órdenes de Sebastián, su padre, que se ha jubilado recientemente. «Él me lo ha enseñado todo en este oficio», dice agradecido. Con él también trabaja su hermano David y acaba de arrancar la cuarta generación de los albañiles Pérez de Torrelobatón, con su sobrino Álex. «Tengo 45 años y 28 de experiencia. Yo veía a mi padre poner ladrillos y mi ilusión era dedicarme a esto de mayor. Me encanta mi trabajo, sobre todo empezar proyectos desde cero. Una casa siempre es un sueño para una persona. Por eso, lo mejor de mi oficio es sentir la satisfacción de asumir el reto de iniciar un proyecto y concluirlo con éxito para entregárselo a su dueño. Hay obras que son muy complicadas y cuando las llevas a cabo, te sientes realizado», comenta Juan Carlos.
«Este oficio me permite aprender todos los días algo nuevo y trabajar con distintos materiales e innovadoras herramientas, sin embargo, a pesar de todos los avances, nuestra profesión requiere de un importante sobreesfuerzo físico que ninguna máquina puede hacer por nosotros», comenta este autónomo de la construcción que trabaja, sobre todo, en Torrelobatón y pueblos de alrededor.
Falta una FP específica
Para Juan Carlos, trabajar en familia es fundamental para contrarrestar el desgaste corporal, el sol extremo y las bajas temperaturas a las que se tienen que enfrentar a diario. «Lo más duro de este oficio es que es un trabajo muy físico y quizás por ello, hay tantos problemas para encontrar albañiles. No hay escuelas de construcción. No hay una formación profesional que te enseñe este oficio. Sólo hay pequeños proyectos formativos, muy concretos y que son insuficientes», opina.
Él es un albañil todoterreno que realiza todo tipo de actividades englobadas dentro de la construcción. «En la actualidad hay muchas especialidades, como alicatadores, yeseros, encofradores, caravisteros, soladores, tejeros… sin embargo, hay pocos profesionales que, como yo, sepan desempeñar todas estas tareas. No hay gente que haga todo lo que hace un albañil, desde la cimentación hasta el tejado de un edificio, con entrega de llaves incluida. La construcción es una gran escuela, que te permite encontrar soluciones a cada problema que se presenta. Es un trabajo de superación y con los años, adquieres muchos conocimientos. Estoy muy orgulloso del trabajo que tengo», termina satisfecho.
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