Estado que presenta el monasterio. Rodrigo Jiménez

Un monasterio del Valladolid del siglo XVI en apuros

Las Concepcionistas Franciscanas necesitan «reparar urgentemente» las numerosas grietas y vigas de madera que están deshaciéndose en el claustro del convento situado junto a San Miguel y Fabio Nelli

Luis Amo

Valladolid

Domingo, 29 de septiembre 2024

«Este convento necesita un buen repaso». El Monasterio de la Purísima Concepción enseña hacia el exterior de la calle San Ignacio con Concepción su mejor cara, un aparente aspecto de grandes ventanales, ladrillo y mano de pintura, pero lo cierto es que el ... interior muestra otra realidad bien distinta con numerosas humedades, grietas en paredes y techos cuyos desconchones advierten de algo más, escayolas descascarillándose, vigas centenarias deshaciéndose, bajantes descolgadas...

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Esta es la realidad de este inmueble cuyos orígenes se remontan al siglo XVI, localizado entre la Iglesia de San Miguel y el Palacio de Fabio Nelli, que en la actualidad tiene preocupadas en demasía a sus moradoras. «Lo afrontamos como una urgencia, como una alarma, porque nos preocupa la casa que hemos heredado de nuestras hermanas precedentes, pero con serenidad, porque vivimos el momento presente con alegría, con las fuerzas y ayuda que nos dé Dios para afrontarlo». La abadesa de esta comunidad de franciscanas, María Nuria Camp, abre las puertas a El Norte de Castilla con la esperanza de compartir su circunstancia y conseguir ayuda para afrontar unas obras en sus dependencias que, en algunos casos, «son urgentes».

«Siempre hemos ido manteniendo el monasterio» reconoce la hermana al señalar también «que algunos deterioros que están apareciendo ahora nos han sobrevenido». La inquietud de la decena de hermanas que residen en este monasterio se ha acrecentado en los últimos días cuando, ante el preocupante aumento de las grietas en el claustro de la segunda planta, en especial en una esquina entre el corredor de acceso y el de varias habitaciones, se pusieron en contacto con un arquitecto para que supervisase la zona y descubrieron el verdadero problema oculto en ese tramo de un falso techo pero que puede afectar a toda la superficie del claustro de 250 metros cuadrados.

El técnico hurgó un poco entre las grietas de las vigas de esa esquina, que soportan las inmediatas, tal y como describe la abadesa, y se encontró que inmediatamente al cañizo con revoque de yeso que hasta no hace muchos años era habitual poner para rematar los techos, las vigas de madera de cierto porte se estaban deshaciendo por la humedad que ha soportado esa especie de cámara de aire durante años. Lo preocupante, como insiste, es que esta primera comprobación se repite en otros tramos del techo dado que han hecho varias catas por los corredores y se han encontrado la misma problemática: vigas deshechas por la humedad del paso de los años y falta de mantenimiento en unas zonas que, también es verdad, están ocultas a la vista.

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Hace unos 75 años

Precisamente, la hermana más mayor del monasterio cuenta en la actualidad con 94 años y recuerda que la última obra de gran envergadura fue entorno al año 1950, es decir, hace prácticamente 75 años, ella recién llegada al monasterio. Desde entonces, aclaran, «siempre ha habido que hacer y siempre se ha hecho, la última sin ir más lejos el arreglo del tejado hace unos 5 o 6 años». Pero todo apunta, por las indicaciones del arquitecto, que ahora «la cosa es más seria». Por lo pronto han apuntalado esa zona del techo por riesgo de caída y las zonas contiguas están abombándose. En prevención también evitan el paso por allí.

Así las cosas, la decisión de intervenir está tomada: hay que quitar el cañizo para ver posibles daños en toda la extensión del claustro que desprende un intenso olor a humedad y hay que darle ventilación. «Nos llevamos mucha sorpresa», se lamenta María Nuria, «pero no queremos agobiarnos porque Dios nos protege y estamos asesorándonos» al confirmar que, «cuanto antes», acometerán este arreglo. Unos trabajos, tampoco oculta, que en siguientes fases deberían de extenderse a otras zonas conventuales «con una buena intervención al aislamiento de puertas y ventanas; para salvar el consumo energético; un buen tratamiento de las zonas de humedades o un repaso a nuestra iglesia». Y amén de las palabras, el paso del tiempo va saliendo a la luz dado que, hace un par de semanas, reventó una antigua cañería en el patio. Aquí, al alzar la mirada, comprobamos cómo las bajantes están desprendidas.

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Entre tanto, «a conseguir los fondos suficientes para afrontar la costosa obra», dice la madre abadesa, al comentar que «siempre hemos sostenido el monasterio con nuestro trabajo» destacando en este sentido, por ejemplo, su labor en temas de floristería, con mucha aceptación su labor de cultivo y diseño de centros florales, y desde hace pocos meses con un obrador «que también está gustando mucho». La juventud de algunas de las monjas, especialmente seis que proceden de Tanzania, ha significado que estén aprovechando las redes sociales para hacer público su problema, conseguir fondos e incluso servir de canal de comunicación para aumentar las ventas de sus flores y pastelería. Lo último, el exitoso mercadillo solidario que celebraron el pasado fin de semana en la Iglesia de los Franciscanos del paseo de Zorrilla.

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