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Bombardeo de publicidad que cada vez comienza antes. Uno ya no sabe si los descuentos del Black Friday (teóricamente se celebra el último viernes del ... mes de noviembre) duran un día, se prolongan durante una semana o directamente todo el mes. Cada vez la idea es más difusa y es imposible escapar al alcance de las prometidas ofertas que llegan por mail, televisión, radio, internet, propaganda, caretelería o redes sociales.
Es imposible librarse de esos lemas reiterativos del 'ahora o nunca', del 'no dejes pasar esta oportunidad' o del gancho que asegura 'el mayor descuento de la historia'. A nivel de consumo, si algo tiene noviembre es que en torno a este mes se ha creado una necesidad de compra que impulsa al cliente a esperar el mejor momento para hacerse con uno de esos descuentos.
«La cantidad de publicidad que se lanza es brutal y cada vez más masiva. Notamos que se empiezan a anunciar y aplicar esas rebajas mucho antes, lo que provoca que el comercio de Valladolid se vea arrastrado por esta moda importada de Estados Unidos», reconoce María Balsa, secretaria general de la Agrupación Vallisoletana de Comercio (Avadeco), entidad que desde hace 47 años defiende y representa el sector en la ciudad.
Jesús Herreras
Fecosva
Sobre la base de su experiencia, Balsa tiene clara la idea de que «si el comercio de Valladolid pudiera elegir rechazaría el concepto del Black Friday, ya que altera de forma importante las ventas y el consumo de esta parte del año». Una reflexión que va en la línea de lo que piensa al respecto el representante de Fecosva, Jesús Herreras. «El cliente está confuso, esta fecha se ha ido extendiendo como una mancha de aceite. Nos imponen esta avalancha que lo que provoca es un aplazamiento de compra, por ejemplo, en textil, calzado y complementos nos obliga a comenzar la temporada con descuentos. Ni compensa ni sale rentable para nada, porque lo que se deja de vender en todo el mes a la espera del Black Friday no se recupera en esa fecha ni de lejos», explica Herreras.
Tanto desde Avadeco como desde Fecosva confían en que el consumo «se mantenga en la línea de los anteriores», aunque según anticipa la OCU, y de forma generalizada, este año la cifra de personas que se animarán a comprar es del 76%, ligeramente inferior a la del año pasado, que mantuvo una intención de consumo del 84%.
Y se desembolsará menos, pues la estimación del gasto medio previsto en la campaña de este Black Friday 2024 es de 201 euros, lo que supone también una cantidad inferior a la del año pasado, cuando el consumo medio fue de 234. Una de las explicaciones es porque, al final, el cliente muchas veces tiene la impresión de que las rebajas en esta fecha no lo son tanto como se pretender hacer ver y solo el 7% de las personas encuestadas acudirá de forma exclusiva a tiendas físicas.
Los pequeños comerciantes son conscientes de que no pueden competir con grandes compañías a la hora de rebajar productos. «No llevamos el mismo ritmo, a nosotros no nos llega un cliente una intención de compra tan impulsiva como sucede en otras compañías», apostilla María Balsa. Y se prefiere frente a la cantidad de ventas «una buena atención en un ambiente de compra más diario, más personal aunque no queda otra que adaptarse y, por eso, esta fecha en cierto modo nos arrastra», incide la secretaria general de Avadeco.
María Balsa
Secretaria general de Avadeco
Pese a que esta importada fiesta del descuento no es santo de su devoción, esperan que sea una jornada positiva para los comercios que finalmente hayan decidido adherirse a ella. «Suele ser un día en el que la gente sale ya con esa intención de compra y al que se suma la iluminación navideña, que crea un buen ambiente en esa actitud hacia el consumo y hace que el cliente salga, mire y después elija si compra con descuento o no», explica Balsa, quien asegura que las variables que afectaban de manera negativa al consumo final como son los precios, «se han atenuado con la bajada del IPC, lo que dejará algo más de renta libre en la economía familiar para gastar, sobre todo, en Navidad».
No es algo nuevo y quizá se convierta en una tendencia que en los próximos años cambie el aspecto comercial del centro de Valladolid. «La gente se está jubilando y deja negocios de toda la vida que echan el cierre porque no existe ese relevo generacional, es algo que cada vez se está acrecentando más», admite el representante de Fecosva, Jesús Herreras. «Que la gente sepa que la mayoría de los negocios que se traspasan en Valladolid son negocios que funcionan bien, que tiene futuro y continuidad», anima Herreras, quien destaca el caso de la confitería Chus, cuyos dueños iban a jubilarse. «Al leer la noticia del cese de negocio en los medios, una pareja ha tomado las riendas evitando el cierre del obrador y me consta que les va fenomenal».
Asimismo, desde entidades que representan los locales que dan vida comercial al centro de Valladolid quieren evitar que se convierta en una fotocopia de otras ciudades: «Al final vas por el centro de otros sitios y parece el mismo, con franquicias, grandes cadenas, nada que lo distinga, se convierten en algo carente de personalidad y pierde esa esencia de proximidad», finaliza.
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