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La borrachera de consumo que supone el Black Friday da el pistoletazo de salida a un mes y medio sin respiro para el reparto de ... paquetería. Un año con especial presión porque el viernes que hace de detonador, el 29 de este noviembre, llega más tarde que otras veces y casi se pega con un puente de diciembre más largo, de cuatro días, que prácticamente empalma con las compras navideñas. Las empresas amplían flota o personal y optimizan las rutas para dar salida a días como el 2 ó el 10 de diciembre en los que triplican su trabajo.
La campaña empieza mañana lunes 25, el anticipo del Black Friday, la jornada posterior a Acción de Gracias, una fiesta que en Estados Unidos es equiparable a la Navidad y que se celebra el último jueves de noviembre. Sus rebajas ya son globales. La fecha más fuerte es el lunes siguiente, el 2 de diciembre. «Mucha gente no puede asimilar de golpe las compras que va a recibir y se dedica a prepararlo durante el fin de semana», explica el gerente de Seur en Segovia, Ricardo Torres. Lo mismo ocurre el 10 como salida al puente de diciembre. «Complica mucho las cosas porque venimos con la velocidad del Black y son demasiados días de fiestas, hay una explosión potente.
Y luego ya todos los días son muy duros, hasta el 25, que baja un poquitín. Cuando llega la Navidad de la familia acaba un poco la nuestra», explica. Y es que, aunque los regalos navideños suelen anticiparse, la presión sigue latente hasta el 15 de enero entre compras de última hora para Reyes y el inicio de las rebajas.
Ricardo Torres
Gerente de Seur en Segovia
Esa 'bajada' del 25 de diciembre supone todavía el doble de expediciones que un día normal. En el caso de Seur, cerca de las 2.000. Pero la previsión de los analistas, a través de datos de los ejercicios previos y de sus clientes con más volumen de reparto, es que el 2 de diciembre podría superar las 6.000. «Es una barbaridad», afirma Torres. La empresa amplía su flota en cuatro furgonetas –de diecisiete a veintiún vehículos– y en un repartidor más a jornada completa. «Lo que hacemos para defendernos un poco es trabajar todos los sábados con la plantilla completa porque así conseguimos llegar al lunes con posibilidades de sobrevivir. De lo contrario, sería imposible», comenta el responsable.
Otro recurso es simplificar los itinerarios habituales. «Lo que hacemos es quitarles trozos de las rutas para que se puedan centrar en la parte fuerte y ahí metemos los refuerzos para echar una mano», detalla el gerente. El aumento del trabajo no es directamente proporcional al de paquetes. «Hay repartidores que van a un cliente y le entregan cuatro».
Antes del Black Friday, el Tourmalet del transporte eran dos semanas, desde el puente de diciembre hasta el festivo día 25. «Había cestas, botellas y regalos para aburrir. Naves inundadas de jamones y botellas de vino. Eso ya no existe, es todo venta 'on-line'. Y son casi dos meses», expone Torres. Clientes que no concentran compras y van a golpe de click. Por ejemplo, Amazon puede mandar al mismo domicilio cinco paquetes diferentes. Supone un aumento global por toda la provincia, frente a otras campañas como las de verano en la que aumenta el tráfico a las segundas residencias. «Con la venta 'on-line' estamos yendo a pueblos a los que no habíamos ido en la vida», confiesa el responsable de Seur.
Los puntos de recogida, que esta compañía ha duplicado en la geografía segoviana, son una de las razones que evitan el colapso. Aunque esta opción del 'pick up' es voluntaria, cada vez son más los que la eligen como método de entrega. «Es normal, la gente no está en casa. Este me pilla al lado del trabajo o solo es cruzar la carretera cuando recoja al niño del colegio…», argumenta Torres la paulatina transformación del modelo. La proliferación de estos puntos hace que el volumen de paquetería total que desemboca en ellos haya pasado de un escaso 10% a superar el 20%. Algunos son locales comerciales pequeños y no tienen espacio para guardar el triple de paquetes estos días. «Cuando hay un paquete más grande, hablamos con el cliente y le decimos que se lo llevamos a otro 'pick up'. Normalmente, no ponen pegas».
Entre un 75% y un 80% retiran ese mismo día los paquetes. «Como es una compra muy en caliente, la recogida suele ser rápida. Eso nos salva; si no, se inundarían», advierte el gerente. Por eso, la red cuenta estos días con 28 en toda la provincia –algunos solo funcionarán durante la campaña– y dos 'locker', es decir, un par de armarios automáticos.
«Nosotros lo llamamos la época 'peak' ['pico' en inglés]. Prácticamente trabajamos más de medio año para preparar la campaña», subraya la gerente de GLS en Segovia, Patricia Sanz, quien habla de «volúmenes exagerados» cada curso. «Pero este año, particularmente, nos disparamos», destaca. Su empresa triplica sus expediciones, de unas 1.300 diarias alcanza las 4.000. «No sé si debido a tanto cierre de comercio local en Segovia, la gente se obliga más a comprar por Internet».
¿Qué llegó antes, el huevo o la gallina? Ella replica: «¿Por qué no nos adaptamos a la venta 'on-line' y no cerramos? Tengo clientes que no veas lo bien que les va, se están haciendo hueco entre los gigantes». Pone el ejemplo de Stefany Sen, una zapatería que muchos días lleva más paquetes que «muchos grandes». O Amapola Biocosmetics. «Fíjate si no tiene competidores… pero tienen un público súper leal», destaca Sanz.
Patricia Sanz
Gerente de GLS en Segovia
GLS pasa de trece mensajeros titulares en Segovia a unos veinte para aguantar el 2 de diciembre. «Ese día salimos todos a repartir. Todos. Comerciales, gerentes…», señala la responsable de la empresa. Más refuerzos, por ejemplo, que vayan dos personas en una furgoneta, lo que el sector llama retén, como los bomberos.
«El problema del centro de Segovia es que si tienes tres rutas, no puedes meter diez, porque no eres tú solo, sino el resto de compañías. Colapsaríamos la ciudad. Hay que reinventarse y buscar otras maneras de sacar más producción a una furgoneta», expone Sanz. Como los dos repartidores: uno se quita los números pares y otro los impares. O los andarines, personas que entregan paquetes pequeños con una mochila.
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El trailer descarga en GLS los palés a las siete de la mañana y el personal reparte las mercancías por rutas. Una vez que está todo segmentado, entran las furgonetas, a eso de las ocho menos cuarto. Cada una carga su zona y arrancan el motor a las ocho y media. «Nuestro quebradero de cabeza de todos los años es cómo poder afrontar este pico sin pasarnos, porque una furgoneta no la compras para un mes», resume Sanz. La solución es alquilarlas: dos o tres para al menos un mes, aunque algún día esté parada. «No es fácil encontrarlas, no las tienen. Hay días que hemos tenido que ir a Madrid a alquilar alguna», añade. Y cada kilómetro cuenta.
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