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La historia del autoservicio Alimentación Poniente es la historia de Braulio Pérez, un hombre hecho a sí mismo que levantó un negocio que hoy llevan sus hijos y que da servicio a la zona centro de Valladolid. Braulio es natural de Belver de los Montes ( ... Zamora), donde de joven trabajó como pastor. Su afán de progresar le llevó a montar un negocio urbano junto a su mujer, Eco Domínguez. Primero fue una fonda de huéspedes y más tarde, en 1977, un modesto despacho de pan y leche en la Plaza del Poniente. Con su trato amable y cercano ambos se ganaron el respeto y fidelidad de los vecinos, tanto que con los años el negocio creció y diez años más tarde pudieron pasarse a un local en la misma acera, más grande, donde establecieron un autoservicio de alimentación, fruta, charcutería, frescos y congelados y conservas.
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Braulio se jubiló en 2003 con la tranquilidad de dejar su negocio en buenas manos, las de sus hijos Juan Carlos y Roberto, que mostraban la misma pasión y compromiso que él por el oficio de tendero. A lo largo de estas décadas, los Pérez se han mantenido firmes frente a la dura competencia de las grandes superficies y el comercio electrónico. Su éxito radica no solo en los productos de calidad que ofrecen, sino en la conexión personal con sus clientes. «Mi padre cuenta que cuando empezó, no sabía ni lo que era un bote redondo. Poco a poco fue aprendiendo y ha vivido toda una revolución en el sector. La primera fue con la proliferación de las grandes superficies. El primero fue Continente, el antiguo Carrefour. Luego llegaron muchas más y empezamos a notar un gran cambio», cuenta Roberto Pérez, sabedor de que su baza es el trato con el cliente. «Ofrecemos un género de primerísima calidad y tratamos a los clientes por su nombre. Muchos de ellos venían con sus hijos cuando eran pequeños y ahora vienen con sus nietos. Son como de la familia» prosigue Roberto. «Gran parte de la clientela tiene una edad avanzada, pero también tenemos un buen número de clientes jóvenes, de entre 30 y 40 años, que buscan un producto de calidad que no encuentran en la gran superficie».
Braulio lleva jubilado 20 años y sigue siendo toda una institución en el barrio. «Él hacía las cuentas a lapicero y ahora se sorprende cuando nos ve hacer los pedidos por WhatsApp o gestionar el stock a través de la tablet», comenta Roberto, quien asegura que la mayor parte de sus clientes no han renunciado a los productos que llevan usando toda la vida, aunque hayan subido de precio. «Hemos abierto el abanico de marcas y precios para dar más alternativas y satisfacer también a aquellos que han empezado a buscar productos económicos. En determinadas referencias, como licores o conservas de muy alto nivel, notamos menos rotación que antes, pero los tenemos que mantener igualmente en el lineal de venta», comenta este tendero, quien se preocupa de analizar el sector y comparar los precios que ofertan las grandes superficies para mantenerse dentro del mercado. En su opinión, aunque la competencia es dura, su tienda de alimentación está en posición de competir. «Hace años, las grandes superficies a veces tiraban los precios de determinados productos. Preferían no ganar nada para atraer a la gente. Así era difícil salir adelante. Ahora estamos todos muy equiparados. Muchos piensan que la tienda tradicional es más cara, pero no es así y el servicio que damos es mejor. Prueba de ello es que en lo peor de la pandemia, estuvimos al lado de la sociedad, porque entonces nadie se atrevía a ir a las grandes superficies», remata Roberto Pérez.
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