Secciones
Servicios
Destacamos
El diagnóstico de la enfermedad que padecen frenó en seco su vida. Cáncer de mama metastásico. Cuatro palabras que llegaron «como un puñal» y que estas cuatro mujeres de Valladolid no podrán quitarse el resto de su vida. Al menos, esto es lo que dicen ... los estudios porque se trata de una enfermedad con manifestaciones clínicas muy variables y que no tiene cura. Hay tratamientos pero actualmente constituye uno de los grandes retos en la investigación y en la práctica clínica en oncología. En España se detectan casi 33.000 nuevos casos al año de cáncer de mama, de los cuales entre un 5 y un 6% presentan metástasis en el momento del diagnóstico, según GEICAM, grupo de investigación del cáncer de mama en España. Además, un 30% de las mujeres que han padecido esta dolencia sufrirán la reaparición de la enfermedad incluso años después.
Hoy es el día Mundial del cáncer de mama metastásico y las cifras que estas mujeres manejan no son oficiales, pero son las que ellas reciben desde la asociación de cáncer metastásico, aunque no hay un recuento oficial de cuántas personas padecen la enfermedad en nuestro país. Explican que el 80 por ciento de los cánceres de mama se curan pero que un 20 por ciento desembocan en metástasis, es decir, una de cada cinco enfermas.
Es el caso de Mar Hidalgo, una vallisoletana de 55 años que hace doce, en 2009, fue diagnosticada de cáncer de mama. Su pronóstico era «muy favorable» y el tumor desapareció con el tratamiento de quimioterapia en un año. Ahora, lo recuerda como «un golpe muy duro» porque tenía dos hijos, uno de cinco meses y otro de dos años y medio. «Salí adelante gracias a mi gente y a su apoyo, que fue fundamental para que no me rindiera», asegura.
Unos años después, nueve exactamente, en 2018, comenzó a encontrarse mal y notaba que sus brazos se adormilaban. Acudió al médico y tras una radiografía fue derivada al oncólogo. Volvió su pesadilla pero esta vez en forma de metástasis. «Me dijeron que tenía metástasis en los ganglios linfáticos y en una vértebra», recuerda. El paso por tres tratamientos durante estos años ha supuesto «sacrificio y pensar mucho» para Mar, pero ahora está recibiendo quimioterapia desde hace cinco meses y la enfermedad está estable. «Cada día rezo para que se quede como está, para que no se extienda y para poder seguir disfrutando de mis hijos», cuenta.
Noticia Relacionada
Ellos y su marido, son su «mayor apoyo» y si un día se encuentra «algo peor» le animan a levantarse y dar un paseo, por corto que sea. «Desde que tengo cáncer de mama metastásico no me canso de repetir que esto no es rosa, que es un marrón y muy grande que, a veces, termina en negro». Para ella, la vida ahora es «diferente» y ha aprendido a «valorar más las cosas sencillas a las que no damos importancia cuando tenemos salud».
A su lado, la vallisoletana Alicia Pastor añade que «solo nos acordamos de la salud cuando falta». Ella padece esta enfermedad desde hace un año y, según asegura, es un «efecto secundario de la pandemia». A esta vallisoletana de 47 años le realizaron una mamografía de control y le dijeron que tenía que volver a los nueve meses, pero la irrupción del virus canceló su cita médica. Un día comenzó a sentir un fuerte dolor en el pecho y en las citas telefónicas con su médico de cabecera no recibía un diagnóstico. «Me decían que si era cáncer no dolía, pero eso es mentira porque yo tenía dolor y acabó siendo cáncer de mama metastásico», comenta.
Noticia Relacionada
Su situación empeoró cuando «apenas podía estar de pie» y le costaba «muchísimo respirar». Al no recibir un diagnóstico en la sanidad pública se vio obligada a acudir a un ginecólogo privado y allí fue rápido. «Me hicieron varias pruebas y me dijeron lo que tenía, que fuese al hospital para que me hiciesen una biopsia y así confirmarlo del todo», recuerda. Alicia está dentro del cinco por ciento de mujeres que sufren esta enfermedad que no ha pasado por un cáncer de mama anterior. «Cuando me dijeron que padecía cáncer de mama metastásico pensé que ya era tarde para mi y que iba a morir, pero fue un alivio saber que, aunque no hay cura, hay varios tratamientos. Pensé que me quedaban meses de vida y quería comenzar lo antes posible porque quiero ver crecer a mi hijo», cuenta emocionada.
Mar Hidalgo
3 años enferma
Alicia Pastor
1 año enferma
Marta Fraile
4 años enferma
Ana Conde
4 años enferma
En ella, la metástasis está en los huesos y le afecta a todo el cuerpo y el tratamiento que recibe es biológico. Ahora mismo está «estable y contenta» de que la enfermedad esté «pausada». Alicia asegura «no tener miedo a la muerte por haber aprendido a vivir con esta enfermedad», pero sí reconoce que quiere dejar todo atado por si algún día falta que sus familiares no sufran más de la cuenta.
Opinión que comparte con Ana Conde, de 41 años y con la misma enfermedad. Cuando le diagnosticaron cáncer de mama metastásico vivía en Fuerteventura y decidió volver a Valladolid para estar cerca de los suyos, pero no les explicó lo que le ocurría. «Cuando llegué, a mis familiares y amigos más cercanos les dije que me habían encontrado un bultito y que me lo iban a quitar, que sería rápido», recuerda.
Pero, lejos de eso, su enfermedad se complicó en una revisión rutinaria tras haberlo superado. Tras el cáncer de mama llegó la metástasis, que afectó al hígado, a una costilla y a una vértebra, además de a la pleura. En ese momento, cuando en la revisión de los seis meses los marcadores tumorales dieron elevados, tuvo que enfrentarse a la difícil decisión de contárselo a su entorno. «Me costó muchos meses decir que tenía cáncer y apropiarme de esa palabra porque nuestra esperanza de vida tras el diagnóstico es de entre tres y cinco años», explica.
Pero Ana asegura estar aquí, junto a sus compañeras, «para romper estadísticas». Su metástasis del hígado está «bien, aunque haya costado 21 sesiones de quimio en lo que va de año», comenta. A nivel emocional, reconoce que es «muy duro» porque el cáncer de mama «no tiene nada que ver con los anuncios que se ven en la tele o con las campañas que se hacen».
Como un cáncer «totalmente eclipsado por el de mama» describe la vallisoletana Marta Fraile su enfermedad. A sus 38 años, lo padece desde hace cuatro y «todo comenzó por una negligencia médica». Su madre tuvo cáncer de mama pero a ella nunca le hicieron pruebas para conocer si la genética le jugaría una mala pasada. Estudiando en Inglaterra fue diagnosticada de cáncer de mama y al volver a Valladolid ganó el juicio por negligencia. Pero su calvario apenas había comenzado y se vio obligada, tras otra negligencia en la ciudad, decidió ir a Madrid para recibir el tratamiento.
Allí le diagnosticaron metástasis en hígado, mediastino y piel y comenzó a formar parte de la lista de mujeres enfermas de cáncer de mama metastásico. «Ha sido todo muy rápido y parece que el tratamiento está funcionando», dice al explicar que se encuentra en una fase de remisión de la enfermedad, «lo más aproximado a la curación». El porcentaje de enfermas que llegan a la remisión es «muy pequeño», pero Marta está «contenta» y alberga la esperanza de que «continúen investigando para que la esperanza de vida aumente». Recuerda ahora que su vida era normal y que había conseguido rehacerla tras el primer cáncer, pero que la metástasis volvió a frenarla y se recibe tratamiento para que remita «cuanto antes».
Desde su posición como enfermas, las cuatro demandan «más investigación y mejoras en el diagnóstico, que no se centren en la enfermedad y lo hagan en las enfermas porque cada una es un mundo». Explican, por su experiencia, que es «fundamental llevar una vida sana para tener las defensas altas y hacer ejercicio, aunque cueste», pero lo más importante es la salud mental. «Sin apoyo psicológico muchas no estaríamos aquí porque es algo que te supera completamente hasta que eres capaz de decir la palabra cáncer y adueñarte de ella», precisan. Ana tiene claro que ella no podría ponerse en el lugar de su hermana. «Me ha curado las heridas cuando yo no podía porque me mareaba, me ha levantado del sofá y yo sé que ha sufrido ella más que yo viéndome enferma. Estar al otro lado es muy duro y yo no sé si sería capaz», precisa emocionada.
En su petición apelan a que la sociedad no minimice su enfermedad. «No nos ayuda que nos digan que es un cáncer más, que se nos pasará, que nos curaremos, porque no es así. De momento, no existe cura y lo que hacemos es pasar de tratamiento en tratamiento sin saber si funcionará o no», explica Marta. Para ella, igual que para sus compañeras, expresar lo que siente y cómo se siente es «fundamental» en el proceso porque el tratamiento es «largo y un diagnóstico no es un destino». Se acuerdan también de las mujeres fallecidas por la enfermedad que ellas padecen y con la visibilización del cáncer de mama metastásico desean «abrir el camino a las nuevas mujeres que son diagnosticadas cada día, pero necesitamos más investigación para tener más vida».
Hoy, coincidiendo con la celebración del día mundial del cáncer de mama metastásico, la ciudad de Valladolid iluminará a las 20:30 horas dos de sus puntos más emblemáticos por primera vez.Se trata de la fachada del Ayuntamiento y de la Cúpula del Milenio. Además, representantes de la asociación a nivel regional leerán un manifiesto esta tarde en la plaza de San Benito. También han repartido globos y un cartel por los comercios del centro y los barrios de Valladolid «para concienciar a la gente y dar a conocer una enfermedad eclipsada».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.