

Cierra Deportes Chema, la tienda deportiva con más solera de Valladolid
Este comercio, que ha estado en tres localizaciones distintas de la ciudad, cumplió en abril 45 años y sus dos dueños, los cuñados Chema Rodríguez y Roberto Legido, se jubilan tras vender su local
Deportes Chema cerrará sus puertas para siempre el 31 de julio. Los dueños de la tienda, Chema Rodríguez y Roberto Legido, se jubilan y les ... ha resultado imposible encontrar a alguien dispuesto a continuar con el negocio, por lo que finalmente han vendido su local y en un par de meses dirán adiós a un comercio que abrieron hace más de 45 años, concretamente el 7 de abril de 1978.
«La gente que lo va sabiendo me para por la calle para preguntarme por qué vamos a cerrar si este es un negocio que funciona, pero nadie ha querido continuar, aunque nos hubiera gustado», explica Chema Rodríguez, que, a sus 68 años, dejará de trabajar y no lo ha hecho antes porque no había un comprador para el local de 525 metros cuadrados en la calle doctor Cazalla en el que se ubica la tienda. «Nos lo ha comprado la Federación de Voleibol de Castilla y León, que va a montar aquí un taller», añade con una mezcla de alivio y tristeza.
Si por algo se va a recordar Deportes Chema es porque ha vestido a generaciones de vallisoletanos. Colegios, clubes, federaciones deportivas, empresas y un sinfín de entidades han comprado su ropa deportiva en esta tienda, donde se personalizan desde hace décadas las prendas para cada cliente. Tal ha sido el número de equipaciones personalizadas en este comercio que el disco duro del ordenador en el que guardan los logos grabados atesora hasta 15.000 archivos distintos con escudos, logotipos y símbolos de infinidad de clases y estilos.
Otros cierres sonados en Valladolid
«Abrimos la primera tienda en La Victoria, en la esquina de la calle Villanubla con Neptuno. Mi cuñado Roberto puso el dinero y yo puse el nombre, mi nombre», recuerda este aficionado al fútbol, que llegó a jugar en el Real Valladolid Promesas, y que recalca que este negocio no sólo ha vivido de las equipaciones. «Comenzamos a vender también elementos de camping, a reparar tiendas y a llevar el servicio técnico de Camping Gas», rememora para explicar después que el negocio familiar creció en integrantes con la incorporación de otros dos de sus ocho hermanos, Marian y Manolo, que llegaron a la empresa en un momento en el que Deportes Chema comenzó a suministrar material de diferente índole al antiguo Economato de Renault. «Eso fue nuestro despegue. Teníamos colas de gente en la calle en verano para comprar tiendas de campaña, sacos de dormir, mesas, sillas y colchones, pero luego llegó Continente, empezó a vender estas cosas y lo notamos mucho. Aunque a la vez, teníamos unos cuantos colegios y clubes, aparte de la Universidad», relata Chema, que a finales de los 80 regentaba junto a su cuñado un negocio familiar muy conocido en la ciudad. «Nos fue tan bien, que en 1988 compramos el local que teníamos en alquiler y el de al lado para tener una tienda de 350 metros», añade.
El número de pedidos personalizados fue tan alto que la sociedad abrió incluso una serigrafía y llegó a comprar, hace 28 años, el local de 550 metros cuadrados en el centro que posee en la actualidad. Todo un caso de éxito que nadie quiere continuar. «Estábamos dispuestos a traspasar la tienda y a pedir una renta. Cuatro familias viven de esto y podía haber seguido funcionando. Incluso teníamos la intención de dar la llave en mano al que quisiera abrir al día siguiente, quedarnos con él un año y enseñarle a manejarlo todo sin cobrarle nada, pero nadie ha querido probar suerte», asegura Chema.
Una tienda que ideó un sistema para pegar el interior de los techos de Renault
La relación entre Deportes Chema y FASA Renault fue siempre muy fluida, pero no solo por la venta de las equipaciones del grupo empresa. El cofundador de la tienda deportiva Roberto Legido llegó a idear uno de los primeros sistemas que se usó en la fábrica vallisoletana de la marca del rombo para pegar la del interior de los coches a la carrocería a finales de la década de los 80. «Teníamos el servicio técnico de Zodiac y Renault nos pidió que pensáramos algo que permitiera pegar los techos de los coches. Así que fabricamos un útil con unas cámaras de aire que entraban por el cristal de atrás. El techo se encolaba fuera y, una vez dentro, daban presión al útil y eso permitía que el techo se quedara pegado de manera uniforme», explica Legido, que cuenta con estudios técnicos que aplicó a ese proyecto. «Nos dieron los soportes, los tamaños de los anclajes para el robot y, una vez probado, se lo encargaron a una empresa para fabricarlo a nivel industrial», indica.
45 años han estado trabajando codo con codo estos dos cuñados, quienes no esconden que han discutido mucho durante su larga trayectoria profesional porque ya se sabe que mezclar trabajo y familia no siempre es fácil. «Nosotros hemos discutido muchísimo, pero siempre ha habido un nexo de unión: todos queríamos lo mejor para el negocio. Hemos tenido peleas gordas, discusiones en las que hemos alzado la voz, pero llevamos 45 años juntos y la gente llega incluso a creer que somos hermanos, y no lo negamos nunca porque es como si lo fuéramos», sentencia Chema mientras Roberto asiente con cara de circunstancias.
Con este cierre, las dos empleadas de la tienda, María y Lidia, se van al paro y esta circunstancia añade pesar a los fundadores. Lidia lleva tres años en este comercio y María, 22 años, pero ambas esperan tener suerte en su búsqueda de empleo una vez que se consume el cierre.
«Nunca hemos querido hacernos ricos. Lo que pretendíamos era que viviéramos las cuatros familias del negocio», zanja Chema, quien huye de sentimentalismos. «No voy a tener pena el día que cerremos. No creo que lo vaya a echar en falta nada cuando cierre», explica este comerciante, que, en este sentido, tiene una opinión diferente que su cuñado. «Me da pena, pero es una etapa y hay otras cosas que hacer. Hay más cosas en la vida», explica Roberto, que una vez jubilado piensa estudiar y dedicarse a su pasión: la heráldica. Mientras, Chema no es tan fan de los escudos y tiene otros planes. «Yo tengo una deuda con mi mujer porque, aparte de la tienda, he estado entrenando 30 años en equipos de fútbol sala. Cada quince días me tocaba viajar e irme fuera. Es el momento de devolverla todos los años que me ha dado a mí», concluye este tendero, que ha puesto a correr a varias generaciones de vallisoletanos con ropa de Deportes de Chema, la tienda de ropa deportiva con más solera de Valladolid que pronto se despedirá de la calle doctor Cazalla.
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