Valladolid
El centro cívico Delicias clama contra la construcción del centro de refugiadosValladolid
El centro cívico Delicias clama contra la construcción del centro de refugiadosUn rotundo y sonoro «No al centro» retumbaba en el Centro Cívico Delicias instantes antes de que Carlos Mora, director general de Atención Humanitaria, tomase la palabra para explicar a un auditorio lleno lo que puede tener de positivo el centro de refugiados proyectado para ... la parcela situada frente al acceso a Urgencias del Hospital Río Hortega.
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El concejal de Urbanismo y Vivienda del Ayuntamiento de Valladolid, Ignacio Zarandona, presentó a los ponentes, el citado Carlos Mora y otros dos técnicos del ministerio, y acto seguido Mora tomó la palabra para explicar que las personas que podrán vivir en el futuro centro «son perseguidas por raza, nacionalidad, razones políticas, de género, orientación sexual y están imposibilitados de regresar a su país». Posteriormente, el subdirector general de centros de sistemas de acogida, Rafael Núñez, explicó el proceso que se lleva a cabo para integrar a los refugiados en la sociedad. «Estas personas pasan con nosotros 18 meses y en algunos casos hasta dos años», indicó Núñez, quien señaló que lo primero que se hace en estos centros es educar a los niños y enseñar un empleo a los adultos. «No son centros de internamiento. Los niños van al colegio, las señoras salen al gimnasio, donde estas personas intentan hacer una vida normal, como la que hacen todos ustedes», indicó Núñez ante un auditorio al que no le gustó nada su presentación y en el que se fue generando un runrún que obligó al concejal a coger el micrófono para pedir respeto.
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Tras esa presentación, la presidenta de la Asociación de Vecinos Nuevo Hospital, Laura Martínez, tomó la palabra y desveló que «tenemos unas 1.300 firmas en contra de este espacio en un barrio donde viven unas 2.000 personas» y señaló que los vecinos se sienten abandonados por los políticos porque el barrio carece de servicios, cuenta con infinidad de deficiencias y «aunque la responsabilidad humanitaria es fundamental», a su juicio, lo es más «invertir primero en lo imprescindible». La intervención de Martínez fue acogida con infinidad de aplausos y en ella se lanzó una idea al aire: que se hagan varios centros pequeños, en diferentes zonas de la ciudad, para facilitar la integración que persiguen estos lugares. Tras hablar de esta propuesta, Martínez explicó que la zona elegida para ubicar el centro es una de las que cuenta con un precio más bajo por vivienda y con una de las mayores tasas de emigrantes, por eso recalcó que llevar este centro a esta zona es una mala idea que no cuenta con el apoyo de los vecinos. «Somos un barrio luchador y haremos lo que tengamos que hacer para evitarlo», concluyó entre vítores.
Tras la celebrada intervención de la presidenta de la asociación de vecinos, Rafael Núñez explicó que «en este tipo de centros trabajan unas cuarenta personas y atomizar todas esas labores en centros pequeños haría que la gestión fuera muy difícil. Los recursos que tenemos son limitados y la manera más eficaz que hemos encontrado para dar este servicio son centros de 100 a 200 personas porque es lo más eficaz desde el punto de vista de la gestión». Ante esa afirmación un vecino tomó la palabra para decir alto y claro la siguiente frase: «¡Pues llevarlo a otro barrio!», a lo que Mora respondió que para decidir la ubicación se habló previamente con las corporaciones locales -gestionada en aquel momento por el anterior equipo de Gobierno-.
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Los ánimos estaban muy caldeados, algo que ya se intuía, y entre los presentes se pudo ver agentes de policía de paisano, pero la sangre no llegó al río. Luis Trapote, presidente de la Asociación de Vecinos de Delicias, también cogió el micrófono para dirigirse a los ponentes y espetarles esta frase: «Lo que nos han contado es la clásica propaganda de izquierda y extrema izquierda». Y tras esta frase se comenzaron a levantar varias personas de sus butacas para abandonar una reunión que iba ser informativa, pero que acabó tornando en una reunión 'opinativa', en la que la gran mayoría del público expresó su opinión contraria al centro sin atender a las pocas explicaciones que se pudieron dar desde el escenario en un acto que acabó como empezó: con un rotundo y sonoro «No al centro».
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