La antigua casa del conserje de la UVA, antes hogar del jardinero del jardín botánico de la Universidad, oculta en el acceso a Derecho por la calle Doncellas. J. Sanz

Valladolid

Un centenario vestigio del jardín botánico de la UVA languidece a las puertas de Derecho

La desconocida casa, que fuera hogar del jardinero y después del último conserje general, permanece tapiada y sin uso desde hace tres lustros

Sergio García

Valladolid

Domingo, 8 de septiembre 2024, 08:34

La perspectiva de la imagen hace que sea más fácil de ubicar. Con la catedral de fondo, hasta un turista podría saber dónde está. Pero si se mira desde el otro lado pasa más que desapercibida hasta para los ojos vallisoletanos. Está en la calle ... Doncellas, es de ladrillo y, encajada entre los edificios y la ampliación de la facultad de Derecho, parece de otra época. De hecho lo es. Su historia se remonta de alguna forma hasta el año 1771. Se trata de la antigua casa del conserje de la Universidad de Valladolid, que también fue hogar del jardinero del desaparecido jardín botánico. Ahora, esta pequeña casa, que no se incluye en la relación de bienes inmuebles de la UVA, permanece tapiada y sin uso desde al menos quince años.

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«Estuvo abierta hasta que el último conserje general de la universidad, el señor Medina, se jubiló. Desde entonces ha permanecido cerrada», explica Jesús Urrea, catedrático emérito de Historia del Arte de la UVA. Desde fuera, el edificio mantiene su estructura intacta, salvando los propios desperfectos a consecuencia del paso del tiempo. A pesar de eso, la casa se mantiene inamovible y como testigo del paso del tiempo y del crecimiento de la ciudad, que se ha extendido a su alrededor. Pero su historia se remonta mucho más atrás en el tiempo. «Se construyó como la casa del jardinero del extinto jardín botánico de la universidad y que desapareció con la construcción del aula magna de Derecho».

El primer intentó de construir el jardín no se culminó porque el Ayuntamiento no pudo hacer frente a la inversión de 800 ducados.

Y es este espacio el que traslada la historia hasta el siglo XVIII, cuando nació la idea de crear este jardín, una iniciativa que ya se había llevado a cabo en otras instituciones universitarias, sobre todo en las italianas. Allí, los primeros indicios retrasan aún más la fecha, hasta el año 1543 y hasta la ciudad de Pisa. En España, la creación de estos jardines fue más tardía y fue la de Valencia la primera que lo tuvo. En Valladolid la cosa fue más complicada y a pesar de que hay indicios que se remontan hasta el año 1771, no se materializó hasta el año 1849, de modestas proporciones. El jardín se destruyó en el año 1909 y se transformó en un jardín ornamental que sobrevivió hasta la década de los sesenta, ya en el siglo XX.

A la tercera

La historia inicia un día concreto, el 12 de julio de 1970, cuando una real provisión dictada por el Consejo de Castilla ordenó a la UVA que redactase un plan de estudios para reformar su vida académica. Entonces surgió la necesidad de crear un jardín botánico, cuya construcción se aprobó el 6 de octubre de 1771, adscrita a la facultad de Medicina y dependiente de la cátedra de 'Simples y Yerbas'. «La universidad debe buscar un medio de poner un huerto botánico para la explicación de simples, y yerbas, acordando los arbitrios con el Ayuntamiento de la misma ciudad de Valladolid. A estas lecciones deberán asistir los estudiantes, médicos y cirujanos», se recogía en el Método General de Estudios por la Real Universidad de Valladolid, según la información facilitada por la institución.

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Arriba, entrada actual donde se observa la caseta; abajo a la derecha, vista del jardín desde la plaza de la Universidad y, en último lugar, la misma entrada. Universidad de Valladolid y J. Sanz.

La situación se actualizó cuando la universidad tuvo que acordar con el gobierno municipal el presupuesto del jardín botánico. El precio era de 800 ducados y el Ayuntamiento comunicó que no podía hacer frente a la inversión. Al final, el proyecto se paralizó durante setenta años, hasta 1842. Fue aquí cuando la institución educativa volvió a plantear la necesidad. Tras intentar ubicarlo en varias zonas, al final se decidió adquirir un espacio que se abría al Corral de las Doncellas, para instalar allí el jardín botánico, así como sus secretarías. El terreno estaba junto a los edificios universitarios, de manera que los alumnos y docentes no se tenían que trasladar para las lecciones. Pero tampoco se culminó.

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Ahora sí, fue en 1849 cuando ocurrió. Hubo importantes novedades respecto al pasado, como que esta vez el jardín botánico no se vincularía a la facultad de Medicina, la cual no regresaría a Valladolid hasta 1857, sino a la de Ciencias. Y esta vez se construyó. Entre los trámites se produjo una permuta de propiedades con el Cabildo catedralicio, que transfirió siete casas del Corral de las Doncellas a cambio de otras que la universidad poseía en el Corralillo de las Paneras. El jardín botánico, donde se ubicaba también la casa vestigio actual, tenía una forma trapezoidal y se accedía al mismo desde la calle Doncellas. La entrada estaba flanqueada por dos pilares de piedra, de los que aún subsisten dos y que se pueden observar junto al hogar del conserje.

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En el año 1909 se derribó parte del jardín, por la ampliación de los edificios educativos de la universidad. Poco a poco se redujo hasta que en los años veinte y treinta se convirtió en un jardín ornamental. Las dos parcelas que todavía funcionaban, unidas por un estrecho pasillo motivado por la proximidad de una vivienda de la calle López Gómez, desaparecieron en 1968, cuando la primera se ocupó por la construcción que aloja el nuevo parainfo y la segunda al edificarse el pabellón que en la actualidad ocupa la facultad de Derecho. Los últimos vestigios son unos pocos árboles encajonados por las traseras del edificio, el cerramiento exterior de piedra, la verja metálica que da la vuelta desde la plaza de la Universidad y por López Gómez, así como la casita del jardinero. Ese edificio, uno de los últimos testigos del extinto jardín, que permanece tapiado y que todavía no tiene un uso previsto.

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