Así cayeron dos clanes peligrosos del narcotráfico en Valladolid

Coches sonorizados y seguimientos al 'correo' de los dos grupos criminales desarbolaron a los 'Mena' y los 'Monchín' en una compleja operación de más de un año

Lunes, 19 de junio 2023, 08:28

De los 'Mena' a los 'Monchín'. Dos investigaciones independientes contra el narcotráfico en Valladolid y que se unieron el 25 de enero de 2023 después ... de los avances de la Policía Nacional y el Servicio de Vigilancia Aduanera. Se daba comienzo a la 'operación Lata', más tarde denominada 'Santo', para explotar definitivamente el 30 de mayo y el 6 de junio. 39 detenidos en otros tantos registros domiciliarios para incautar 28 kilos de hachís, 3.500 plantas de marihuana, 780 gramos de cocaína y 130 gramos de heroína, además de descabezar a dos de los grupos criminales, a tenor de los atestados policiales, más poderosos de la provincia.

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Más de un año de seguimientos, escuchas y esperas en Pajarillos y Barrio España, pero con ramificaciones en Madrid, Palencia y Segovia con un denominador común: un 'correo' de los dos clanes que efectuaba viajes por todos los rincones de la ciudad y de la región para completar los encargos de la droga. De C. P. G. partió la doble investigación y fue el nexo de unión entre los 'Mena' y los 'Monchín' para ir destapando una estructura interna de la venta de todo tipo de sustancias. Así desmontó la Policía los dos clanes.

El origen

Una furgoneta Peugeot Expert, cargada con sacos de Bricomart, aparece el 7 de febrero de 2022 en un vertedero ilegal del Camino de Palomares de Valladolid, próximo al Barrio España. Funcionarios del Servicio de Vigilancia Aduanera observaron la descarga de esas enormes bolsas sin saber qué había en su interior. Eso lo descubrieron un día más tarde. Volvieron al Camino de Palomares y certificaron escombros, tierra de cultivo y macetas negras con plantones cortados, una gran cantidad de cajas de cartón vacías de todos los equipos, herramientas y materiales necesarios para la instalación de una o varias plantaciones 'indoor' de marihuana que por las características propias de los instrumentos de alto rendimiento que contenían las cajas se presumían de grandes dimensiones. «Solo puede vincularse con el cultivo de marihuana», refleja uno de los primeros atestados policiales.

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Junto a todo ese material potencialmente delictivo asomaban etiquetas. Pegatinas con datos personales adheridas a embalajes y en las que figuraba como destinatario la empresa Grow Naranja y que estaba compuesta por miembros de la familia 'Mena', varios de ellos con antecedentes por tráfico de drogas y organización criminal.

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Tierra con olor a marihuana hallada en el Camino de Palomares.

Los días siguientes continuaron las inspecciones en el vertedero. Los agentes hallaban en ese momento tierra con olor a marihuana y varias bolsas negras que contenían restos de plantas y cogollos. En esos sacos, también bajo la serigrafía de Bricomart, sobresalía una cajetilla de tabaco de la marca Winston. Esos cigarrillos se habían vendido en Santovenia de Pisuerga, a escasos cincuenta metros de la casa de E. M. G., del clan 'Mena'. Otro indicio más para seguir tirando del hilo.

Paralelamente a esta investigación conjunta entre el Grupo de Estupefacientes de la Policía Nacional y el Servicio de Vigilancia Aduanera de Valladolid se estaba llevando otra por tráfico de drogas, en el mismo Juzgado de Instrucción 5 de Valladolid, pero en este caso contra otra organización criminal que se dedicaba también al tráfico de drogas como cocaína, heroína o 'speed'. Aparecía en escena C. P. G.

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Un 'correo' al servicio de los clanes de Valladolid

Al Grupo de Estupefacientes de la Policía le llegó el nombre de C. P. G., sobre el que se sospechaba que pudiera estar trabajando para una o varias organizaciones criminales de Valladolid, todas ellas dedicadas al tráfico de drogas. Era presuntamente el guardador de alijos, a la vez que uno de los 'mulas' con el claro objetivo de transportar la droga de un lugar a otro, tanto dentro de la propia ciudad como fuera de la provincia, incluso de la región.

Se le balizó su Volkswagen Golf y se le pinchó el teléfono. Dicha petición se fundamentó en base a las diversas reuniones que había mantenido el investigado con varios miembros de los 'Monchín', así como en una serie de viajes altamente sospechosos, especialmente a las localidades de Cuéllar (donde se reúne con personas con antecedentes por tráfico de drogas), Villamuriel de Cerrato y Madrid. La característica coincidente en estos viajes es que cuando llega al lugar permanece apenas cinco minutos, a veces ni tan siquiera se apea del coche, y regresa a Valladolid, reuniéndose nuevamente con miembros de la familia 'Monchín'.

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El 7 de noviembre de 2022 quedó «patente» la estrecha relación que C. P. G. mantenía con el clan de los 'Monchín', teniendo especial relevancia la vigilancia efectuada entre la noche del 2 al 3 de noviembre de 2022. En esta se controló un viaje a Madrid, donde se pudo acreditar el contacto que mantuvo el investigado con miembros del citado clan familiar residentes en la capital, extremo que se conoció gracias a los vehículos en los que fueron vistos los individuos con los que mantuvo la reunión.

Coches con micrófonos

A partir de ese momento se solicita al juzgado la necesidad de sonorizar su vehículo (colocar dispositivos para las escuchas) y de pinchar las líneas telefónicas. El objetivo estaba claro: «grabar las conversaciones orales directas que mantenga el investigado con las personas integrantes o cercanas al clan 'Mena' y al clan 'Monchín' y con su compañera sentimental, la también investigada C. V. A., que se monten en el vehículo o se entrevisten con él cuando permanezca en el interior del coche». La doble investigación iba camino de unificarse mientras nuevos nombres de los clanes aparecían en las pesquisas, como H. M. P., J. R. R. M. (superior de C. P. G.) o S. R. R..

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Las investigaciones se unifican

La unificación llegó en enero de este año y con C. P. G. como nexo de los dos clanes. Por esas fechas destacaba una compra de cocaína que desencadenó en que apareciese en esa parte de la investigación los 'Mena'. La secuencia recogía cómo el 'correo', ordenado por J. R. R., se trasladaba hasta el Barrio España e interrogaba a un individuo (luego se averiguó que era E. M. G., titular de la Grow Naranja mencionada con anterioridad) sobre el precio del kilo de cannabis (2.700 euros), le entrega 1.000 euros en metálico, y le traslada la intención de su socio y jefe (J. R. R.) de adquirir «300 gramos de cocaína». E. M. G. le respondió que para eso tendría que consultar con 'el viejo' (su padre y líder del clan J. M. M. L.).

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En esas fechas, C. P. G. mantenía continuas conversaciones con su jefe que desvelaba la actividad delictiva de ambos clanes, especialmente del 'Monchín'. Sus charlas siempre versaban sobre el precio de la cocaína (40 euros el gramo), para después venderla a un precio mayor. Y hasta el propio 'correo' de drogas se quejaba del gran riesgo que suponía transportar la droga en su vehículo para obtener «50 euros para llevar de un sitio a otro un kilo de hachís», algo más si se trataba de cocaína como se reflejó en uno de los viajes hasta Villamuriel, donde suministraba habitualmente a M. M. C. J..

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«Salga a ver algo, va a flipar»

La investigación continuaba y se ampliaba. Se empezaba a apuntar a las cúpulas de los clanes. Aparecían nombres como el de R. R. L, uno de los líderes del clan 'Monchín', siempre discreto en sus actuaciones. Se ahondaba en las pesquisas, a la par que C. P. G. seguía de ruta por Castilla y León. Llegó la noche del 7 de febrero. Ese día estaba prevista la instalación de un dispositivo de sonorización en el vehículo del jefe de C. P. G..

Durante este servicio, se produce una incidencia con otro de los investigados, R. R. L.. En esa madrugada, la sala 091 recoge una llamada en la que denuncian una tentativa de robo con fuerza en la calle Villabáñez 123 de Valladolid, precisamente el domicilio de R. R. L. El investigado y víctima del intento de robo manifestó a la Policía que «dos chavales habían intentado forzar la persiana de la ventana que da a la calle e intentado acceder al interior, pero que han huido al verle».

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Precisamente, a esas mismas horas, la línea intervenida de R. R. L. recogía conversaciones con personas cercanas a las que advierte del intento de robo que ha sufrido. Esto provocó que varios individuos del clan 'Monchín' salieran a la calle con el fin de localizar a los autores del robo. El domicilio de la calle Villabáñez 123 se encuentra aproximadamente a quinientos metros de la casa del jefe de C. P. G., en la que a esas mismas horas se estaba colocando el dispositivo de geolocalización y sonorización.

Bellotas de hachís intervenidas.

Varios individuos pasaban por la zona, algunos andando y otros en vehículo, prestando especial atención a todas las personas con las que se cruzaban (son las 03:00 horas, apenas hay viandantes). Es allí cuando los compinches de R. R. L. se percatan del dispositivo policial y de la manipulación que se está haciendo sobre el vehículo.

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Tal es así que el sobrino de R. R. L. le pide a las 03:00 horas que «salga a ver algo, que va a flipar». Se refería a los policías actuando dentro del vehículo del jefe del 'correo' de los clanes, al que llaman por teléfono para alertarle, y a la mañana siguiente le indican de forma tan explícita «no pucheles en el coche, no pucheles». A pesar de las advertencias, durante algunos días el jefe de C. P. G. no se acababa de creer la sonorización de su vehículo y mantuvo conversaciones con clientes a los que explícitamente les menciona la droga que vende, hachís, marihuana y cocaína, así como los precios, que varían en función de si se paga al contado o fiado.

Dos líderes en Valladolid y Madrid

Entró en la investigación el 28 de enero de este año y fue directamente a la cúspide del organigrama por dirigir un «clan familiar dedicado al tráfico de drogas en Pajarillos». Se trata de F. H. R. y al que se le conoce en el submundo policial como el 'Cejas'. Las llamadas entre C. P. G. y su jefe delataban al 'Cejas', las cuales confirmaban su dedicación al tráfico de drogas, haciéndolo extensivo a otros miembros de su familia como su hija.

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En lo alto de un organigrama no del todo jerárquico se hallaba también J. E. R. L., desde Madrid, y a quien el propio 'Cejas' le llama en más de una ocasión «compadre». Miembros los dos del clan 'Monchín', cruzaban llamadas en lenguaje encriptado, pues J. E. R. L., aunque nacido en Valladolid, vivía habitualmente en Madrid. De ahí que la investigación se ampliara hasta la capital de España, donde también fue detenido J. J. R..

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Otro de los principales implicados era el ya mencionado R. R. L.. «Discreto y precavido», según le describe la Policía, es miembro también del clan 'Monchín', pero actuaba individualmente con «escasísimas conexiones con familiares». Sus conversaciones y movimientos son menores que los de otros implicados, pero formaba su propio equipo. No le gustaba tratar muchos asuntos por teléfono y cortaba las conversaciones cada vez que algún término de drogas se podía entremezclar. Sus posesiones se centraban en la calle Marabú, con cuatro inmuebles en la zona y donde el 6 de junio se mantuvo un exhaustivo registro de los domicilios.

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Mayo, el mes que lo desató todo

Durante los primeros meses de 2023, la actividad del narcotráfico aumentó. Hasta proponían a C. P. G. viajes a Sevilla para transportar droga por cuantías que no llegaban a los 1.000 euros. Decisiones que provocaban sus quejas internas, harto de arriesgarse por las carreteras por llevar la mercancía. Palencia, Villamuriel, Segovia y Madrid, además de la provincia vallisoletana, eran los destinos más recurrentes del 'correo'. Por su parte, los 'Mena' se concentraban en Valladolid y Frómista (Palencia). Tenían su mercado más centralizado.

Hasta que llegó el mes de mayo. Las deudas entre los propios implicados se multiplicaban, todas ellas por transacciones de drogas. Se intentaban buscar nuevas vías de suministro, pues los impagos se notaban en la estructura.

Intercambio de droga de E.M., captado por la Policía Nacional.

Por su parte, en la rama familiar del 'Cejas', el más activo de todos, se producían avances en la investigación. Se quedaba acreditado que la droga se guardaba en casa de la 'agüela' y de L. S. S., uno de los domicilios donde más sustancias se halló el día de la macrorredada.

Por su parte, R. R. L. intensificaba por estas fechas su actividad delictiva. Negociaba todas sus transacciones en un bar de la calle Pingüino, desde donde controlaba la periferia de los pisos que tiene en la calle Marabú. Todo ello apoyado por el trabajo de una de sus hijas, que anunciaba a su padre de todos los movimientos de los aledaños del domicilio.

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No había día de mayo en el que no se registraran movimientos relevantes. Llamadas telefónicas y escuchas en los vehículos pinchados daban las últimas pistas a la Policía. El entramado entre el 'Cejas', con la colaboración de su hija y L. S. S., volvía a poner a C. P. G. en la carretera. Concretamente hasta Segovia. En cada viaje, grabado, había miedo por parte de los implicados, como era el caso de un trayecto en taxi de L. S. S..

No había día, a finales de mayo, que la Policía no tildara de «sonorización interesante para la investigación». Muchas de ellas se daban en el vehículo de C. P. G., de donde se extrapola la entrega de 100 gramos de cocaína entre los que estaba implicado R. R. L., con grandes cantidades de dinero de por medio.

Con unas «claras evidencias», la Policía entró en acción con los primeros pasos sobre el clan 'Mena'. Fue el 30 de mayo y ese día se descabezó el entramado del narcotráfico con la marihuana como principal activo. Era el momento de ir a por el clan 'Monchín', elaborando las autorizaciones para actuar en Palencia, Segovia y Madrid.

Las detenciones de los 'Mena', con el ingreso en prisión de cinco de los doce detenidos, puso en alerta al 'Monchín'. Así se refleja en una conversación de J. R. R. M.. «'¿Primo, pero sabes qué pasa? Chacho, ahora hay un problema más gordo que es que a esos hombres les han cogido hace tres o cuatro días y ahora su familia lo está reclamando a todos los que le deben que les hacen falta porque encima están, están pahí arriba'».

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Se habían enterado de que los 'Mena' habían entrado en el centro penitenciario de Villanubla. Faltaban cuatro días para que explotara la 'operación Santo'. Trece de los detenidos, principalmente del clan 'Monchín', completaron el mismo recorrido el 8 de junio.

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